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miércoles, 11 de julio de 2018

RAFAEL AZCONA Y EL HUMOR CON MAYÚSCULAS


Nacido en Logroño en 1926 y fallecido en Madrid en 2008, Rafael Azcona, escritor, humorista, dibujante y riojano insigne, es con toda probabilidad el mejor guionista español del siglo XX. Es imposible cuantificar lo que el cine español debe al talento de Azcona. Debutó en el cine en 1959, cuando Marco Ferreri le propuso llevar a la pantalla su novela El Pisito. A partir de entonces, y una vez felizmente descubierta la técnica de escribir guiones, continuó produciéndolos con gran aplicación. Él, que en alguna ocasión reconoció ser un poco vago, comprobó que los guiones resultaban más fáciles de escribir que las novelas, y naturalmente, siguió por ese camino. Sus guiones han sido galardonados con diferentes premios, y muchos más han correspondido a las películas en las que participó.

Azcona fue autor entre muchos otros de los guiones de El Pisito (ya citado), El Cochecito, Plácido, El Verdugo, La Grande Bouffe, La escopeta nacional, La corte del Faraón, La Vaquilla, El año de las luces, El bosque animado, ¡Ay Carmela!, Belle Epoque, o La lengua de las mariposas. Como puede verse, todo un mosaico de algunos de los mejores filmes del cine español y europeo. Colaboró con cineastas tan notables como Ferreri, Berlanga, Trueba, García Sánchez, Alberto Lattuada, José Luis Cuerda, Antonio Giménez-Rico, Carlos Saura, Bigas Luna o Gerardo Vera. Fue nominado trece veces como guionista en los premios Goya, y recogió nada menos que siete estatuillas. Los guiones de Azcona rebosan sobre todo humor (fue sin duda uno de los más grandes humoristas españoles), pero también tienen su pizca de ternura, incluso a veces de amargura, cuando inciden en temas sociales de aquella España franquista que conocía tan de primera mano como todos los que la vivimos y la padecimos. Azcona supo elevar lo sencillo, muchas veces lo casi intrascendente por cotidiano, hasta alcanzar alturas de verdadera obra de arte. Su obra rebosa fantasía, es siempre ingeniosa y, por momentos, genial.


Como escritor se estrenó publicando artículos breves en la mítica revista La Codorniz, allá por los primeros cincuenta, cuando abandonó Logroño para trasladarse a Madrid. También en La Codorniz publicó dibujos, chistes gráficos, sobre todo con El repelente niño Vicente como protagonista. Aquella singular publicación constituye un hito en la cultura española contemporánea, siendo mucho más que una simple revista de humor, el punto de encuentro de una pléyade de talentos: Tono, Mihura, Mingote, Gila, López Rubio, el propio Azcona..., que por sí mismos constituyen una generación literaria e intelectual de nivel muy notable. Azcona, como la mayor parte de sus colegas codorniceros, se sirve a menudo del absurdo, no solo para hacer sonreír, sino para señalar con el dedo, el impúdico dedo de la inocencia, muchos puntos censurables de aquella sociedad censora y en gran medida absurda que tan bien conocimos los españolitos de entonces. Azcona dejó en La Codorniz pequeñas perlas en forma de artículos breves, algunas veces brevísimos, que componen un fiel retrato de la época. Sus personajes favoritos son ancianos iracundos que la emprenden a bastonazos con quién se pone por delante, novias cursilonas de domingos por la tarde y chocolate con churros, oficinistas pusilánimes o eruditos ridículos. Sus trabajos de esa etapa han sido recogidos recientemente en tres hermosos volúmenes que edita Pepitas de Calabaza, titulados Por qué nos gustan las guapas, ¿Son de alguna utilidad los cuñados? y Repelencias, este último dedicado, claro está, al inefable y siempre repelente niño Vicente.


En cuanto a sus novelas y narraciones, destacan El Pisito, Los muertos no se tocan, nene, El Cochecito, Los Ilusos, Pobre, paralítico y muerto, Vida del repelente niño Vicente, Los europeos y Memorias de un señor bajito. Bigotini es, como ha demostrado a menudo en diferentes artículos aparecidos aquí, un ferviente y rendido admirador de Rafael Azcona. Hoy en nuestra particular biblioteca, os brindamos el enlace (clic en el dibujito del galán bajito) a la versión digital de un breve artículo muy representativo del humor de este genial riojano. Se trata de una de las varias entregas que aparecieron en La Codorniz de su serie Consejos a un nieto imbécil. Disfrutadlo, y sobre todo no olvidéis nunca ser felices.

Drácula en la panadería:
-Deme una bagga de pan, pogg favogg.
-Caramba, señor conde, yo creía que ustedes los vampiros no comían pan.
-Es veggdad, noggmalmente no lo comemos, pero es que acaba de ocuggigg un teggible accidente en la esquina, y el pan es pagga untagg, ¿sabe?



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