Un
rey bretón del siglo III o IV que, como las inscripciones antiguas
son algo confusas, no sabemos a ciencia cierta si se llamaba
Christian, o si sencillamente era cristiano, tenía una hija llamada
Úrsula u Órsola (que en latín vulgar puede traducirse por osita).
Curiosamente la diosa germana Freyja, también llamada Horsel
o Ursel, que protegía a las doncellas vírgenes y las recibía
en el ultramundo si fallecían sin haberse casado, solía
identificarse con una osa. Debía ser el equivalente bárbaro de la
Artemisa griega y la Diana latina, una especie de doncella guerrera
con bastante mala leche.
En
cualquier caso, esta doncella Úrsula fue pedida en matrimonio por un
príncipe pagano, también bretón (aunque puede que de la Bretaña
insular) al que unas fuentes dan el nombre de Ereo y otras el de
Conan. Los que recordamos el cómic y la película de Swarzeneger,
preferimos Conan, que suena más pagano y más bruto.
Resulta
que Úrsula y su padre no pudieron rechazar la oferta del pagano,
porque fue acompañada del firme propósito de convertirse al
cristianismo. No obstante, como Úrsula había hecho voto de
castidad, y no estaba preparada para el himeneo, solicitó como favor
especial una moratoria de tres años, para poder peregrinar a Roma y
suplicar al papa dispensa de sus votos y carte blanche para
entregar su pureza al bárbaro.
Hasta
aquí todo muy normal. Lo asombroso fue que Úrsula emprendió el
viaje haciéndose acompañar nada menos que por once mil vírgenes,
que también es capricho. Remontaron todas el Rin como el que va de
excursión, y pasando por Colonia, llegaron hasta Basilea.
Desembarcaron (supongo que dejando a los basilienses boquiabiertos) y
desde allí siguieron a pie hasta Roma. Roma ya entonces era muy
turística, no obstante se desconoce en qué hotel pudieron alojarse
las once mil. El papa Ciriaco dispensó a Úrsula de sus votos y la
despachó con las usuales recomendaciones que se hacen a las mocitas
casaderas. Después emprendieron el regreso. Vuelta a embarcar en
Basilea y ¡hala!, Rin abajo, se fueron las once mil por donde habían
venido.
Imagine
el lector a Úrsula dándole vueltas a los consejos del santo padre y
a la temida noche de bodas. Probablemente iría pensando qué iba a
decirle al musculitos: por favor, con la luz apagada… la puntita
nada más… o quizá en plan lanzada: ¡tómame Conan, y que sea lo
que Dios quiera!... En cualquier caso, sus cavilaciones se
interrumpieron, porque al llegar a Colonia se encontraron de golpe y
porrazo con los temibles hunos que estaban sitiando la ciudad. Es del
dominio público que los hunos, además de paganos e idólatras, eran
unos cafres tremendos. En sus correrías bélicas dejaban a las hunas
en los cuarteles de invierno haciendo la colada, y cuando
conquistaban una plaza se dedicaban sistemáticamente a saquear y a
violar a cualquier criatura con faldas (frailes incluidos). Es de
suponer que al ver venir por el Rin a once mil vírgenes, estando más
salidos que el pico de una plancha, y careciendo (esto es lo más
importante) del santo temor de Dios, se abalanzaron sobre ellas como
lobos hambrientos sobre tiernas corderillas.
Dice
la tradición que fueron todas sometidas a horripilantes torturas. No
entraré en detalles morbosos que están fuera de lugar en un blog
inspirado por tan elevados ideales como el nuestro. Remito a los
amantes del bondage, a los frescos venecianos de Carpaccio o a
la polícroma urna de Santa Úrsula de Brujas, obra del maestro
Memling. Allí pueden contemplarse todos los excesos que pueda
imaginar la mente más lujuriosa.
En
cuanto a Úrsula (Santa Úrsula por supuesto), sufrió la misma
suerte cruel que sus once mil compañeras. De nada le sirvió al
parecer, una especie de manto milagroso que la cubría. Se ve que los
hunos eran tan brutos que lo mismo les daba un manto que un bikini de
lentejuelas. Se representa a la mártir de pie, desnuda o sutilmente
velada, con su reglamentaria palma del martirio en la mano, y
fondeado a lo lejos, un barco con un sinfín de cabecitas asomando
por la borda. Es invocada por las doncellas cuando se ven en
aprietos, y también en muchos lugares de Europa se la considera
patrona de los pañeros y del ramo textil (será por lo del manto).
Su festividad se celebra el 21 de octubre. Ese día de 1493 Cristóbal
Colón descubrió las islas Vírgenes, que bautizó con ese nombre en
recuerdo de las compañeras de la santa. Otro 21 de octubre, pero de
1521, el navegante portugués Joao Alvares Fagundes, llamó ilhas
das onze mil virgens al archipiélago situado junto a la costa de
Terranova, que más tarde los franceses rebautizaron como islas de
San Pedro y Miquelón.
Naturalmente,
la parte más controvertida de esta historia es lo de las once mil
vírgenes (¡nada menos que once mil!) navegando todas juntas por el
Rin como si pasaran un rato en las barcas del Retiro. Hay eruditos
aguafiestas empeñados en que se trata de un error de transcripción,
y por lo tanto, de un suceso apócrifo. En Colonia, y en el lugar del
martirio, un ciudadano de rango senatorial llamado Clematius, hizo
erigir una basílica dedicada a las mártires. En la inscripción
lapidaria, además del nombre de Úrsula, aparecen otros diez, a
saber: Aurelia, Brítula, Cordola, Cunegunda, Cunera, Pinnosa,
Saturnina, Paladia, Odialia de Britania… y otra muchacha llamada
Undecimilia (la pequeña undécima en bajolatín). Hay
quien sostiene que de este nombre se derivó erróneamente que se
trataba de once mil vírgenes. Otros atribuyen el error a la
abreviatura XI, M, V, que se habría interpretado como undecim
millia virginum, once mil vírgenes, y no como undecim
martyres virgines, once mártires vírgenes, que según ellos
sería más correcto.
Sea
como fuere, no puede negarse grandiosidad a la escena de la
navegación fluvial de las once mil vírgenes. Al menos daría para
una superproducción de Hollywood, mientras que con las modestas once
muchachas, la cosa no pasaría de un serial televisivo. Es lo que
tiene el latín, que da mucho juego, y era todo más bonito y más
misterioso. Yo, que soy tan viejo que conocí las misas en latín, la
verdad es que desde que se empeñaron en decirlas en castellano, ya
no entiendo nada.
-Toma
este ramito de romero, te traerá suerte.
-Muchas
gracias.
-Ahora
dame algo para pasar el día.
-Toma
este ramito de romero, te traerá suerte.