¿Qué
hubo antes del Big Bang? Cómo comenzó todo, cómo surgió el universo y todo
cuanto nos rodea, ha sido desde antiguo una idea recurrente y obsesiva que ha
ocupado y sigue ocupando el pensamiento de filósofos y científicos. La vieja
solución aristotélica: el universo no
tiene comienzo, puesto que ha existido siempre, simplifica
extraordinariamente las cosas, pero no resuelve las dudas; es sencillamente una
fórmula retórica para obviar el problema. Muchos pensadores religiosos han
utilizado la idea del principio del universo como argumento a favor de la
existencia de Dios. Sin embargo, tampoco resuelve el problema, simplemente lo
traslada al comienzo de Dios. El pensamiento científico nos ofrece una nueva y
luminosa alternativa cuando, a partir de los trabajos de Albert Einstein, cabe considerar
que el tiempo se comporta como otra dimensión espacial más. El brillante
razonamiento consagrado tanto por la relatividad general, como por la teoría
cuántica, elimina la vieja objeción de que el universo deba
necesariamente tener un inicio, y lo que es más importante, significa que el
comienzo del universo fue regido por las leyes de la ciencia, eliminando
la inmemorial necesidad de que tuviera que ser puesto en marcha por algún ser
supremo.
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El joven Einstein |
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El viejo Hawking |
Siguiendo
el pensamiento de Stephen Hawking, cuando el universo era aun tan pequeño que
estaba regido por la relatividad general y por la teoría cuántica, había cuatro
dimensiones espaciales y ninguna temporal. La no existencia del tiempo tal como
lo entendemos, invalida cualquier referencia al principio, y sugiere que
nuestra visión usual del espacio y del tiempo no puede aplicarse a aquel
universo muy primitivo. La idea puede estar más allá de nuestra experiencia,
pero no de nuestra imaginación, y tampoco de las matemáticas, capaces de
construir modelos que representan con bastante fidelidad aquellas hipotéticas
condiciones primitivas. No olvidéis que la actual definición de ciencia
(al menos de teoría científica) ha abandonado aquella ingenua “búsqueda de
la verdad”, para centrarse en el diseño de modelos que reproduzcan lo más fielmente
posible la realidad.
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Bakunin atemporal |
Librarnos
de que el tiempo tenga un comienzo equivale a librarnos del problema del borde
del mundo. Implica la comprensión de que el tiempo puede comportarse (de hecho
lo hace) como una dimensión más del espacio. Si siguiendo a Hawking, imaginamos
el universo incipiente como el Polo Sur de la Tierra con los grados de latitud
desempeñando el papel del tiempo, cuando nos desplacemos hacia el norte, los
círculos de latitud constante que representarían el tamaño del universo, se
expandirían. Aun cuando consideremos que el universo comienza como un punto
infinitamente pequeño en el Polo Sur, este sería en muchos aspectos como cualquier
otro punto. Preguntar pues qué ocurrió en términos temporales antes del inicio
del universo, antes del Big Bang, resultaría igual de absurdo que preguntar qué
hay en términos espaciales al sur del Polo Sur. Sencillamente la pregunta
carece de sentido. El espacio-tiempo no tiene bordes. Esta condición de ausencia de bordes
hace del espacio-tiempo una superficie cerrada donde cualquier punto es análogo
a su contiguo, del mismo modo que en el Polo Sur se cumplen las mismas leyes
físicas que en el resto de los puntos de la esfera terrestre.
Desconfiad
siempre de quien os ofrezca respuestas y certezas. La llamada “verdad revelada”
es la piedra filosofal de los charlatanes. Lo más apasionante de la ciencia no
es que encuentre respuestas, sino precisamente que las busque. Es esta propia
búsqueda la que cobra sentido para el científico, de igual manera que lo hace
el camino (y no el destino) para el caminante. Mijail Bakunin dijo: yo no llamo Dios a mi ignorancia. El
profesor Bigotini no dice nada. Bastante tiene el pobre con mantener en su
sitio esa tremenda nariz. Me parece sin embargo, que está bastante de acuerdo
con Bakunin.
Un
cirujano, un arquitecto y un político discuten acerca de cuál de sus oficios es
el más antiguo.
-Dios
creó a Eva extirpando una costilla a Adán, recuerda el cirujano.
-Cierto,
concede el arquitecto, -pero antes de crear al hombre, Dios tuvo que construir
el mundo, sacándolo del caos.
-¡Eso
es!, interviene triunfal el político; -y el caos, ¿quién lo creó, podéis
decirme?