Nacido
en Folkestone, condado de Kent, el año 1578, el inglés William
Harvey obtuvo el reconocimiento internacional como
médico y anatomista, por su descripción de la circulación
pulmonar o circulación menor de la sangre.
Es
cierto que el descubrimiento en el ámbito europeo había sido hecho
unas décadas antes por nuestro aragonés Miguel Servet, y a él hay
que atribuirlo. También es verdad que las primeras noticias acerca
de la circulación menor las apuntó ya en el siglo XIII el médico
árabe Ibn Al-Nafis, de quien nos ocuparemos en una próxima entrega
de protagonistas de la ciencia. Con toda probabilidad
tanto Servet como Harvey desconocían la obra del musulmán. Por otra
parte, las observaciones de Miguel Servet, si bien eran por completo
correctas, eran demasiado sucintas, y habían sido publicadas en un
tratado teológico repudiado por católicos y protestantes, que no
debió alcanzar demasiada difusión entre los anatomistas y los
médicos del siglo XVI.
Así
que, atendiendo a estas y otras razones, debe reconocerse a Harvey el
mérito de una primera y sobre todo detallada y pormenorizada
descripción anatómica de la circulación pulmonar, con la añadidura
de un ajustado razonamiento de sus bases fisiológicas. Los
principios, gestados en la Universidad de Padua, a la que asistió
Harvey, se habían apuntado ya, además de por Servet, por
anatomistas y científicos como Hyeronimus Mercurialis, Mateo
Colombo, Gabriel Falopio o Hyeronimus Fabricius, todos ellos maestros
de William Harvey, o incluso por el prestigioso filósofo René
Descartes, a quien convencieron las observaciones de Servet.
Los
estudios de Harvey sobre el sistema circulatorio fueron publicados en
1628 en su tratado Exercitatio Anatomica
de Motu Cordis et Sanguinis in Animalibus, un estudio
basado en la práctica de diseccciones y sobre todo, vivisecciones de
animales, que desde 1616 había llevado a cabo dos veces por semana
en su cátedra del Colegio de Médicos de Londres. Harvey acabó de
una vez por todas con las ideas obsoletas de Galeno, que aun
defendían muchos médicos renacentistas. El modelo circulatorio
galénico afirmaba que las sangres arterial y venosa se producían en
el corazón y el hígado respectivamente. Harvey calculó que
siguiendo aquel modelo, el hígado debería producir unos 250 litros
de sangre por hora, algo a todas luces imposible, como demostró de
forma experimental.
De
manera que a William Harvey debe honrarse, si no como descubridor, si
como verdadero introductor, divulgador y padre científico de las
bases anatómicas y fisiológicas de la circulación sanguínea. Así
lo entendemos y proclamamos desde Bigotini, uniéndonos a su
universal reconocimiento.
Los
jóvenes creen que lo saben todo. Los adultos sospechan que
desconocen algunas cosas. Los viejos estamos seguros de no saber
nada.