
Su
padre, que abandonó a la familia cuando el pequeño Julio tenía sólo seis años,
era funcionario de la embajada argentina en Bruselas. Gracias a que la abuela
materna era alemana, la familia consiguió refugiarse en Suiza durante la Gran
Guerra. Pasaron luego a Barcelona, y más tarde a Buenos Aires, donde
transcurrió la mayor parte de la infancia de Julio. Allí, en el meridional
barrio de Banfield, se inició en la lectura de Verne, Allan Poe y Víctor Hugo.
Su principal libro de cabecera fue el Pequeño
Larousse, tabla de salvación intelectual a la que se aferró su infancia
enfermiza y náufraga cargada de melancolía. Alguno de sus cuentos como La señorita Cora, Final del juego, Bestiario
o Los venenos, evocan aquellos años
grises.
Terminada
la enseñanza secundaria, se graduó como maestro de escuela, ejerciendo la
enseñanza de día y dedicando las noches a recorrer aquel Buenos Aires
irrepetible de milongas, estadios de boxeo y bares de mala nota. Se extasió con
la lectura de Opio, el diario
toxicómano de Jean Cocteau, que editaron en castellano los hermanos Gómez de la
Serna. Comenzó los estudios universitarios de filosofía, residió durante años
en cuartuchos y pensiones de mala muerte, colaboró en un documental con el cineasta Gerardo
Panero, y se mudó a Mendoza, donde impartió cursos de literatura francesa.
La
revista El Correo Literario publicó Bruja, su primer cuento. En 1946, cuando
Perón llegó a la presidencia, Cortázar, declarado y vehemente antiperonista,
renunció a su cátedra en Mendoza y regresó a Buenos Aires para dedicarse de
lleno a la escritura. A esa época pertenecen su relato Casa tomada y su colección de cuentos La otra orilla. Tradujo al poeta inglés John Keats y cultivó la
amistad de Jorge Luis Borges, cuya personalidad y estatura literaria le
convirtieron para siempre en fervoroso adepto del borgismo, devoción a la que
también se inclina quien escribe estas líneas.

En
Italia, y por encargo de la Universidad de Puerto Rico, tradujo las obras
completas de Edgar Allan Poe, traducción que hasta hoy día está considerada la
mejor en lengua española.
Su
vida sentimental dio comienzo tarde, casi a los cuarenta años, cuando en 1953
se casó con Aurora Bernárdez, una traductora argentina. En 1967 se unió a la
lituana Ugné Karvells. Su tercera pareja fue la escritora norteamericana Carol
Dunlop. Ya en sus últimos años, fallecida Carol, volvió con Aurora Bernárdez,
que le cuidó durante su enfermedad y se convirtió en la heredera legal de todos
sus derechos literarios.

En
su producción literaria destaca por encima de sus demás novelas Rayuela,
una arriesgada apuesta a medio camino entre surrealismo y fantasía. No conviene
olvidar sin embargo su extensa e intensa obra poética (Bolero, Presencia, Un tal Lucas, Último round) o trabajos mixtos
como la monumental Historias de cronopios y de famas, título predilecto de casa
Bigotini. Hoy, de nuestra biblioteca virtual extraemos una versión digital de
su relato La autopista del Sur, cuya
lectura os proponemos. Haced clic en la
portada y disfrutad la fluida prosa de Julio Cortázar, sin duda uno de los
más grandes escritores contemporáneos.
Detrás
de este triste espectáculo de palabras, tiembla indeciblemente la esperanza de
que me leas, de que no haya muerto del todo en tu memoria. Julio Cortázar.
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