La
vieja broma de la España postguerrista atribuía al filme el
sarcástico título de “Lo que el culo se cansó”. Claro,
eran cuatro horas, un metraje excesivo para cualquier película...
Para cualquiera excepto para esta. El rodaje tuvo que vencer
infinidad de problemas técnicos, y a pesar de todo estamos ante una
auténtica obra de arte. En España pudo verse años después de su
estreno, porque aquí en el 39 no estaba el horno para bollos. Por
eso a los españoles no les soprendió tanto el technicolor.
Ahora bien, todo lo demás fue absolutamente impactante, desde los
asombrosos vestidos de Escarlata, corsé incluído, hasta el pavoroso
incendio de Atlanta, que como es célebre, se filmó prendiendo fuego
al gigantesco decorado de King-Kong. Menos mal que valió la toma,
porque no hubiera podido repetirse de ninguna manera.
Invitamos
hoy a nuestros cinéfilos seguidores a revisar la breve secuencia en
que Vivien Leigh, tras escarbar la estéril tierra en busca de una
raíz que llevar a la cazuela, dice su famosa frase de “A Dios
pongo por testigo de que nunca más volveré a pasar hambre”,
un pasaje cuyo dramatismo conmovió al mundo entero. Haced
clic en la imagen y volveos a conmover una vez más.
Próxima
entrega: El mago de Oz
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