Pues
sí, habéis leído bien, no se trata de patos voladores,
sino violadores,
tal como suena. Los machos de varias especies de patos, y muy particularmente
los del ánade real, conocidos también
con el nombre vulgar de patos azulones y el científico Anas platyrhynchos, tienen la reprobable
costumbre (inadmisible en términos humanos) de violar a las hembras en grupo.
La
especie es muy común. Los azulones son los patos no domésticos más habituales
en los estanques, lagunas y ríos europeos. Los machos, esos delincuentes de los
que tratamos hoy, tienen las plumas de la cabeza de un verde intenso, de
brillos metálicos, el pico amarillo y los flancos bajo las alas de un azul
subido, de donde deriva el nombre común que les aplicamos. Las hembras tienen
una apariencia mucho más discreta, plumaje que alterna colores pardos, grises y
pajizos. Su aspecto es muy similar al de los pollos, salvo por el detalle de su
mayor tamaño.
En
nuestro río vertebral, el Ebro a su paso por Zaragoza, anidan en los últimos
años varias bandadas de azulones. Armados de paciencia y unos buenos
prismáticos, pueden ser observados en el tramo que va del puente de Santiago al
azud. El modus operandi de estos
criminales es casi siempre el mismo: un grupo de tres, cuatro o a veces hasta
siete u ocho machos, comúnmente hermanos de la misma puesta, acosan, rodean y
finalmente se abalanzan sobre una hembra adulta, bien solitaria o bien incluso
en ocasiones acompañada por su pareja. Ningún freno es capaz de contener el
ímpetu de estos depredadores sexuales cargados de testosterona. Uno por uno van
sometiendo a la pobre hembra a lo que algunos zoólogos han llamado de forma
eufemística copulación forzada, que no es otra cosa que una violación en
toda regla.
Los
coitos son muy rápidos. Los agresores pierden más tiempo en el forcejeo que en
el acto en sí. A veces, mientras sus hermanos van montando a la hembra, uno o
dos de ellos la sujetan sumergiéndole la cabeza bajo el agua en una especie de
aguadilla prolongada, que añade aun más tortura al hecho de la violación. Se
han descrito casos de muertes de la hembra y hasta del macho acompañante,
verdaderos asesinatos, crímenes sexuales que convierten en inútil la coartada
reproductiva. Cabe preguntarse si estos machos se comportan así con el objetivo
de intentar perpetuar su acervo genético o simplemente para satisfacer sus
pulsiones. La respuesta no puede ser fácil. Hablemos sencillamente de instinto,
un instinto irrefrenable grabado a fuego en lo más profundo de su ADN.
Pero
la cosa no queda ahí. Los azulones no sólo practican estas copulaciones
forzadas, sino que en ocasiones se trata de copulaciones homosexuales e incluso
necrófilas. En un artículo que reproduce Jules Howard en su libro Sexo en la Tierra, leemos:
El 5 de junio de 1995, un
azulón (Anas platyrhyncos) adulto chocó con la fachada de vidrio del
Natuurmuseum de Rotterdam y falleció. Otro macho violó el cadáver de manera
casi ininterrumpida durante 75 minutos. La disección reveló que la víctima de
la violación era también un macho. De ello se deduce que ambos azulones
participaban en un vuelo con tentativa de violación que derivó en el primer
caso descrito de necrofilia homosexual entre azulones.
En
fin, debemos abandonar este tono de crónica de sucesos para ceñirnos
exclusivamente al rigor científico que quienes nos seguís habitualmente sabéis
que nos caracteriza en Bigotini. Estamos ante un nuevo episodio de competencia espermática de los que tanto
abundan en el medio natural. Los azulones macho compensan la falta de
oportunidades de aparearse con una violencia exacerbada. Pero las hembras, como
sucede en prácticamente la totalidad de especies de vertebrados, deben elegir.
Tienen la obligación reproductiva de no aceptar cualquier esperma, sino sólo el
de aquellos machos que resulten más prometedores para su descendencia. Pues
bien, en el caso que nos ocupa, las hembras también se defienden como pueden.
Aunque
en el mundo de las aves no es apropiado hablar de penes y vaginas, sino
simplemente de cloacas, lo cierto es que los machos de azulón poseen una
especie de pene, en realidad un lanzador de esperma, muy especial. Con una
longitud superior a la del propio cuerpo del macho, sus penes están enrollados
en espiral y al penetrar en la cloaca de la hembra se expanden como un látigo y
expulsan el semen con una fuerza considerable. Como muy bien señala Howard, hay cosas en esta vida que, una vez las has
visto, no puedes olvidar. La explosión de un pene de pato es una de ellas.
Aquí os dejo el enlace con un video de YouTube que lo muestra en cámara super
lenta. Os recomiendo que lo veáis varias veces para apreciar el fenómeno en
toda su magnitud:
En
cuanto a la hembra, ha desarrollado evolutivamente una pseudo vagina también
espiral, pero enrollada en sentido contrario a la del macho. Con este
intrincado canal y con una especie de bolsas en la zona más próxima a la
abertura de la cloaca, lo que se pretende es dificultar al máximo la
fecundación. Sólo cuando el macho resulta ser la pareja de su agrado, la hembra
relajará el canal vaginal, permitiendo el paso del esperma a través de la angosta
espiral. Volvemos aquí a citar a Jules Howard cuando afirma que la pseudo
vagina de la hembra de azulón tiene más trampas que los templos incas que se
nos muestran en las películas de aventuras.
Así
que podemos consolarnos pensando que en definitiva aquí también las hembras
eligen, al menos desde el punto de vista estrictamente reproductivo.
Desgraciadamente las pobrecillas no se libran de las atenciones no deseadas de
sus salvajes congéneres de cabeza verde.
Es
preferible que un amigo te llame hijo de puta a que un hijo de puta te llame
amigo.