Adolphe
Leslie de Griponne Barreaux, o simplemente Adolphe Barreaux,
como solía firmar, nació en Charleston, Carolina del Sur, en 1899. De familia
muy humilde, su padre falleció víctima de las fiebres tifoideas que asolaban la
población en aquel tiempo. El pequeño Adolphe se vio obligado a trabajar desde
los cinco años en diversos oficios de lo más penoso. Padeció toda suerte de
enfermedades y aconsejado por los médicos, abandonó el clima húmedo de
Charleston para trasladarse a Nueva York, donde fue acogido cuando tenía quince
años por el matrimonio Barreaux, apellido que desde entonces adoptó Adolphe.
Una vez que tuvo oportunidad de asistir a la escuela, se mostró un alumno
aplicado, sobresaliendo en dibujo, y comenzando a hacer sus primeras
incursiones en la ilustración publicitaria.
A
los diecinueve intentó alistarse en el ejército para luchar en la Gran Guerra,
pero no fue aceptado por su mala salud, y a partir de 1920 comenzó a dibujar
tiras e historietas completas en la revista Breezy Stories, una pulp magazine, como se llamaba a las
publicaciones baratas que se imprimían en un papel amarillento fabricado con la
pulpa de otros papeles reciclados. Así pues, a diferencia de otros pioneros del
cómic de los que hemos tratado aquí, como McCay, Goldberg o Herriman, cuyos
trabajos se publicaban en diarios prestigiosos que seguían millones de
lectores, Barreaux forma parte de lo que podría llamarse la serie
B del cómic. Sus trabajos estaban en consonancia con esas publicaciones
alternativas. Barreaux fue el creador, entre otras, de la serie Sally the Slouth, unas aventuras policiacas
protagonizadas por Sally y otros personajes femeninos, que se desnudaban ya en
las primeras viñetas.
Eran
cómics para adultos, y estaban cargados de un erotismo un tanto sucio, escenas
de sadismo gratuitas y lenguaje barriobajero. Téngase en cuenta que aquellos
años veinte y treinta fueron los de la prohibición. Estaba prohibido el consumo
de alcohol, sí, pero paradójicamente eran años permisivos y acaso excesivos en
todas las manifestaciones artísticas. En el cine todavía no se había puesto en
marcha el célebre código Hays, que en los últimos treinta impuso la censura en
vestuarios y argumentos. En los neoyorquinos escenarios de Broadway triunfaban
los musicales de Ziegfeld’s Follies y las comedias eróticas. Comenzaron
entonces a aparecer las primeras revistas para adultos… Naturalmente el cómic,
el noveno arte, no podía sustraerse a esa corriente general. Barreaux se cuenta
entre los primeros dibujantes que se sirvieron de modelos femeninas que posaban
para ellos en sus estudios. Nuestro hombre fue miembro de al menos una docena
de clubes de Nueva York, antros de perdición donde quienes podían permitírselo,
consumían alcohol y probablemente otras sustancias. Fue amigo del cómico Eddie
Cantor y de los jóvenes hermanos Marx. Sobrevivió a la Gran Depresión, y él
mismo ya en los cuarenta, fundó y dirigió diversas revistas y publicaciones pulp. Convertido en todo un hombre de
negocios, logró hacer dinero de su vocación. Falleció en Nueva York en 1985.
Desde nuestro repaso a la Historia del Cómic, os ofrecemos un abanico de sus
páginas y viñetas. Que os aprovechen.
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