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sábado, 28 de abril de 2018

JOHN GARFIELD, UN CARTERO DE BROOKLYN




El joven John era un chico de la calle, un muchacho judío que se había criado en las calles del popular barrio neoyorquino. Supo sobreponerse a la pobreza y hasta a su mala salud, triunfando desde que se asomó primero a los escenarios, y más tarde a los platós cinematográficos. Y es que John Garfield era un actor de tomo y lomo, con una intuición innata para la escena.
Interpretó casi siempre personajes de la clase obrera, hombres que como él mismo, no habían tenido las cosas nada fáciles en la vida. Su imagen proletaria, con cazadora de cuero y un parche en la ceja, contribuyó a otorgar protagonismo a los tipos populares, hombres corrientes sin el especial glamour de las estrellas hollywoodienses. En plena guerra mundial, Garfield encarnó a soldados americanos jugándose el pellejo en Europa o en el Pacífico. Encarnó también a aquel inolvidable cartero que siempre llamaba dos veces, enredado con Lana Turner en una historia turbia de sexo y de crimen.
Precisamente hoy os traemos el enlace (clic en la carátula) para visionar el video del trailer de ese peliculón, una producción MGM de 1946, que tuvo grandes problemas con la censura. Antes de su prematuro fallecimiento, John Garfield fue ignominiosamente desterrado de la industria, por exhibir sus firmes convicciones ante el tristemente célebre comité de actividades antiamericanas, en aquellos oscuros cincuenta de la caza de brujas. En Bigotini se le recuerda con respeto y admiración.

Próxima entrega: Lana Turner



miércoles, 25 de abril de 2018

NÁPOLES Y LA COSTA AMALFITANA


El sur de Italia, tan diferente del norte, y Nápoles, tan diferente de cualquier otro lugar del mundo, cautivaron a Bigotini y sus chicas. Luz y color que inundan los sentidos, reciben al viajero. Ahí están los italianos del sur, los napolitanos, vocingleros, latinos y todo lo apasionados que establecen los tópicos, resultan encantadores a su manera. Un paseo por el puerto, un garbeo por el barrio español o una pizza en Gino Sorbillo, allí donde se inventaron las más auténticas, bastan para enamorar a cualquier turista. Ropa tendida, música callejera, motos con dos, con tres ocupantes, zigzagueando por las estrechas callejas... todo eso es Nápoles, y muchas otras cosas. También Nápoles es todos esos montones de basura pudriéndose al sol por el curioso designio de los capos de la camorra. Pero se perdona hasta eso cuando suena dulcemente una mandolina y cuando se degusta uno de esos sabrosos tés con limón o se disfruta de una pizza margaretta en casa del citado Gino Sorbillo, entre el estrépito de platos y vasos, y las animadas voces de los parroquianos.


En todas partes se aprecia la huella de España, la de Aragón más concretamente. Son siglos de historia compartida que no pueden obviarse así como así. Obligada es la visita a las imponentes ruinas de Pompeya y de Herculano, una tragedia y también un milagro conservado entre cenizas y rescatado precisamente por un zaragozano como fue don Roque Joaquín de Alcubierre, paisano ilustre y pionero de la arqueología moderna. Mención especial en el terreno de las visitas culturales, merecen las catacumbas de san Genaro, el buen Genarino, patrón y héroe fundacional de los napolitanos. Ensalada capresse. ¿Qué decir de la deliciosa mozzarella que cada tarde llega a las mesas desde las cercanas granjas? Hay que pedirla siempre en la cena, cuando está más fresca, porque en el almuerzo te darán la del día anterior. Las carnes rojas son más rojas que en ningún otro lugar de Italia, y los pescados atesoran todo el sabor del Mediterráneo. El callejeo interminable, las tascas y los pequeños bistrós con mesitas en la calle, ablandarán al más duro.


Siguiendo la línea ferroviaria de la costa, llegará el viajero a Sorrento, allí donde siempre se vuelve, y tomando luego un autobús que le llevará por la serpenteante carretera que bordea los acantilados, nos plantamos en Minori, una auténtica perla engastada en la corona de la costa amalfitana, la costiera.
Minori es un pequeño pueblo de pescadores, asomado al más azul de los mares mediterráneos. Tiene las ruinas de una vieja villa romana de vacaciones en la que moraba algún rico patricio que se libró de la funesta erupción pompeyana. Tiene un pequeño y encantador hotel familiar, el Vila Romana, donde se alojaron Bigotini y sus chicas. Vistas magníficas, grandes desayunos y coqueta piscina. Tiene además la bendición de los dioses marinos. Las horas transcurren plácidas en Minori. Playa paradisiaca, sombreadas terrazas y fresquísimas cervezas. Cuando el día declina vuelven los pescadores con su coleante y viviente cosecha marina. Poco después podrán degustarse esas exquisiteces en cualquiera de los tres o cuatro restaurantes de la localidad. Fritura de pescados, calamares, lubina... Pasta rellena de gambas, de sepia, de pulpo... La panadería local es a la vez, un pastificio en el que se preparan los spaguetti frescos o los penne rigate que te zamparás en la cena. Homérico.


A los tres días de estancia, te saludan el carnicero, el panadero o la estanquera, y te tomas unas cervezas con el marido de la peluquera. Minori es lo que se dice un pueblecito encantador. Desde su diminuto puerto parten pequeños barcos de pasajeros que te conducen a la vecina Mayori, a Amalfi, a Positano, a Capri. Todas son visitas obligadas, como lo es la que debe rendirse a la vecina Salerno, la capital administrativa de la provincia, y uno de los templos mundiales de la gastronomía. La isla de Capri, la mítica isla, queda a apenas una hora de barco de Minori. Marisol, Laura y Bigotini se sumergieron en las azules aguas de la célebre grotta azzurra, entre los trinos tenores de los barqueros. Capri, desde el puerto y la bahía, y Anacapri desde su estratégica elevación, cautivarán al turista con sus lujos algo añejos. Nostálgicos recuerdos de las estrellas que en los cincuenta y los sesenta, hicieron de la isla el lugar de vacaciones más glamuroso de Europa.


Amalfi, que da nombre a la costiera, seduce con su extraordinaria catedral bizantina. Amalfi fue durante el medievo pre-renacentista, una importante ciudad estado, tan notable como pudo serlo Génova o la misma Venecia. Pero un inoportuno terremoto acabó con aquella época de esplendor. Amalfi es ahora una pequeña población, eso si, con un duomo que no envidia en nada al de Milán o al de Florencia, pongo por caso. En este tiempo vive del turismo, igual que la vecina localidad costera de Positano, la capital mundial del limón y los limoneros. En Positano se come la mejor pasta con marisco del mundo entero, y en toda la costa amalfitana, la mejor mozzarella de búfala, recien hecha y fresca del día. Para el viejo Bigotini y sus chicas fueron unos días inolvidables, viajando de día en los barquitos de cabotaje por los diferentes pueblos costeros, y disfrutando después de las noches de Minori frente al mar. El profe derramó amargas lágrimas cuando tuvo que abandonar aquellos paradisiacos parajes. Si alguna vez se pierde, buscadlo por allí.


¿Qué es la riqueza? Nada, si no se dilapida. André Breton.



domingo, 22 de abril de 2018

FRANCISCO DE BORJA Y ARAGÓN, PRÍNCIPE DE ESQUILACHE



Nacido en 1581, Francisco de Borja y Aragón (no confundir con San Francisco de Borja) fue un importante militar de su tiempo. También fue un notable poeta, y es esta precisamente la faceta que queremos resaltar del personaje en nuestra biblioteca Bigotini. En su juventud fue uno de los favoritos de Felipe III, lo que valió el nombramiento de virrey del Perú. Nadie piense que el cargo era una cosa de poco más o menos. Muy al contrario, aquel virreinato peruano de entonces abarcaba la casi totalidad del continente sudamericano, todo un imperio. Durante los primeros años de su mandato en Lima, nuestro hombre se dedicó en cuerpo y alma a la lucha contra los piratas. Eran holandeses e ingleses en su mayoría, que se dedicaban a saquear los buques españoles que hacían las rutas regulares. En esta labor policial Francisco de Borja tuvo un éxito considerable, siendo el más destacado virrey del Perú en el terreno de la lucha contra la piratería. Permaneció en el cargo desde 1614 hasta 1621.


De su extensa producción poética cabe destacar sus excelentes sonetos. Biblioteca Bigotini se complace en presentaros una selección de estos Sonetos. Haced clic en la ilustración y deleitaos con la lectura de los magníficos versos de este singular poeta. Buen provecho.


La pereza se mueve tan despacio que la miseria no tarda en alcanzarla. Benjamin Franklin.



miércoles, 18 de abril de 2018

LA HERENCIA DE TILBURY HOLMES. UNA NUEVA AVENTURA DEL FAMOSO DETECTIVE


Otra anodina tarde en Baker street. Sherlock Holmes, el genial detective, repasaba minuciosamente su colección de dermápteros, más conocidos por su nombre vulgar de cortapichinas o tijeretas. La señora Padmore debía estar en la cocina, a juzgar por el coro de borboteos que producían la media docena de pucheros en los que solía hervir pescuezos de yegua, cardos espinosos de las Hébridas, cabezas de somormujo, y el resto de inmundicias con las que cada día castigaba nuestros paladares. Yo por mi parte, a despecho de los continuos temblores que me producía la malaria, intentaba pintarme las uñas, y lo único que conseguía era ponerme los pantalones perdidos de laca. De pronto, Holmes exclamó: ¡atención doctor Watson, la correspondencia! El muy taimado había calculado con la precisión de siempre que el cartero arrojaría por la ventana la correspondencia como cada tarde a las dieciocho treinta y cinco. Levantó tres dedos y los fue recogiendo al tiempo que contaba: ¡tres, dos, uno...!, y el voluminoso paquete que contenía nuestra correspondencia y los diarios de la tarde, describiendo una parábola, atravesó la ventana acertando de pleno en mi rostro.

Aun intentaba recoger los fragmentos de mis lentes destrozados, cuando mi compañero de habitación casi había terminado de clasificar la prensa y el correo. Le vi titubear ante una de las cartas. La abrió, leyó, y el genial detective se puso durante un instante pálido como la cera. ¿Malas noticias, Holmes?, pregunté, y con gesto sombrío me contestó: Se trata de mi hermano Tilbury. Me temo, querido Watson, que ha fallecido en la India el jueves pasado.
Le manifesté mi pesar, y después de agradecérmelo, explicó que al parecer su hermano había sucumbido en una inocente batalla de almohadas. ¿Almohadas, cómo es posible?, pregunté incrédulo, y Holmes me aclaró que su hermano Tilbury era faquir. Las almohadas de los faquires, ya sabe, están hechas con clavos. Naturalmente, eso lo explicaba todo. Le di unas palmadas de ánimo y muy pronto se recobró, volviendo a exhibir su frialdad habitual. Debemos partir cuanto antes, me dijo. El viejo Tilbury Holmes no tenía más familia que su hermano, y era preciso hacerse cargo de su herencia.

Al día siguiente tomamos el expreso con destino a Durham. Holmes insistió en que debíamos ir de incógnito, así que opté por disfrazarme de colegiala. Estaba yo tan mona en aquel compartimiento de primera clase con mi faldita de cuadros, cuando entró un apuesto mozo de equipajes y me tiró un pellizco en la nalga izquierda. Ya pensaba que allí podría haber plan, cuando comprendí que aquel joven no era otro que Sherlock Holmes. Su disfraz es perfecto Watson, me dijo, excepto por el bigote. ¡Maldición!, pensé, y pasé el resto del viaje sumido en la más profunda melancolía.
Una vez llegamos a la mansión que había sido el hogar de Tilbury Holmes, asistimos a la lectura del testamento. No aburriré al lector con detalles sin interés. En lo sustancial, la casa pasaba a ser propiedad de la atractiva señora Hotass, el ama de llaves, unos miles de libras se legaban al doctor Killhealthy, su médico de cabecera, y para su querido hermano Sherlock, Tilbury reservaba una cajita de madera que contenía el dibujo de una clave de sol y una breve nota: Querido Sherlock, si de verdad eres tan listo como dicen, hallarás los famosos diamantes de Bangalore guiándote por esta hermosa clave de sol. Tienes veinticuatro horas a partir de la lectura del testamento, así que buena suerte.


¡Nada menos que los famosos diamantes de Bangalore! Se les calculaba un valor próximo al cuarto de millón de libras. Quise preguntar algo a Holmes, pero me atajó con un gesto disuasorio. Quería estar solo para poder pensar, y así lo hizo durante las siguientes cuatro horas encerrado en la biblioteca de su difunto hermano. La voluptuosa sirvienta, el viejo galeno, el abacea y yo mismo, quedamos afuera expectantes hasta que ya de noche cerrada, el genial detective salió de la biblioteca anunciando con gesto triunfal: ¡ya lo tengo!, y acto seguido nos citó a todos allí mismo la mañana siguiente poco antes del amanecer. Aquella noche yo no pude pegar ojo, y tampoco debieron dormir muy bien los demás a juzgar por los rostros ajados que exhibían cuando volvimos a comparecer en la biblioteca poco antes de que amaneciera. Holmes, sin embargo, estaba radiante. Por indicación suya nos sentamos todos a esperar que los primeros rayos de sol penetraran por la ventana. Por suerte el día amaneció sin una sola nube, y pocos minutos más tarde, un luminoso haz de luz inundó la estancia, iluminando la pesada araña de cristal que colgaba en el centro de la biblioteca.

Allí mismo, entre los cientos de cuentas de cristal de la lámpara, brillaron con especial fulgor tres grandes piezas de carbono perfectamente talladas. Eran los diamantes de Bangalore con los que el majarajá Shalmán III había obsequiado a Tilbury Holmes en agradecimiento por haberle librado de un vendedor de seguros muy pelmazo. A partir de aquel momento, el gran Sherlock Holmes sería su afortunado propietario. Con aquel dinero llovido del cielo podría ampliar su colección de dermápteros, podría realizar un viaje alrededor del mundo, y hasta podría inscribirse en el curso de bandurria por correspondencia que tanto y tanto había anhelado. Gracias a la generosidad de mi socio, a mí me correspondió un pellizco de aquella fortuna con el que al fin pude hacerme una depilación en condiciones, y adquirir ese carísimo rouge de labios con el que soñaba desde que era un muchacho.

El mundo es un gran teatro, pero la comedia tiene un reparto deplorable. Oscar Wilde.



sábado, 14 de abril de 2018

¿TIENES UN PROBLEMA CON EL ALCOHOL?



En la llamada cultura occidental el alcohol es la droga por excelencia. En España y en los demás países de nuestro entorno, bebidas como el vino, y crecientemente la cerveza, forman parte del proceso de socialización comúnmente aceptado y se consideran prácticamente un alimento. De entre las drogas legales, el alcohol es la que más se consume, y una de las que más problemas causa. Desde procesos crónicos como alcoholismo o cirrosis hepática, hasta accidentes de tráfico o laborales por intoxicación etílica. En el ámbito laboral, sobre todo en determinadas actividades como la construcción o el transporte, el alcohol se encuentra detrás de un número muy elevado de accidentes de trabajo. Muchos más de los que salen a la luz. Más a menudo de lo que pensamos la caída del andamio o de la escalera de mano, están relacionadas con el vino, los carajillos o las copas consumidas durante los almuerzos.

Se calcula que en España cada año mueren cerca de 15.000 personas por problemas relacionados de una u otra manera con el alcohol. Los efectos son más intensos en menores de 18 años, porque su organismo todavía está en proceso de desarrollo. También en mujeres, y en general en personas de bajo peso, sobre todo si se toman grandes cantidades de alcohol en poco tiempo. Las unidades de emergencia médica destacadas en fiestas multitudinarias, conciertos y otras concentraciones similares, atienden fundamentalmente (en una proporción mayor de 9 a 1) intoxicaciones etílicas.

La mayor parte de las personas en nuestro medio son (somos) lo que se llama bebedores sociales. Casi todas las celebraciones incluyen alcohol de alguna clase en mayor o menor proporción. La línea que separa el consumo moderado, socializado y responsable, de la conducta patológica, a menudo es tan sutil, que pasa desapercibida para muchos. Por eso conviene que nos planteemos la pregunta: ¿tengo un problema con el alcohol? En este post vamos a tratar de ofrecer alguna pista para hallar la respuesta. En otra ocasión nos ocuparemos con más extensión del alcoholismo propiamente dicho.

¿Cuándo debes preocuparte?
  • Si reconoces que el alcohol forma parte de tu vida, se ha convertido en una necesidad, como comer o dormir, y sientes que no puedes o te será difícil dejarlo.
  • Si sistemáticamente bebes por encima de los límites recomendados (ver más abajo).
  • Si necesitas beber por la mañana.
  • Si tienes síntomas como pérdida de peso, falta de apetito, cansancio constante, dolor de estómago, retención de líquidos en las extremidades, abdomen hinchado o tinte amarillento de la piel.
  • Si las personas que te rodean te han hecho observaciones críticas sobre tu forma de beber.
  • Si por causa del alcohol has llegado a faltar al trabajo o el alcohol te ha causado algún problema laboral.
  • Si tienes problemas conyugales o familiares relacionados con el consumo de alcohol.

Si te identificas con alguna de las situaciones descritas, debes consultar lo antes posible a tu médico. Infórmate de las posibles consecuencias del consumo abusivo, y plantéate incluso la abstinencia. Las organizaciones y sociedades de ex alcohólicos, alcohólicos anónimos o alcohólicos rehabilitados ofrecen casi siempre el mejor apoyo y el más especializado. En cualquier caso, y aunque no te encuentres en ninguna de las situaciones anteriores, conviene seguir los siguientes consejos:

  • Bebe cuanto menos, mejor. El límite aceptable para personas adultas sanas está en torno a las 5 bebidas. Una bebida equivale a una copa de vino, una caña de cerveza o un carajillo. Las copas de licores (brandy, whisky, ron…), los cócteles o los combinados equivalen a dos (a veces a tres) bebidas.
  • Bebe aun menos si eres mujer. Las mujeres metabolizan peor el alcohol y son más sensibles a sus efectos.
  • No bebas nada en absoluto si eres menor de edad, si estás embarazada, si consumes algún medicamento, o si tienes enfermedades crónicas como diabetes o hepatitis.
  • Cuando quedes con los amigos y sea previsible el consumo de alcohol, márcate un límite de bebidas antes de salir de casa.
  • No tomes bebidas alcohólicas (por ejemplo cerveza) simplemente para aliviar la sed. Cuando tengas necesidad de hidratarte toma agua o algún refresco.
  • No concentres en el fin de semana la bebida de la semana entera.
  • Cuando salgas y visites varios bares, una buena práctica es alternar bebidas con refrescos.
  • Procura siempre comer algo (una tapa) con las bebidas.
  • En las comidas principales no consumas más de una unidad de bebida (cerveza o vino) en cada comida.
  • No bebas en casa.
  • No bebas nunca solo/a.
  • Bebe despacio. Tómate tu tiempo para cada bebida. Conversa. Deja la copa en la mesa o el mostrador, no la sostengas todo el tiempo en la mano.

Puedes conseguir más información en www.sindrogas.es o en www.acoholicos-anonimos.org


Con la primera copa el hombre bebe vino, con la segunda el vino bebe vino, y con la tercera el vino se bebe al hombre.  Juvenal.



miércoles, 11 de abril de 2018

PINCHON, EL INVENTOR DE LA LINEA CLARA



Nacido en Amiens en 1871, Joseph Porphyre Pinchon, fue el primer pionero de la bande dessinée, los cómics francófonos, y precursor de la llamada ligne claire, tan característica de los historietistas e ilustradores franco-belgas durante más de un siglo. Su primera vocación fue la pintura. El joven Pinchon fue alumno de Cormon y de Albert Besnard, pero a partir de 1904, comenzó a ganarse la vida como ilustrador en revistas como Le petit journal ilustré de la jeunesse o La semaine de Suzette, publicación para la que creó a Bécassine, la simpática criada bretona que fue su más célebre y universal personaje. A partir del gran éxito de Bécassine, Pinchon se asoció con Caumey que escribió la mayor parte de los guiones y diálogos tanto de las historietas como de los albumes de aventuras completas, 26 volúmenes que ambos produjeron incansablemente hasta la muerte del dibujante en 1953.

El trazo de Pinchon, ágil y elegante en extremo, encandiló a media Europa durante el periodo de entreguerras. Aquí en Bigotini, nos confesamos rendidos admiradores de este genial autor, y fervientes seguidores de su entrañable Bécassine, una muchacha pueblerina cuya encantadora simplicidad choca frontalmente con la afectación de los parisinos. Pero Pinchon no se limitó a un solo personaje, también dibujó albumes tan interesantes como Frimousset, La famille Amulette, Olive et Bengali, Suzel o Gringalou, su última creación. Realizó ilustraciones para una decena de novelas de humor o aventuras, así como espléndidos mapas ilustrados que se cuentan entre los mejores de principios del pasado siglo. Como pequeña muestra del gran talento de este artista francés y universal, reproducimos aquí algunos de esos mapas, además de unas cuantas portadas y páginas de la fabulosa Bécassine. Esperamos que os gusten tanto como a nosotros.























domingo, 8 de abril de 2018

ALAN LADD, EL HOMBRE SIN PIES





Bueno, naturalmente Alan Ladd tenía pies, pero con toda seguridad debió ser el actor del Hollywwod dorado que menos los mostró en la pantalla. El problema consistía en que Ladd era muy bajito. Tenía un atractivo rostro de galán y ciertamente sabía actuar incluso mucho mejor de lo que le dieron oportunidad de demostrar ante las cámaras, pero su estatura no llegaba al metro sesenta, así que en sus rodajes recurrían a trucos como subirlo en un taburete para besar a la chica, ponerlo sobre una plataforma en los planos en que aparecía con otros actores, o emparejarlo a menudo, como hicieron los productores, con Veronica Lake, que también era un tapón. Si repasáis su filmografía os recomiendo que os fijéis en ciertos detalles: prácticamente nunca aparecía de cuerpo entero salvo si se hallaba muy alejado de los demás personajes, en los encuadres colectivos nunca caminaba, siempre permanecía quieto, cuando montaba a caballo en solitario le preparaban el de menor alzada que podían encontrar, y si cabalgaba en grupo, le sustituía un extra.

Tras sus primeros papeles de gangster y sobre todo, tras el éxito de Raíces profundas, su película más taquillera, le encasillaron en el western. El sombrero y las cartucheras le sentaban de maravilla. Al profe Bigotini le gusta especialmente Tambores lejanos, que filmó en 1954 a las órdenes de Delmer Daves. Su tendencia depresiva le hizo caer en el alcoholismo. Al final de su carrera rechazó algunos papeles magníficos, mal aconsejado por su representante. Para terminarla de fastidiar, su frustrado romance con June Allison acabó sumiéndole en la desesperación. Se suicidó a los cincuenta a base de barbitúricos y bourbon. Haciendo clic en la ilustración, podéis enlazar con un brevísimo video donde se relatan sus últimos años y su trágico final.

Próxima entrega: John Garfield



jueves, 5 de abril de 2018

LA PERVERSA BABILONIA Y EL NACIMIENTO DE LA BIBLIA



En el imaginario colectivo de nuestra cultura judeo-cristiana, Biblos o Babilonia, la gran metrópoli del Creciente Fértil, ha sido siempre sinónimo de pecado y maldad. De esta negativa imagen acaso el principal responsable sea el libro bíblico de Daniel, donde se narra la persecución sufrida por Sidraj, Misaj, Abed-Nego y el mismo Daniel, por parte del rey Nabucodonosor, al que se presenta como un monstruo que arrojaba a sus inocentes víctimas a fosos repletos de leones o los asaba en hornos llameantes. Muchos siglos más tarde, en la ópera Nabuco de Verdi, aparecían también los judíos como infelices cautivos maltratados por sus opresores. Conviene sin embargo, aclarar que el libro de Daniel fue escrito cuatro siglos después del cautiverio babilónico, en el periodo helenístico, cuando los judíos sufrían la represión de Antíoco IV, un monarca grecohablante. El libro de Daniel probablemente sirvió al interés de los judíos helenizados a la fuerza, que no pudiendo expresar claramente su rebeldía contra Antíoco, emplearon el conocido recurso de la metáfora para hacer patente su descontento.


Porque lo cierto es que el llamado cautiverio de Babilonia, exilio forzoso de los judíos (de una selección de las familias importantes) tras la conquista de Jerusalén por Nabucodonosor en 587 a.C., no fue ni mucho menos tan trágico como se pinta en el libro de Daniel. Al contrario. Babilonia era una ciudad cosmopolita donde reinaba una atmósfera de tolerancia religiosa. Los babilonios no hicieron el menor esfuerzo para obligar a los judíos a adorar a Marduk. Lejos de ser oprimidos, los judíos pudieron adquirir allí tierras y propiedades, hacer negocios y prosperar considerablemente. Conforme muchos de ellos iban regresando a Judea, sus parientes babilónicos se habían enriquecido lo suficiente como para ofrecerles un gran apoyo económico. En ningún documento histórico existe indicio de que los judíos crearan algún problema a las autoridades babilónicas.


Ezequiel fue el principal profeta judío del exilio. Por lo que sabemos, Ezequiel se condujo en todo momento como un ejemplar patriota babilonio. Lanzó feroces invectivas contra los enemigos de Nabucodonosor (Tiro y Egipto). Incluso culpó de la destrucción de Jerusalén y su templo no a Nabucodonosor, sino a los pecados y las costumbres licenciosas de sus propios compatriotas judíos. Ezequiel mantenía que el Dios de Israel estaba disgustado y quería castigar a los suyos. Cuando hubieran cumplido su condena, retornarían a su patria. Con esta astuta fórmula, el profeta evitó que sus paisanos, y de paso sus anfitriones, adoptaran la entonces extendida creencia de que al ser derrotado un pueblo, perdía su identidad nacional y sus dioses morían con él. De esta manera Ezequiel mantuvo viva la llama del judaísmo. Aun más, bajo la guía de Ezequiel un puñado de sabios escribas exiliados comenzó a poner por escrito las viejas leyendas, los testimonios históricos y las tradiciones orales del pueblo judío. Nacieron así los primeros libros de la Biblia tal como los conocemos. Sus conocimientos se remontaban a la entrada en Canáan y a las remotas leyendas de Moisés y de los viejos patriarcas Abraham, Isaac y Jacob.


Para todo lo anterior carecían de tradiciones, de manera que adaptaron algunas antiguas leyendas de sus anfitriones babilonios. Los primeros relatos del Génesis que hacen referencia a la creación, al Jardín del Edén o al diluvio, son claramente de inspiración babilónica. Así, Tiamat, el monstruo del caos, se convierte en Tehom (lo profundo), la lista de los patriarcas ultralongevos anteriores al diluvio, parece provenir directamente de los registros sumerios conservados por los sacerdotes babilonios de aquel tiempo. La torre de Babel no es sino una versión magnificada del zigurat dedicado a Marduk que quedó a medio terminar. El peregrinaje de Abraham desde Harrán a Canáan y su procedencia de Ur de los caldeos, no hace otra cosa que describir el itinerario que la tradición otorgaba a los orígenes de los propios habitantes de Babilonia. En definitiva, los primeros libros bíblicos hunden sus raíces en la tradición babilonica.


Pero volviendo a la perversidad de Babilonia, cuando se adquiere cierta fama, es muy difícil desprenderse de ella. En parte por el citado libro de Daniel, y en parte por las diversas fuentes posteriores de la tradición religiosa y/o literaria (en el Apocalipsis de san Juan se la describe como cloaca de vicios), Babilonia, que probablemente no era ni más ni menos perversa que cualquier otra gran ciudad, pasaría a la historia como la quintaesencia de lo malvado y lo pecaminoso. Siglos después de ser destruida Babilonia, este discutible cetro de la maldad pasaría a Roma como metrópoli dominante del ámbito mediterráneo. Mucho más tarde no se librarán del sambenito la Sevilla del barroco español, la Venecia de Casanova, el París del can-can o el Las Vegas de los casinos. Realidad, fantasía... quién sabe.

Mi mujer me ha dado un ultimatum. Dice que o le presto atención cuando me habla... o no sé qué más...