José Escobar Saliente fue un barcelonés nacido
en 1908. Su padre, funcionario de correos, fue destinado a Granollers, y allí
creció el joven José con sus padres y sus dos hermanos. Desde muy pequeño se le
dio bien el dibujo, por lo que una tía suya que vivía en La Habana, hizo llegar
algún dinero a la familia con el propósito de que su sobrino estudiara
arquitectura. No pudo ser. A José se le atragantaron los estudios de
bachillerato, que abandonó para entrar a trabajar en la fábrica de Tabacalera
en Granollers cobrando un duro al mes. Fue después mancebo de farmacia,
repartidor de telégrafos, y a partir de 1926, interventor en la estafeta de
correos tras aprobar la oposición correspondiente.
Simultaneó
su trabajo de funcionario con su afición por el dibujo, y en los años veinte y
treinta consiguió ver publicadas sus historietas en diferentes revistas
catalanas.
Terminada
la guerra, en 1939, fue depurado de correos y condenado a seis años de prisión
de los que cumplió uno y medio, saliendo de la cárcel en libertad condicional,
y teniendo que presentarse periódicamente ante la policía. Antes, durante y
después de la guerra, continuó dibujando historietas. Realizó también un par de
cortometrajes de animación, y hasta escribió y representó varias comedias en
colaboración con el grupo de teatro de aficionados al que pertenecía. Pero la
mayor parte de la carrera de Escobar como dibujante transcurrió en la editorial
Bruguera y más concretamente en la revista Pulgarcito que fue la más popular de
la empresa. Allí creó a la mayoría de sus personajes: Petra, criada para todo, Blasa, portera de su casa, Doña Tomasa con
fruición, va y alquila su mansión, Don Óptimo, Don Pésimo, Toby y un largo
etcétera. Coincidió con otros nombres imprescindibles de la historieta española
como Moreno, Muntañola, Peñarroya, Cifré, Conti o Ibáñez. Una de sus series más
divertidas, Doña Tula, suegra, fue censurada
y prohibida después de unas pocas apariciones, con el argumento de que mostraba
las relaciones matrimoniales como problemáticas. Eran tiempos difíciles sin
duda.
Pero
hay dos series que hacen de José Escobar todo un clásico del tebeo español, Zipi
y Zape y Carpanta. Los traviesos gemelos constituyeron el mayor éxito de
su autor. Llegaron a contar en los setenta con una revista propia, y aun en la
actualidad siguen editándose recopilaciones de sus historietas en álbumes y
diversos formatos.
En
cuanto a Carpanta, constituye un caso
excepcional en el panorama del tebeo español. Su protagonista es un marginado
social, un vagabundo sin techo que malvive medio muerto de hambre. Hambre, sí, porque el hambre insaciable
del pobre Carpanta es el símbolo del hambre que reinaba en la España
posguerrista de las colas, las cartillas de racionamiento y la indigencia
nacional. El bueno de Carpanta sueña con pollos asados y filetes que jamás llega
a llevarse a la boca, porque siempre acaba ocurriendo algo que lo impide.
Carpanta viene a ser en el universo del tebeo, una tesis doctoral sobre la
miseria. Basta por sí sola la serie para elevar a su autor, José Escobar
Saliente, al lugar de privilegio que ocupa en el imaginario de quienes fuimos
niños entonces.
Falleció
Escobar en 1994 a los 85 años sin dejar de dibujar hasta el día de su muerte,
pobre, solo y residiendo en un asilo de Barcelona. Vaya desde aquí nuestro
modesto tributo y homenaje a su talento y su recuerdo. Os dejamos aquí abajo
unas cuantas páginas del maestro.
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