Pietro
Bernardone, un rico comerciante en telas de Asis, y Pica de
Bourlemont, su esposa provenzal, tuvieron en 1181 un hijo varón al
que llamaron Giovanni. Pietro adoraba Francia. Además de estar
casado con una francesa, viajaba constantemente a ese país. Quizá
por eso prefería llamar a su hijo Francesco, el francesito. Siendo
ya adulto, todos sus conciudadanos lo conocían como Francesco
d'Assisi. Nadie imaginaba entonces que se convertiría
en una de las más importantes figuras del cristianismo.
La
transición entre los siglos XII y XIII fue una época apasionante
que dio lugar a importantes cambios sociales, culturales, políticos
y religiosos en Europa. Se produjo un notable incremento comercial y
demográfico, las ciudades cobraron protagonismo y peso político. En
el terreno religioso, florecieron las Cruzadas, surgieron por doquier
nuevas órdenes y reglas. Innumerables intrigas y movimientos
estratégicos se sucedieron entre los príncipes y la jerarquía
eclesiástica. El futuro del mundo se dilucidaba en los palacios, las
catedrales y las abadías.
En
este convulso escenario, Francisco vivió su particular conversión.
Durante una expedición militar a Apulia, luchando contra los
germanos bajo el estandarte de Gualterio de Brienne, el joven
caballero escuchó una misteriosa voz interior que le urgía regresar
a Asis. Lo que vino después forma parte de la Historia eclesiástica
y de la Historia general. Francisco el fundador, Francisco el Santo,
se hizo famoso en la cristiandad. Pero acaso nos resulta mucho más
cercano y amable otro Francisco, el pobrecito de Asis, il
poverello d'Assisi, comprometido según sus propias palabras,
con la mujer más noble, más rica y mas hermosa: la pobreza.
Es
este Francisco comprometido con la pobreza y con la naturaleza,
precursor medieval del ecologismo y quién sabe si también del
movimiento antisistema, el que hoy nos interesa en Biblioteca
Bigotini. De entre los muy escasos escritos que pueden atribuírsele
con seguridad, queremos traeros la versión digital de su breve
Cántico de las criaturas,
llamado también Cantico dell frate sole.
Una pieza de un lirismo asombroso y emocionante. Haced
clic en la ilustración y deleitaos con la mística
esencia que destilan los versos del poverello. El profe
Bigotini quiso posar en hábito franciscano para un cuadro inspirado
en los clásicos de Zurbarán. Fue rechazado porque su enorme y
bigotuda nariz sobresalía tanto de la capucha que lo delataba.
Sólo
los más humildes y obedientes están legitimados para tomar el
mando.