La
belleza rubia y hierática de Lana Turner
se convirtió en la irresistible tentación de John Garfield en El
cartero siempre llama dos veces. Se convirtió también en el
símbolo sexual del cine americano de los cuarenta. El escándalo que
siguió al descubrimiento de sus singulares inclinaciones sexuales no
hizo sino incrementar su atractivo, a la par que marcó el declive de
su carrera cinematográfica en aquel Hollywood pacato y medio carca
de la caza de brujas macarthista.
Lana
era una actriz enorme y especialmente dotada para el género
dramático. Nadie lloraba como la Turner, y nadie más que ella era
capaz de mirar a la cámara con aquella sonrisa irónica de mala
mujer que exhibió en Los tres mosqueteros, bordando el papel
de la malvada milady. En esta nueva entrega bigotiniana de
nuestra peculiar Historia del Cine, os dejamos el enlace (clic
en la imagen) para visionar una breve y olvidada escena de
baile en la que la diva se dejaba seducir y hasta humillar por
Ricardo Montalbán, arquetipo algo tópico de galán latino.
Disfrutad unos minutos contemplando a una Lana Turner completamente
sumisa.
Próxima
entrega: Carole Landis
No hay comentarios:
Publicar un comentario