Shelley Winters comenzó en el teatro a los diecinueve, y
en el cine a los veintitrés. Eran los años cuarenta, cuando el cine negro
estaba en su apogeo, y la joven Shelley se hartó de interpretar papeles de
reparto, a menudo representando a mujeres algo más mayores porque su físico le
hacía parecer de más edad. Después de hacer un sinfín de coristas y
prostitutas, llegó su gran oportunidad de la mano de grandes cineastas como
George Cukor y Howard Hawks, tanto en dramas como en westerns. Compartió cartel
con grandes figuras como Robert Mitchum, James Stewart o John Wayne, y hasta
compartió vivienda con una joven y prometedora estrella llamada Marilyn Monroe.
Años después Shelley lamentaba que en las entrevistas se interesaran los
periodistas más por Marilyn que por ella misma.
En
Un lugar en el sol hizo una
secundaria efímera pero inolvidable, la novia no muy agraciada de Montgomery
Clift, que la asesina deslumbrado por el atractivo de Liz Taylor. También
estuvo destinada a morir en la Lolita
de Kubrick y en La aventura del Poseidón,
su memorable canto del cisne interpretando a una heroína gordita y altruista.
Os
invitamos a visionar (clic en la ilustración) una selección de
imágenes para recordar a aquella magnífica actriz.
Próxima
entrega: Joseph Cotten
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