Nacido
en Logroño en 1926 y fallecido en Madrid en 2008, Rafael
Azcona, escritor, humorista, dibujante y riojano
insigne, es con toda probabilidad el mejor guionista español del
siglo XX. Es imposible cuantificar lo que el cine español debe al
talento de Azcona. Debutó en el cine en 1959, cuando Marco Ferreri
le propuso llevar a la pantalla su novela El Pisito. A
partir de entonces, y una vez felizmente descubierta la técnica de
escribir guiones, continuó produciéndolos con gran aplicación. Él,
que en alguna ocasión reconoció ser un poco vago, comprobó que los
guiones resultaban más fáciles de escribir que las novelas, y
naturalmente, siguió por ese camino. Sus guiones han sido
galardonados con diferentes premios, y muchos más han correspondido
a las películas en las que participó.
Azcona
fue autor entre muchos otros de los guiones de El Pisito
(ya citado), El Cochecito, Plácido, El Verdugo, La Grande
Bouffe, La escopeta nacional, La corte del Faraón, La Vaquilla, El
año de las luces, El bosque animado, ¡Ay Carmela!, Belle Epoque, o
La lengua de las mariposas. Como puede verse, todo un mosaico
de algunos de los mejores filmes del cine español y europeo.
Colaboró con cineastas tan notables como Ferreri, Berlanga, Trueba,
García Sánchez, Alberto Lattuada, José Luis Cuerda, Antonio
Giménez-Rico, Carlos Saura, Bigas Luna o Gerardo Vera. Fue nominado
trece veces como guionista en los premios Goya, y recogió nada menos
que siete estatuillas. Los guiones de Azcona rebosan sobre todo humor
(fue sin duda uno de los más grandes humoristas españoles), pero
también tienen su pizca de ternura, incluso a veces de amargura,
cuando inciden en temas sociales de aquella España franquista que
conocía tan de primera mano como todos los que la vivimos y la
padecimos. Azcona supo elevar lo sencillo, muchas veces lo casi
intrascendente por cotidiano, hasta alcanzar alturas de verdadera
obra de arte. Su obra rebosa fantasía, es siempre ingeniosa y, por
momentos, genial.
Como
escritor se estrenó publicando artículos breves en la mítica
revista La Codorniz, allá por los primeros cincuenta,
cuando abandonó Logroño para trasladarse a Madrid. También en La
Codorniz publicó dibujos, chistes gráficos, sobre todo con
El repelente niño Vicente como protagonista. Aquella
singular publicación constituye un hito en la cultura española
contemporánea, siendo mucho más que una simple revista de humor, el
punto de encuentro de una pléyade de talentos: Tono, Mihura,
Mingote, Gila, López Rubio, el propio Azcona..., que por sí mismos
constituyen una generación literaria e intelectual de nivel muy
notable. Azcona, como la mayor parte de sus colegas codorniceros, se
sirve a menudo del absurdo, no solo para hacer sonreír, sino para
señalar con el dedo, el impúdico dedo de la inocencia, muchos
puntos censurables de aquella sociedad censora y en gran medida
absurda que tan bien conocimos los españolitos de entonces. Azcona
dejó en La Codorniz pequeñas perlas en forma de
artículos breves, algunas veces brevísimos, que componen un fiel
retrato de la época. Sus personajes favoritos son ancianos iracundos
que la emprenden a bastonazos con quién se pone por delante, novias
cursilonas de domingos por la tarde y chocolate con churros,
oficinistas pusilánimes o eruditos ridículos. Sus trabajos de esa
etapa han sido recogidos recientemente en tres hermosos volúmenes
que edita Pepitas de Calabaza,
titulados Por qué nos gustan las guapas, ¿Son de alguna
utilidad los cuñados? y Repelencias, este
último dedicado, claro está, al inefable y siempre repelente niño
Vicente.
En
cuanto a sus novelas y narraciones, destacan El Pisito, Los
muertos no se tocan, nene, El Cochecito, Los Ilusos, Pobre,
paralítico y muerto, Vida del repelente niño Vicente, Los europeos
y Memorias de un señor bajito. Bigotini es, como ha
demostrado a menudo en diferentes artículos aparecidos aquí, un
ferviente y rendido admirador de Rafael Azcona. Hoy en nuestra
particular biblioteca, os brindamos el enlace (clic
en el dibujito del galán bajito) a la versión digital de un breve
artículo muy representativo del humor de este genial riojano. Se
trata de una de las varias entregas que aparecieron en La
Codorniz de su serie Consejos a
un nieto imbécil. Disfrutadlo, y sobre todo no
olvidéis nunca ser felices.
Drácula
en la panadería:
-Deme
una bagga de pan, pogg favogg.
-Caramba,
señor conde, yo creía que ustedes los vampiros no comían pan.
-Es
veggdad, noggmalmente no lo comemos, pero es que acaba de ocuggigg un
teggible accidente en la esquina, y el pan es pagga untagg, ¿sabe?
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