
Trasladada
en su infancia la familia a Barcelona, el pequeño Marino estudió en una
academia de dibujo, y ya antes de la Guerra Civil, comenzó a publicar
historietas para revistas como Pocholo y TBO. Fue en esta última donde en 1936
creó a Melitón Pérez, su primer personaje célebre, un tipo singular
que en tres o cuatro viñetas, desgranaba pequeñas historias de la vida
cotidiana cargadas de sátira y muchas veces con un punto surrealista notable.
En
TBO, publicación para la que trabajó prácticamente en exclusiva, produjo miles
de historietas. La mayoría de ellas, sobre todo en sus comienzos, sin
personajes fijos ni repetidos. En aquellos primeros años cuarenta se fue
haciendo reconocible su estilo de línea clara, viñetas pequeñas y texto escrito
en cursiva, que lo convierten en un referente del tebeo español. En 1946
aparecieron por vez primera sus Aventuras de Morcillón y Babalí,
peripecias de un orondo cazador blanco en África, secundado por el negrito
Babalí, fiel como un perrito a su amo y un poco simple. Eran situaciones
cargadas del racismo un tanto inocente tan característico de su época. También,
a partir de 1951, realizó Benejam durante algún tiempo la sección de Los
grandes inventos del TBO, una de las más exitosas de la revista.

Había
también otros personajes secundarios, un tal Fernandino, un caradura que se
aprovechaba a menudo de la ingenuidad de la familia, y Don Paco, solterón rico
de cierta edad que la esposa y la abuela veían como un posible buen partido
para Lolín.
Las
aventuras familiares tienen lugar en la Barcelona de la posguerra. Aparecen
elementos como el estraperlo, los timos, los primeros automóviles, la radio y
años después la televisión… La familia veranea cada año en San Agapito del
Rabanal. Los “Ulises” van juntos a todas partes, son una familia unida, una
Familia española con mayúscula, de esas a las que seguían de cerca el Municipio
y el Sindicato.
La
sátira es siempre amable y superficial. No se cuestiona nunca el orden social.
El encanto reside en el gran detalle con que se describen las costumbres, en la
gracia de los diálogos y en la comicidad de las situaciones y malentendidos que
se producen.
La
gran cantidad de viñetas de la historieta y lo abigarrado de los bocadillos que
encierran los diálogos, producen a veces en el lector cierto agobio. Benejam
dejó de dibujar la serie por sus problemas visuales, y fue continuada por otros
dibujantes hasta su definitiva desaparición en 1983. Marino Benejam había
fallecido en 1975. En nuestra historia del cómic os dejamos un abanico de
viñetas y páginas de este gran historietista. Disfrutad.
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