Que
Humphey Bogart era un
actor mayúsculo, no puede ponerse en duda. Lo demuestra su extensa y
brillante filmografía, que le convierte en una de las principales
leyendas del Hollywood dorado. La gran estrella cinematográfica
masculina de su generación.
Lo
que sorprende un poco más es que también Bogart llegara a ser una
especie de sex symbol viril, para cientos de miles de espectadoras
que suspiraban por él, y para otros tantos espectadores varones que
le admiraron hasta el punto de copiar sus maneras y sus ademanes.
Aquellos pantalones sobaqueros, tirantes ridículos y corbatas
minúsculas debían tener algo mágico cuando se hicieron tan
populares. Tal vez fuera también cosa de aquel acento nasal que
puede comprobarse cuando se le escucha en versión original, o quizá
el encanto provenía de aquella manera compulsiva de fumar que
auguraba un aliento de cenicero. Quién sabe. El caso es que Bogart
era todo un seductor de primera, que hasta sirvió de modelo a imitar
por el bueno de Woody Allen en aquella inolvidable Sueños de
un seductor.
Naturalmente,
Humphrey Bogart fue algo más que eso. Mucho más que eso. En los
tiempos duros de la caza de brujas se distinguió por liderar
como abanderado al grupo de admirables disidentes que se resistieron
a renunciar a la libertad en la industria del cine. Hoy en Bigotini
os ofrecemos el enlace (clic en la imagen)
para visionar un breve montaje musical que repasa algunos de sus
mejores momentos ante las cámaras. Sirva como modesto recuerdo a
aquel tremendo Bogart del que Katharine Hepburn aseguraba que no
había un hombre tan hombre como él.
Próxima
entrega: Lauren Bacall
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