Vivien
Leigh fue elegida entre decenas (hay quien dijo
cientos) de candidatas, para encarnar a Escarlett O'Hara en la
inolvidable Lo que el viento se llevó. Entre las finalistas
estuvieron Joan Fontaine y Carole Lombard (la patrocinada de Clark
Gable). También hubo algunas actrices sureñas poco conocidas que
pretendieron el papel. Se dice que las señoritas del sur, una vez
descartadas, y cuando ya quedaban sólo un puñado de aspirantes, le
dijeron a David Selznick: preferimos que le den el papel a esa
inglesa antes que a una maldita yankee.
Y
la inglesa triunfó. Vivien Leigh, contra todo pronóstico, se alzó
con el protagonismo absoluto del filme, por encima incluso del
mismísimo Gable, que entonces era una especie de gloria nacional.
Después de aquello, tuvo más oportunidades de demostrar su gran
talento. Hizo una formidable Cleopatra, hierática y majestuosa.
Emocionó a medio mundo con su fantástica interpretación en Un
tranvía llamado deseo, junto a un jovencísimo Marlon Brando.
Más
tarde llegaron los escándalos. Vivien Leigh, casada y con hijos, se
lió con Lawrence Olivier, que estaba en la misma situación. Parece
que se exhibieron públicamente sin el menor recato, lo que en aquel
tiempo de severo código moral aplicado al cine, resultó peligroso
para ambos y letal sobre todo para la carrera de la estrella, que no
volvió a brillar nunca con la misma intensidad. En sus últimos
trabajos hollywoodienses se ganó una merecida fama de cascarrabias.
Al parecer cogía unos rebotes tremendos y cuando se cabreaba con
alguien, llegó hasta la agresión física, a base de arañazos. Poco
a poco la habitual cohorte de aduladores que seguían a las divas,
fue haciéndose más y más pequeña a medida que su estrella se
eclipsaba. Os brindamos hoy el enlace (clic
en la foto) para visionar un documental televisivo que
glosa precisamente la faceta más escandalosa y oscura de Vivien
Leigh. Pasad con él un buen rato.
Próxima
entrega: Veronica Lake
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