Lauren
Bacall pertenece a esa rara especie de estrellas de
Hollywood que pretendieron y consiguieron alejarse del tópico y
manido papel de chicas guapas y dóciles. La otra fue Katharine
Hepburn. En una sociedad como aquella en la que la mujer representaba
siempre un rol secundario como compañera del varón, ellas, y muy
especialmente la Bacall, eran libres e independientes. No se quedaban
sentaditas en un extremo de la barra poniendo carita de buenas (o de
malas) y esperando que el galán se dignara a llegar hasta ellas y
decirles ¿estudias o trabajas?, o su equivalente frase del guión.
No, ni mucho menos. Lauren Bacall daba siempre el primer paso, con el
cigarrillo en los labios y la respuesta ágil e ingeniosa a cualquier
insinuación del macho. Sabía cimbrear las caderas como ninguna,
pero dejaba desde el principio las cosas muy claras: chico, en mí
mando yo. Decía Bacall la última palabra y dejaba boquiabierto
hasta al mismo Bogart, prototipo social y cinematográfico del
hombre-hombre a lo largo de varias generaciones.
La
Bacall era en su vida personal también libre e independiente. Así
supo encandilar a Haward Hawks, así enamoró a Bogart, lo llevó al
huerto y al despacho del juez de paz. Os proponemos hoy la visión
(clic en la imagen) de un
interesante reportaje sobre la actriz y su relación con Humphrey
Bogart, producido por la tele vasca poco después de su
fallecimiento.
Próxima
entrega: Ingrid Bergman
No hay comentarios:
Publicar un comentario