Salvo
por la coincidencia de apellidos, esta californiana no tenía nada que ver con
Vivien Leigh, aquella inglesa estirada y antipática. Al contrario, Janet Leigh era una muchacha jovial,
siempre sonriente y con un acusado sentido del humor. Como actriz nunca llegó a
pasar el corte que separaba a las grandes divas de las actrices del montón. A
pesar de sus limitaciones, actuó en más de medio centenar de películas, fue
dirigida por algunos de los principales cineastas de Hollywood, se casó con
Tony Curtis que fue el amor de su vida, y tuvo con él dos hijas tan simpáticas
y bien humoradas como su madre.
Por
lo demás, nadie parecía hacer demasiado caso a la buena de Janet. En Los vikingos, un entretenimiento de
aventuras que dirigió Richard Fleischer para la United en 1958, y que resultó
un gran éxito en las taquillas, estuvo espléndida, pero a pesar de eso la
atención del público se centró en Kirk Douglas y Tony Curtis que mantenían
durante la película una especie de tensión sexual no resuelta. Tuvo que ser dos
años más tarde, en Psicosis, cuando
por fin el público de todo el mundo permaneciera sin quitar ojo de aquella
sórdida ducha, de la sombra del cuchillo tras la cortina de baño y de Janet
Leigh desangrándose empapada en aquella antológica escena de Hitchcock, toda
una lección de montaje en apenas un minuto. Su cortísimo papel le valió un
Oscar de la Academia, único galardón importante de su dilatada carrera.
Hoy en Bigotini, como modesto tributo a su recuerdo, os proponemos visionar un breve montaje de música e imágenes con Janet Leigh como protagonista. Clic en el enlace y que os aproveche.
https://www.youtube.com/watch?v=xQ83--BrKmw
Próxima
entrega: Tony Curtis
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