En
los convulsos años que precedieron a la Guerra Civil Española, el
cine no vivió precisamente un momento brillante en nuestro país.
Igual que ocurrió en otros lugares de Europa, los cineastas
españoles no pudieron competir en una primera etapa con los
musicales que llegaban de Hollywood. Fue ya en la segunda parte de la
década de los treinta, cuando al fin consiguieron dominar
mínimamente la técnica del sonido en el cine.
Siguiendo
la estela del cine americano, en el primer sonoro español triunfaron
los musicales. Cierto que se trató de producciones muy diferentes a
las del otro lado del Atlántico. Los musicales españoles explotaron
la veta folklórica, nació así el género que se llamó más tarde
la españolada. Una
zarzuela filmada, como La verbena de la Paloma tenía
que ser necesariamente un éxito. Lo fue de la mano de Benito Perojo.
La
estrella masculina de la España republicana era el cantante
Angelillo, todo un fenómeno de masas que arrasó en las taquillas.
La estrella femenina fue Imperio Argentina. Dirigida por su marido,
el realizador aragonés Florián Rey, participó en un puñado de
películas exitosas y no carentes de calidad. Nobleza baturra
y Morena Clara fueron sin duda las más aplaudidas. La
pareja rodó algunos filmes bilingües en los estudios berlineses de
la UFA, acaso los únicos de Europa que podían competir a nivel
técnico con los hollywoodienses. Al parecer la pizpireta cupletista
se encontró como pez en el agua en la Alemania nazi, y es ya célebre
el episodio en el que le tiró los tejos el propio fürer en
persona.
Hoy
os ofrecemos el enlace (haced clic en la
carátula) para visionar la secuencia más famosa de
Morena Clara
(1936),
aquella en la que Imperio Argentina y su compañero de reparto, un
graciosísimo Miguel Ligero, cantan la célebre copla Échale
guindas al pavo. Disfrutad (o padeced) durante tres
deliciosos minutos este celuloide rancio.
Próxima
entrega: A Dios pongo por testigo...
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