Los
póngidos,
tanto fósiles como actuales, pueden calificarse de semibípedos, ya
que en ocasiones caminan a cuatro patas, y otras veces se yerguen
sobre sus patas posteriores. Carecen de cola, y en la actualidad se
hallan confinados a las regiones tropicales africanas y del sudeste
asiático, si bien hace unos pocos millones de años, sus hábitats
eran mucho más diversos. Los miembros más primitivos de la familia
aparecieron a comienzos del Mioceno,
hace unos 25 millones de años. Actualmente la tendencia es
considerarlos a todos dentro de un mismo género. Los más recientes
estudios genéticos parecen desmentir la separación entre póngidos
y humanos hace 15 o 20 millones de años. Hoy se considera que ambas
líneas divergieron en un momento muy posterior. Cada nueva
investigación parece convertirnos en parientes más próximos de
gorilas y chimpancés. Las semejanzas genéticas entre estas especies
y la nuestra, aseguran que nuestra bioquímica es demasiado similar
como para que hayan transcurrido más de entre 5 y 8 millones de años
desde nuestra separación.
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Dryopithecus |
En
los albores del Mioceno, hace entre 12 y 9 millones de años,
apareció Dryopithecus,
un póngido de unos 60 cm. de longitud, que habitó un extensísimo
territorio, ya que se han hallado sus fósiles en lugares tan
distantes como Francia, Grecia, El Cáucaso o Kenia. En este periodo
el continente africano estaba fundido con el euroasiático. Sus
extremidades, parecidas a las de los modernos chimpancés, indican
que debían caminar habitualmente a cuatro patas, aunque
eventualmente pudieran erguirse. El cráneo era también muy
semejante al de los chimpancés, aunque carecían de una cresta
sagital marcada. Estamos ante una especie trepadora y básicamente
arborícola, adaptada para alimentarse de frutas, puesto que sus
muelas, provistas e una capa de esmalte más bien delgada, les
impedirían triturar frutos duros, raíces, hierbas o semillas. Sin
embargo, todo parece indicar que en su tiempo los bosques comenzaban
a desaparecer, siendo abundantes los prados abiertos, por lo que este
espécimen probablemente comenzó a desplazarse en grupos por la
sabana.
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Sivapithecus |
Sivapithecus
fue un póngido de 1,5 m. de altura que vivió entre mediados y
finales del Mioceno
en el sudeste de Europa, Asia y África oriental. Tenía el rostro de
un orangután, los pies de un chimpancé, y las muñecas rotativas,
por lo que parece un simio a medio camino entre la vida arborícola y
la actividad en campo abierto. Los caninos eran largos y los molares
tenían una gruesa capa de esmalte, lo que les permitiría consumir
semillas, tallos y otros vegetales duros o abrasivos. Hace entre 15 y
7 millones de años el clima estaba cambiando. Los bosques
desaparecían, a la vez que aumentaban las praderas. Estos póngidos
parecen adaptados a las nuevas condiciones de su entorno. El nombre
de Sivapithecus
proviene del dios hindú Siva, el señor de las bestias, ya que en la
India se realizaron los más importantes hallazgos fósiles de esta
criatura.
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Gigantopithecus |
Desde
finales del Mioceno
hasta mediados del
Pleistoceno,
transcurrió la existencia de Gigantopithecus.
Tal como su nombre indica, se trató de un auténtico gigante que
alcanzó una estatura de hasta 3 metros. Sus fósiles se han hallado
en India, Pakistán, y sobre todo en China, donde muchos de sus
valiosos huesos se han perdido para la ciencia, empleándose
triturados en la composición de los discutibles remedios de la
medicina tradicional de aquel país. Fue una criatura enorme que
debió sobrepasar los 300 kilos de peso. Sus dientes tenían
alrededor del doble de anchura que los del gorila actual. Estamos
ante un simio de vida terrestre, costumbres muy similares a las del
gorila moderno, y muy próximo genéticamente a Sivapithecus.
La abundancia de sus restos, así como su datación, apuntan a que
sobrevivió hasta bien entrado en Pleistoceno,
hace alrededor de sólo un millón de años o quizá aun menos, por
lo que parece probable que los rumores sobre el yeti
y criaturas semejantes, estén basados en antiguas leyendas que se
remontarían a tiempos en que estos especímenes pudieron haber
convivido con humanos.
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Ramapithecus |
Ramapithecus
habitó en Asia y África de mediados a finales del Mioceno.
Con una estatura de alrededor de 1,2 m., debió ser pariente muy
próximo de Sivapithecus,
hasta el punto de que algunos paleontólogos consideran que se trata
de la misma especie. Sin embargo, sus fósiles mucho más abundantes,
presentan un enorme parecido anatómico con los actuales chimpancés.
Recibe su nombre de Rama, el dios hindú de la nobleza y la virtud.
Su naturaleza terrestre es indiscutible, y también se hace evidente
su capacidad para caminar a dos patas, conservando libres las manos.
Sus dientes robustos y de muy amplia superficie apuntan a una dieta
compuesta de plantas duras. En realidad la dentición parece estar a
caballo entre la de los grandes simios actuales y la de los humanos,
lo que coloca a Ramapithecus
en un interesante puesto para optar a ser el antepasado común de
ambas líneas. Incluso parecen existir pruebas de la utilización de
utensilios, la formación de grupos familiares, y su capacidad para
cruzar ríos y cauces fluviales. Es muy probable que esta criatura
fuera uno más de los callejones sin salida de la evolución. No
obstante, resulta muy sugestivo considerar a Ramapithecus
como una especie de hombrecito incipiente.
En
sucesivas entregas iremos avanzando más en este camino apasionante
que nos conduce al presente. El viejo profe Bigotini, que también
(no hay más que verlo) conserva algunos rasgos arcaicos, me asegura
que obtendrá gran placer rascando a conciencia la espalda de cuantos
fieles seguidores de este blog se presten a tan higiénica práctica.
La
incertidumbre es una margarita cuyos pétalos jamás se terminan de
deshojar.