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domingo, 29 de marzo de 2020

TRABAJO, POTENCIA Y ENERGÍA: LAS BASES DE LA MECÁNICA



En física la palabra trabajo no tiene el mismo significado que en el lenguaje ordinario. En sentido físico, una fuerza no produce trabajo si no se desplaza. Así, un individuo o un sistema que se limiten a sostener un gran peso, realizarán un gran esfuerzo, pero ello no se traducirá en trabajo alguno.

Sin embargo, cuando una fuerza se traslada, desarrolla un trabajo cuyo valor depende de la magnitud de la fuerza, del espacio que recorre y de la dirección de la fuerza respecto del camino recorrido. En efecto, si tratamos de arrastrar un cuerpo venciendo el rozamiento, cuando la fuerza empleada se orienta en la misma dirección y el mismo sentido del camino, toda ella se emplea en producir trabajo. Es decir, toda ella es útil. Pero si la dirección de la fuerza es distinta de la del camino recorrido, la fuerza puede descomponerse en dos: una perpendicular al camino, y otra de la misma dirección que él. La primera no produce trabajo alguno, ya que resulta neutralizada por el peso del cuerpo. La que realmente desarrolla trabajo es la que se orienta en la dirección del camino, por eso se llama fuerza útil.


Para que exista trabajo, se precisa que exista una fuerza, y que esa fuerza se traslade. El trabajo desarrollado depende del módulo de la fuerza, de la longitud que se desplaza, y del ángulo que forma la dirección de la fuerza con el camino recorrido. El trabajo desarrollado por una fuerza constante que recorre un camino rectilíneo, es el producto de la fuerza por el espacio que recorre, y por el coseno del ángulo que forma la dirección de la fuerza con la dirección del camino. Representando el trabajo por W, y el camino recorrido por S:

W = F.S.cos a

Si la fuerza tiene la misma dirección del camino, el ángulo a, valdrá cero, y el coseno de a, valdrá 1. Por lo tanto, en ese caso:

W = F.S

El trabajo producido por una fuerza constante que tiene la misma dirección del camino recorrido, es igual al producto de la fuerza por el espacio que recorre.

En cuanto a la potencia, la definiremos como una magnitud que representa la relación entre el trabajo desarrollado y el tiempo invertido en desarrollarlo. Dos individuos o sistemas físicos pueden hacer el mismo trabajo, pero si uno de ellos tarda la mitad de tiempo que otro, decimos que tiene doble potencia que él. Representando por P la potencia y por W el trabajo, tendremos:

P = W/t

En general, se llama energía a toda causa capaz de desarrollar un trabajo. Así, el viento es capaz de mover un barco y por eso posee energía. El agua contenida en un estanque elevado es capaz de mover una turbina al caer, y por tanto también posee energía. Existen tantas formas de energía, como formas hay de producir trabajo: mecánica, calorífica, eléctrica… Ciñéndonos a la energía mecánica, la dividimos en dos clases principales: energía potencial y energía cinética.

Energía potencial es la que tienen los cuerpos por causa de su forma, de su masa, de su composición química, y sobre todo, por causa del lugar que ocupan en el espacio respecto de otros cuerpos. Este último caso se conoce también en mecánica, como energía de posición. Así, los cuerpos situados en el campo gravitatorio a una altura h, poseen una energía potencial que es fácil de calcular, ya que deberá ser equivalente al trabajo que desarrollan al caer por el tiempo que tardan en hacerlo (potencia). Dicho trabajo será igual a la potencia expresada en términos de masa por gravedad Mg, por la altura, h:

Ep = Mg.h

Energía cinética es la energía debida al movimiento, es decir, la energía que tienen los cuerpos en movimiento por causa de la velocidad a la que se mueven. El valor de la energía cinética que posee un cuerpo de masa M que se mueve a una velocidad v, es:

Ec = ½ M.v2

Pero los cuerpos en movimiento pueden sumar varios tipos de energía. Por ejemplo, un martillo que se mueve, posee además de la energía cinética debida al movimiento, la energía potencial debida a la posición que ocupa, y a su propia masa. Lo que nos lleva una vez más a la bellísima solución final de Albert Einstein que como bien sabéis desde el post que dedicamos a la teoría especial de la relatividad, aquí no nos cansamos de alabar:

E = mc2

Aquí queda impresa otra vez para que volváis a contemplarla y apreciarla en todo su valor. Por mi parte, no añadiré ni una sola palabra.



¿No es usted la señorita Smith, hija del famoso multimillonario? ¿No? Perdone, por un momento pensé que me había enamorado.  Groucho Marx.




miércoles, 25 de marzo de 2020

FRANK GODWIN, PIONERO DE LOS SERIALES SEMANALES



Nacido en Washington en 1889, Frank Godwin, era el hijo del editor del Washington Star. Estudió arte en Nueva York, y comenzó a dibujar profesionalmente a partir de 1905. Por medio de su padre frecuentó a insignes ilustradores como Flagg o Gibson, de quienes puede considerarse alumno aventajado.
Pronto destacó como ilustrador literario, realizando espléndidos dibujos tanto en blanco y negro como en color, para clásicos juveniles como Robin Hood, La isla del tesoro o las obras de Shakespeare.
Brilló de forma especial en el cómic, género en el que puede considerase uno de los grandes de todos los tiempos. Su estilo, sus formatos y hasta sus argumentos fueron adoptados por clásicos tan importantes como Hal Foster (El príncipe Valiente), Milton Caniff (Terry y los piratas) o Alex Raymond (Flash Gordon), entre otros.
Comenzó sucediendo a J. Norman Lind en sus populares Viñetas de la vida, entre 1924 y 1927. También realizó algunos otros seriales de calidad, pero dos series destacan sobre todo en su extensa producción. La primera de ellas, Connie, iniciada en 1927, relata las andanzas de una intrépida heroína que protagonizó tanto historias detectivescas como aventuras de ciencia-ficción. La serie se vendió en todo el mundo, y fuera de América fue especialmente exitosa en Francia. La segunda, Rusty Riley, que dibujó a partir de 1948 para King Features Syndicate, contó con los magníficos guiones de Powers. Era un serial apasionante cuyo protagonista, Rusty, un muchacho vivo y valiente, se veía envuelto en trepidantes aventuras en una granja ecuestre de Kentucky. La serie, muy cinematográfica, fue muy imitada en su época, y se convirtió en la más leída de las tiras cómicas semanales que aparecían generalmente los sábados en la prensa americana.
Frank Godwin continuó dibujando hasta su muerte acaecida en 1959, cuando contaba 69 años. Os dejamos una selección de sus magníficos trabajos.




























domingo, 22 de marzo de 2020

CARY GRANT, EL AUTÉNTICO REY DE LA COMEDIA









Cary Grant, un inglés trasplantado a Hollywood en los primeros años treinta, fue un auténtico ídolo de los públicos del mundo entero durante más de tres décadas. Tenía la virtud de parecer un caballero aunque estuviera vestido de harapos. Tenía otras muchas virtudes. Dotado tanto para el drama como para la comedia, Grant encarnó en las pantallas a cerca de un centenar de personajes a lo largo de su extensa carrera. Supo fabricar una personalidad a su medida, un tipo amable, elegante, inteligente y con gran sentido del humor, ya encarnara a un ladrón, a un militar, a un espía, a un científico o hasta a una falsa mujer como hizo en La novia era él. Supo ser todas esas cosas y ser a la vez siempre Gary Grant, un galán irresistible para cualquier mujer. Un galán nada convencional, muy alejado del tópico del macho que representaba por ejemplo Clark Gable, o de los tipos duros que encarnó muchas veces Humphrey Bogart. Grant enamoraba a las damas pero sabía a la vez caer simpático a los caballeros.
Fue sin duda el rey de la comedia, género en el que brilló con especial fulgor. Poseedor de una vis cómica notable, Grant consiguió como ningún otro actor hacer reír a varias generaciones de espectadores.
Hoy en nuestra particular filmoteca os invitamos a ver una selección antológica de escenas de Arsénico, por compasión, comedia de Frank Capra que junto a Priscilla Lane protagonizó en 1944. Fue probablemente el papel en el que nuestro hombre desplegó la mayor parte de sus muchos recursos cómicos, gestos y ademanes acaso un tanto histriónicos, como correspondía a la naturaleza de la película, una adaptación de obra teatral que Capra filmó prácticamente como si colocara la cámara sobre las tablas de un escenario. Haced clic en la carátula y disfrutad unos minutos con la desternillante actuación de este gigante de la interpretación, cuya voz en versión original contribuye a acentuar aun más su comicidad.

Próxima entrega: George Cukor.


 

miércoles, 18 de marzo de 2020

LA DINASTÍA ETRUSCA. LOS REYES MERCADERES


Anco Marcio, fallecido hacia el 600 a.C., fue el último de los cuatro reyes que los historiadores republicanos llamaron reyes agrarios, si hemos de creer las crónicas, una especie de primus inter pares en una Roma recién nacida e igualitaria. En aquellas primeras décadas desde su fundación la ciudad había crecido, y sus ciudadanos ya no eran simplemente labradores con más o menos tierras. Había ya artesanos, mercaderes, banqueros… En el conjunto de sus habitantes o plenum, además de los fundadores o patricios, estaba la plebe.
Apoyado por la plebe ascendió al trono el hijo de un griego y una etrusca, Lucio Tarquino, que al convertirse en rey tomó el nombre de Tarquino Prisco. Era un tipo instruido que conocía la filosofía, la geografía y las matemáticas, y no se limitó como sus predecesores, a mirar las estrellas y ofrecer sacrificios a los dioses. Tarquino Prisco permaneció en el trono nada menos que treinta y ocho años. Hizo grandes conquistas y amplió la influencia romana desde el mar Tirreno, cuyas costas dominó de norte a sur, hasta los montes Apeninos. La urbe pasó de tener apenas treinta mil habitantes, a sobrepasar los cien mil.

Tanto se aseguró Tarquino Prisco el apoyo de la plebe, que para echarlo del trono los patricios que componían el Senado, hubieron de recurrir al asesinato. Pero su viuda, Tanaquila, jugó sus cartas con astucia. Se hizo apoyar de nuevo por la plebe, y mantuvo el trono hasta que su hijo Servio, cuyo nombre hace sospechar que fuera hijo de una sierva de su padre, alcanzó la mayoría de edad.
Servio fue el primer y el último de los reyes romanos que no fue elegido, sino impuesto. Pese a la oposición del Senado, continuó la obra de su predecesor, ampliando las conquistas, embelleciendo y saneando la ciudad de manera que hasta el mismo Tito Livio, historiador republicano que en su obra denostó todo lo posible a los reyes, tuvo que reconocer las grandes mejoras realizadas por Servio. Durante su reinado Roma probablemente superó el medio millón de habitantes. Servio reformó la política romana, convirtiéndola en una verdadera plutocracia. Abolió las primitivas curias, y estableció cinco clases en función de su patrimonio. A la primera pertenecían los ciudadanos que poseían al menos cien mil ases, y a la última los que tenían menos de doce mil quinientos. Es muy difícil calcular a qué corresponderían hoy aquellas cuantías, pero las diferencias hablan por sí solas. Los miembros de la primera clase, votando por centurias, sumaban noventa y ocho votos de los ciento noventa y ocho totales que completaban los comicios, así que resultaba prácticamente imposible que los ricos perdieran una votación.

Consolidado como estaba Servio en el poder, los senadores tuvieron que recurrir de nuevo al asesinato para librarse de él, pero esta vez lo confiaron al brazo ejecutor de su sobrino-yerno, de nombre otra vez Tarquino. La jugada no salió como esperaban los conspiradores, ya que el sobrino se apoyó en los guardias de palacio para hacerse elegir y ascender al trono. Su reinado fue mucho más tiránico aun que el de sus predecesores, por lo que se ganó a pulso el apelativo de Tarquino el Soberbio, por el que lo conoce la Historia.
Si hemos de creer a Tito Livio, el Soberbio se divertía haciendo asesinar en el foro a los ciudadanos que se le oponían. Conquistó vastos territorios de la Italia central y meridional, incluida la región de Etruria, de donde procedía su estirpe. Quizá se volcó tanto en las conquistas exteriores, que descuidó un tanto la urbe. En este tiempo Roma acaso ya sobrepasaba los setecientos mil habitantes.

Perino. Tarquino el Soberbio funda el templo de Júpiter Capitolino

El encargado de deponer al último Tarquino fue también un sobrino suyo, Lucio Junio Bruto, que ha pasado a la Historia como el héroe instaurador de la República. El Soberbio había hecho asesinar a su padre, y aprovechando que se hallaba ocupado en sus conquistas, Bruto sublevó a las legiones acuarteladas en Roma, y marchó hacia el norte para enfrentarse a su tío. Tarquino huyó, refugiándose en Clusium, actual Chiusi, una de las ciudades etruscas a las que había humillado, gracias a la bondadosa acogida que le dispensó su lucumón Porsenna.

De esa forma, en el año 509 a.C., o bien en el 246 ab urbe condita, se extinguió la monarquía de los reyes mercaderes, etruscos o Tarquinos. Se inauguraba así la era republicana.


-¿Crees en una vida mejor después de la muerte?
-Depende. ¿Después de la muerte de quién?




domingo, 15 de marzo de 2020

ANA CARO DE MALLÉN. VALOR, AGRAVIO Y MUJER



Nacida en 1590, no está claro si en Granada o en Sevilla, Ana Caro de Mallén es junto a María de Zayas, una de las mujeres más reconocidas de la literatura española del Siglo de Oro. No eran buenos tiempos para que ninguna mujer destacara ni en las letras ni en ningún otro ámbito, por lo que se supone que la juventud de Ana transcurrió sin salir del seno familiar. Si existió obra suya en ese periodo, se ha perdido.
Su debut literario y público se produjo en 1628, cuando participó en unas fiestas poéticas celebradas en Sevilla en honor de los mártires jesuitas de Japón. Nueve años más tarde, en 1637, se le conoce un poema laudatorio durante las fiestas madrileñas del Buen Retiro. A partir de esos inicios, se sabe de su amistad con María de Zayas y del reconocimiento que algunos escritores de la época hicieron de su talento. Destaca en ello la opinión de Luis Vélez de Guevara, que en su Diablo Cojuelo la llama décima musa sevillana. Tuvo estrecha relación con el cabildo de la catedral de Sevilla, que la mencionó en algunos documentos. Contó también al parecer con la protección del todopoderoso Conde Duque de Olivares.

Ana Caro asistió a la academia literaria del Conde de la Torre, que a pesar del nombre académico no pasó de ser una tertulia. Rodrigo Caro aseguraba que ganó numerosos concursos literarios y justas poéticas de las que entonces abundaban en Sevilla y en toda España, así que parece lícito considerarla como una de las primeras escritoras profesionales de nuestro país. Recibió muchos encargos para glosar diversos acontecimientos de su tiempo, por ejemplo fue célebre y celebrado su Romance por la victoria de Tetuán, escrito en 1633.
Conviene dejar claro que Ana Caro de Mallén no fue lo que se dice una voz crítica. Al contrario, para sustentarse de su trabajo literario en las circunstancias de tiempo y lugar que le tocó vivir, tuvo que relacionarse muy estrechamente con la nobleza y con los poderes fácticos, por lo que su obra se plegó al discurso y al pensamiento dominante. No fue precisamente una contestataria.


Aparte de esta obra en prosa y en verso de loa por encargo, Ana escribió entre 1641 y 1645 varios autos sacramentales, aunque lastimosamente solo se han conservado sus títulos: La cuesta de la Castilleja, La puerta de la Macarena y Coloquio entre dos.
En cuanto a su obra dramática, lo más destacable de su producción, brilla por su acertado tratamiento de los personajes femeninos, su habilidad para urdir enredos, lances y otros efectos dramáticos de gran eficacia. El conde Partinuplés es una comedia caballeresca con tintes mitológicos, basada en leyendas artúricas y carolingias, lo que acredita a su autora como muy versada en esos géneros. En nuestra Biblioteca Bigotini os traemos la versión digitalizada de su comedia Valor, agravio y mujer, una magnífica pieza de enredo de ambiente palaciego, que desarrolla muy hábilmente el mito de Don Juan, el burlador de Sevilla, esta vez travestido en mujer mediante el manido recurso de la dama embozada que se finge varón para lograr su objetivo. Haced clic en la portada y disfrutad esta hermosa y singular comedia.

He perdido mi reputación, pero no la echo en falta. Mae West



miércoles, 11 de marzo de 2020

EXHIBICIONISTAS Y VOYEURS. MIRA, MIRA...


La exhibición de los genitales resulta en nuestra sociedad occidental y en la mayor parte de las consideradas civilizadas, impúdica y contraria al decoro. En determinadas circunstancias, si se realiza en espacios públicos, en presencia de menores, etc., puede llegar a constituir un delito tipificado en los códigos penales de la mayoría de los países. Hace no mucho tiempo se puso de moda una forma de protesta consistente en desnudarse en público. En los estadios deportivos se convirtió casi en una costumbre. Otra modalidad común es el exhibicionismo en internet, selfies de desnudos totales o parciales circulan con asiduidad por las redes sociales.


Sin embargo en muchos pueblos de los que llamamos primitivos es habitual, particularmente en las regiones cálidas, que tanto hombres como mujeres muestren sus atributos sin el menor embarazo. Es uso común en la Amazonía y en muchos otros lugares de Centro y Suramérica. En numerosos pueblos africanos las mujeres muestran los pechos. Los varones bosquimanos exhiben el pene, así como los aborígenes australianos y multitud de nativos de Melanesia, Micronesia y la Polinesia. En ciertas tribus papúes, los hombres no sólo descubren su pene, sino que incluso lo visten con fundas especiales y adornos de plumas o hueso que le confieren mayor realce.

 Muchos mamíferos exhiben los genitales sobre todo en época de celo, periodo en que cambian de color y a menudo de tamaño, para hacerse más visibles. De forma especial, los grandes simios realizan grandes alardes exhibicionistas. Los mandriles sexualmente maduros colorean su rostro de rojo, blanco y azul, imitando a la perfección la coloración genital. De esa forma duplican el efecto llamada a la cópula. Los cambios de tamaño y coloración se producen también en las hembras de chimpancé, que en los días de estro presentan vulvas hinchadas y enrojecidas. Idéntico o parecido comportamiento afecta a muchos carnívoros y herbívoros, que muchas veces acompañan la exhibición de sus genitales con secreciones hormonales convenientemente perfumadas, danzas y reclamos amorosos de todo tipo.

Hay evolucionistas que afirman que los pechos femeninos constituyen en nuestra especie también un reclamo sexual. La postura erguida que adoptaron nuestros remotos antepasados probablemente ya desde los australopitecinos, impide ver la vulva, que a diferencia de los cuadrúpedos, queda recogida entre los muslos. Las hembras de chimpancé tienen pechos poco vistosos, pero las de nuestra especie los tienen voluminosos, y la coloración, bien oscura o bien rosada, de los pezones los convierte en señales sexuales muy eficaces. Modernamente también se colorean de forma intensa los labios, una práctica ya conocida desde el antiguo Egipto o la Creta minóica.


 Hablamos pues de rasgos comunes y hasta habituales en la mayor parte de las especies animales. No obstante, como ya creo que hemos señalado aquí en otras ocasiones, la excusa de que también los seres humanos somos animales, no puede de ninguna manera servir de coartada para actos socialmente reprobables. Animales sí, pero animales sociales, estamos obligados a respetar el conjunto de leyes y normas que han establecido a lo largo de la Historia nuestras sociedades avanzadas. Lo cierto es pues, que entre seres humanos el sexo puede presentar una enorme variedad de juegos y variantes. Tantas como dicte la imaginación, y siempre que sean libremente consentidas por las partes intervinientes. La clave radica por supuesto, en el adverbio libremente. Si se pretende imponer cualquier práctica no consentida o se fuerza la voluntad de otras personas, hablamos de abusos, de agresiones…, en definitiva de delitos.

Pero si hablamos de exhibicionismo, resulta imprescindible hacer también referencia a su complemento, el voyeurismo. Los mirones son el público que los exhibicionistas necesitan, y en ocasiones, de forma furtiva y prescindiendo del conocimiento de sus víctimas, se dedican a espiar a personas o a parejas, violando su derecho a la intimidad. Tanto de exhibicionismo como de voyeurismo encontramos abundantes ejemplos en la literatura, en el arte, y hasta en el cine. El agujero en la pared, la mirilla o el visillo son otros tantos hitos de muchas representaciones de un mismo fenómeno. Alfred Hitchcock, reconocido voyeur y fetichista, acudió a la imagen en La ventana indiscreta y en el agujero tras el cuadro de Psicosis. Salvador Dalí, que se autoproclamaba el gran masturbador, tampoco ocultaba su afición al voyeurismo.


Mientras el exhibicionismo puede en ocasiones presentar un carácter grupal (en muchos clubes y espacios dedicados al nudismo está latente esta pulsión), el voyeurismo sin embargo suele ser un vicio solitario que por cierto ha proliferado en las últimas décadas paralelamente al auge que ha cobrado la pornografía en determinados medios y muy espacialmente en internet. La curiosidad por las imágenes erotizantes, sobre todo por la visión de los genitales, es común a todos los miembros de la especie humana, ya desde la infancia, un periodo por cierto en que los niños resultan particularmente vulnerables, por lo que deberían ser objeto de especial cuidado y protección por parte de padres, maestros y educadores.


En la etapa infantil se forjan las estructuras mentales que terminarán dando lugar a preferencias y gustos en el individuo adulto. También por supuesto, en materia de sexo. La pornografía, al menos tal como se presenta actualmente en los medios, puede resultar muy peligrosa porque salvo muy raras excepciones, presenta arquetipos y tópicos de humillación, dominación, abuso y otros modelos intolerables en el ámbito de los derechos y libertades especialmente de la mujer.
El profe Bigotini sabe todas estas cosas, no porque le interesen de forma especial, sino porque como científico que es, se debe a la ciencia y está obligado a observar cualquier fenómeno. Por eso se fija en las muchachas jóvenes, estudia sus atuendos y sus movimientos, las ve reír alegremente y alejarse, mientras acaricia pensativo su tremenda narizota y evoca viejos poemas: juventud, divino tesoro, te vas para no volver…


-Vamos a ver, oro, incienso… ¿y tú, que traes ahí?
-Mirra.
-¡Aggg, tápate eso, asqueroso!
-Joderr, pues no mirres.