Pues sí, Con la muerte en los talones.
Seguro que recordáis aquella inolvidable película de Alfred Hitchcock de 1959
cuyo título original era North by Norwest.
Un título un poco anodino que los distribuidores españoles tuvieron (por una
vez) el acierto de traducir tan libremente. En ella su protagonista, Cary
Grant, era confundido con otra persona y perseguido por una organización
secreta de peligrosos criminales. Por uno de esos caprichos que suelen tener
los guionistas, los malos, en lugar de pegarle dos tiros que hubiera sido lo
más sencillo, se empeñaban en cargarse al pobre Cary con una avioneta de
fumigación…
Bueno, pues aunque a
primera vista parezca tan absurdo, lo cierto es que el contacto directo con plaguicidas y pesticidas,
no está exento de riesgos ni mucho menos. Cada año, en las épocas en las que
suelen aplicarse los tratamientos fitosanitarios, se produce un
buen número de casos de intoxicación aguda. Estos accidentes ocurren
generalmente, bien por hacer un uso indebido de los productos, o bien por
realizar las aplicaciones sin contar con las protecciones pertinentes, en
muchos casos sin protección respiratoria y en otros sin ropa adecuada,
fumigando en pantalón corto o incluso sin camisa. Conviene tener presente que
la gran mayoría de estas sustancias plaguicidas son liposolubles, por lo tanto
pueden absorberse a través de la piel, causando graves intoxicaciones.
Aquí tenéis los consejos y medidas de seguridad esenciales para realizar las tareas de fumigación de una forma saludable y segura.
1.- buscar asesoramiento antes de elegir un producto de uso fitosanitario que se quiera aplicar. Informarse sobre cuál es el más eficaz, teniendo en cuenta el tipo de plaga y el cultivo o planta ornamental a proteger, y a la vez el menos tóxico, y también sobre cuál es el momento más oportuno para empezar el tratamiento. La información tiene que ser actualizada (productos con el registro en vigor).
2.- almacenar los plaguicidas en locales que queden protegidos de la lluvia y del sol y que estén alejados de las zonas de habitación de las personas. Los locales serán seguros y se deberán poder cerrar con llave; en la puerta se colocará un cartel que avise sobre los riesgos de los productos almacenados. Todos los plaguicidas son sustancias peligrosas, por tanto, deben estar separados de alimentos y fuera del alcance de los niños, animales domésticos y personas no autorizadas o que desconozcan su manejo.
3.- agrupar las sustancias almacenadas por categorías de peligro (tóxicos, corrosivos, inflamables, etc.). Nunca deben estar juntos los productos tóxicos y los corrosivos. Las sustancias inflamables (gasolina, gasóleo, etc.) han de guardarse en un armario que pueda cerrarse con llave. Igualmente, hay que controlar el buen estado de los envases (incluyendo la etiqueta) para evitar las fugas o derrames.
4.- conservar los plaguicidas en el envase original de compra, de este modo siempre se sabe el producto que contienen. Es obligatorio que los recipientes que tienen sustancias peligrosas lleven una etiqueta en la que figure el nombre del producto, sus efectos nocivos y las medidas de seguridad que hay que seguir al utilizarlo.
5.- nunca se deben trasvasar los plaguicidas a recipientes domésticos o improvisados. Estos pueden dar lugar a que se confundan los productos peligrosos con otros de uso común o con alimentos o bebidas. Si fuera necesario trasvasar los plaguicidas por causas de derrames o roturas de los envases originales, hay que especificar el nombre del producto y sus efectos nocivos en el nuevo recipiente.
6.- preparar las diluciones (caldos) siguiendo todas las indicaciones del fabricante y no usar nunca productos sin etiqueta. Realizar estas operaciones respetando las dosis y las diluciones recomendadas. Recuérdese que más concentración no significa mayor eficacia del producto, sino más riesgos.
7.- realizar las mezclas al aire libre y siempre utilizando los equipos de protección obligatorios que se indican en la etiqueta de cada producto. Nunca se usarán las manos para remover las mezclas, aunque estén protegidas con guantes. Igualmente, los instrumentos utilizados, embudos, filtros, paleta, etc., se usarán sólo para estas tareas. Las operaciones de mezcla y carga (en los equipos de aplicación) son de alto riesgo porque implican el manejo de plaguicidas concentrados.
8.- evitar que los productos sobrantes de los caldos de plaguicidas contaminen el agua potable. No hay que lavar nunca los recipientes o los aparatos fumigadores en fuentes, arroyos, ríos u otros cursos de agua.
9.- los envases de plaguicidas que queden vacíos deben devolverse al suministrador, si es posible; la ley le obliga a hacerse cargo de la gestión de los residuos derivados de sus productos. Los envases que no se puedan devolver serán considerados residuos. Para su eliminación deberá seguirse todo cuanto la ley dispone al efecto y que queda establecido por las normas de cada Comunidad Autónoma.
10.- Tener en cuenta como norma general, que un envase vacío de un plaguicida es un residuo peligroso, por lo que está prohibido abandonarlo o eliminarlo de forma incontrolada (quemarlo, enterrarlo, arrojarlo a un curso de agua, etc.).
11.- Ninguna persona puede realizar trabajos de tratamientos de plaguicidas si no dispone de la formación obligada por la ley o si no tiene suficiente información sobre este tipo de trabajos (riesgos que implica la aplicación, la forma de hacer la tarea, equipos de protección y primeros auxilios para casos de urgencia). La formación y la información son responsabilidad del empresario.
12.- Aplicar los plaguicidas utilizando siempre los equipos de protección individual (EPI) indicados para cada uno de ellos (unos productos son más peligrosos que otros): guantes largos de caucho o goma, botas altas de caucho, mascarilla que proteja la nariz y la boca de la inhalación de gases o polvo tóxico, gafas o máscara facial que eviten las salpicaduras en los ojos y ropa de trabajo que proteja el cuerpo del contacto con los plaguicidas.
13.- En ningún caso se deben aplicar los plaguicidas usando sandalias, pantalones cortos o camisas de manga corta, ni tampoco se usarán pañuelos que cubran la nariz y la boca como una supuesta medida preventiva para evitar la inhalación del plaguicida. Esta práctica supone una fuente adicional de entrada por vía oral debido a que no evita la inhalación del producto y favorece el contacto bucal durante la aplicación.
14.- No se debe fumar, ni beber, ni comer mientras se están realizando fumigaciones. Al terminar el tratamiento, hay que lavarse con abundante agua y jabón y cambiarse de ropa, a ser posible, en el mismo lugar de trabajo. Nunca hay que hacerlo en la propia vivienda puesto que esto implicaría trasladar el riesgo de contaminación a la familia del trabajador. También hay que lavar la ropa y las protecciones personales después de cada aplicación y guardarlo todo en un lugar bien ventilado, lejos de las habitaciones. La ropa de trabajo se ha de lavar separada de la otra ropa de la casa.
15.- Intercalar un espaldar o pieza de tela impermeable entre la espalda y el depósito de fumigar, cuando el plaguicida se aplique con un pulverizador de accionamiento manual.
16.- Verificar los equipos de aplicación de los plaguicidas (mochilas y tanques pulverizadores) antes de empezar a usarlos. Asegurarse de que funcionan sin escapes ni derrames y que están calibrados para las dosis de aplicación necesarias.
17.- No se deben soplar ni aspirar jamás con la boca las boquillas de los aparatos de aplicación cuando se obstruyan, puesto que existe un gran riesgo de intoxicación por contacto con la boca. Para desatascarlas hay que utilizar un alambre o hilo de cobre.
18.- Pulverizar de espaldas al viento para impedir que la nube generada alcance al aplicador y evitar entrar en contacto con las zonas recién tratadas porque son una fuente de exposición al plaguicida. Igualmente, se debe guardar una distancia prudencial entre los trabajadores para evitar la mutua contaminación. Se suspenderán temporalmente los trabajos en caso de vientos fuertes o lluvia
19.- Señalizar mediante carteles de “aviso de peligro” las zonas tratadas.
20.- Los trabajadores han de estar sometidos a vigilancia médica. Los plaguicidas, además de producir intoxicaciones agudas, pueden provocar trastornos y enfermedades que se manifiestan a largo plazo.
21.- Los trabajos de fumigación se realizarán siempre por al menos dos personas. Nunca los llevará a cabo un solo operario.
22.- En el vehículo de apoyo (furgoneta o similar) se dispondrá de una copia de las fichas de seguridad de los productos, para poder ser consultadas en caso de ingestión accidental, contacto con los ojos o las mucosas u otros accidentes.
23.- en caso de contacto con las sustancias se procederá al lavado con agua abundante. Para ello se utilizará la fuente o toma de agua más próxima. En caso necesario, el equipo MULTEYME cuenta con un depósito de agua potable provisto de grifo, para la limpieza de manos, ojos, etc.
Tampoco son infrecuentes las intoxicaciones subagudas o crónicas. En los protocolos de vigilancia de la salud de los trabajadores expuestos al riesgo, debe incluirse de forma periódica la determinación de colinesterasa sanguínea. Es el parámetro que nos va a ofrecer sospecha o eventualmente, certeza, de intoxicación y posible daño causado por la absorción de estos productos. Así que no lo olvidéis. Si tenéis que fumigar, hacedlo con todas las garantías de seguridad.