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jueves, 6 de junio de 2019

LO GROTESCO, LA GRUTA Y EL ARTE RENACENTISTA


La gruta se asocia tanto a la fertilidad y al vientre, como a la tumba y la muerte. Es terrena y material, una cueva, una boca abierta que nos convida a descender a otros mundos. Mundos que en nuestra imaginación se pueblan de monstruos y de maravillas de todo género. Leonardo de Vinci se ve frente a la gruta, atrapado entre la fascinación y el terror. Miedo y deseo, miedo por la oscuridad de la gruta, deseo por ver si había alguna cosa maravillosa en su interior.
Lo grotesco provoca respuestas contradictorias, humor y horror, ingenio y transgresión, repulsión y deseo. En lo grotesco, en la gruta, habitan terribles minotauros y sirenas tentadoras. En lo grotesco hay ingenio, escándalo, subversión y carnaval.

En cuanto al origen del término, poco después de 1400 se excavaron en Roma las ruinas del mítico palacio perdido de Nerón, la Domus Aurea, cuyo recuerdo en esa época pertenecía al terreno de lo fabuloso. Pero las ruinas se hallaron y eran reales. Revelaron al asombrado espectador del cuatrocento decoraciones murales con combinaciones caprichosas de plantas, figuras, criaturas míticas… Las habitaciones quedaban por debajo del suelo, como en una gruta. Las invenciones bizarras y fantásticas que se encontraron allí, empezaron a ser conocidas como grottesche.


La influencia que el hallazgo tuvo sobre las artes plásticas y decorativas del Renacimiento fue mayúscula. En 1519 Rafael de Sanzio y Giovanni de Udine decoraron la galería vaticana en aquel estilo grotesco tan de moda. Tanto la ornamentación como la temática grotesca se abrieron camino en Italia y el resto de Europa. Baste recordar la obra de El Bosco, de Durero, de Arcinboldo o del mismo Rubens. En pintura y escultura la temática religiosa que había presidido de forma abrumadora la anterior etapa gótica y pre-renacentista, dio paso a una verdadera explosión de motivos mitológicos y profanos que se abrieron camino no sólo hasta los palacios de los príncipes, sino en ocasiones hasta las paredes consagradas de los templos. Las esculturas de criaturas fantásticas se convirtieron en elementos imprescindibles de los jardines renacentistas. Giorgio Vasari describió como grotescas las inspiradas obras de Miguel Ángel.


Con el tiempo el término quedó más restringido. Sus connotaciones ya en el XVI empezaron a alejarse del ornamento, para dirigirse hacia lo caricaturesco y carnavalesco, como señala acertadamente la historiadora del arte Frances Connelly, a quien seguimos en este breve comentario. Hoy lo grotesco se confunde muchas veces con lo cómico y lo paródico. Modernamente vamos a encontrar elementos grotescos en la obra de Goya, de William Hogarth, de Picasso o de los surrealistas; en la commedia dell’arte italiana o en el teatro del absurdo, en el arte gráfico del Expresionismo alemán, en el cine, en el cómic y hasta en la música popular.

El cliente siempre tiene razón en cualquier negocio menos en psiquiatría.




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