Publicado en nuestro anterior blog en febrero de 2013
El elefante es el mayor mamífero
terrestre viviente. Desde siempre estos singulares animales han ejercido sobre
los seres humanos una especialísima atracción. Fascinan a los niños de todo el
mundo, tanto al natural en los circos y los zoológicos, como en la más
variopinta iconografía infantil. Son venerados por los hindúes y por muchos
pueblos africanos, y ocupan un lugar de honor en el imaginario colectivo desde
los fabulosos elefantes que acompañaron al cartaginés Aníbal cruzando los
Pirineos y los Alpes en su aventura de conquista, hasta los valerosos y leales
elefantes que sustentaban a los cazadores del tigre en las inolvidables novelas
de Salgari.
¿Cuál es su origen? Para responder a
esta pregunta debemos remontarnos a la era
terciaria, hace unos 60 millones de años. Nos encontramos en un escenario
en el que el planeta se va recuperando poco a poco del terrible cataclismo que
acabó no sólo con los enormes dinosaurios, sino prácticamente con cualquier
animal de más de 20 Kg. A partir
de pequeños mamíferos insectívoros surgió un grupo conocido como condilartos,
principalmente vegetarianos, del que descienden nada menos que seis grupos de
mamíferos modernos:
- Ungulados: caballos, cerdos,
rinocerontes, ciervos, vacas, jirafas…
- Tubulidentados: cerdos hormigueros.
- Cetáceos: ballenas y delfines.
- Sirenios: manatíes y dugongos.
- Hiracoideos: damanes.
- Proboscidios: elefantes.
Los tres últimos grupos (sirenios,
hiracoideos y proboscidios) se conocen con el nombre común de penungulados, y parecen
estar genéticamente más próximos entre sí, de manera que aunque pueda parecer
paradójico, los elefantes son parientes relativamente cercanos de los pequeños
damanes no mayores que un conejo y de los manatíes que habitan las aguas
tropicales.
phenacodus |
¿Qué aspecto tenía uno de esos condilartos, antepasados
comunes de tantos mamíferos? Tomemos como ejemplo a phenacodus,
quizá el más firme candidato a ancestro remoto de todos ellos. Sería del tamaño
de un perro mediano y podría tener el aspecto del que aparece en la ilustración
(ya sabéis que el dibujo del pelaje es una licencia fruto de la imaginación del
artista). Desde luego no se parece mucho a un elefante, y mucho menos a una
jirafa o un delfín, pero en sus genes atesoraba la potencialidad de evolucionar
a cualquiera de ellos.
Si avanzamos hasta el eoceno,
hace unos 35 o 40 millones de años, nos encontraremos al primer proboscidio (al menos el primero conocido). Era moeritherium,
un herbívoro del tamaño de un cerdo grande que debía pasar mucho tiempo en el
agua. Tenía las orejas pequeñas, unos colmillos visibles aunque todavía
incipientes, en su mandíbula superior, y una pequeña trompa que tal vez le
permitiera respirar sacándola un poco del agua mientras nadaba; algo parecido a
lo que hacen los hipopótamos actuales con sus fosas nasales ligeramente
elevadas.
moeritherium |
Hace unos 25 millones de años, en el oligoceno, tenemos ya al primer
proboscidio que a primera
vista podríamos calificar de elefante. Se trata de paleomastodon,
un animal ya bastante corpulento, de tamaño mayor que un hipopótamo (hasta dos
metros de altura), y de muy parecidas costumbres y estilo de vida que éste.
Tenía dos colmillos algo curvados hacia abajo que no eran propiamente caninos,
sino incisivos modificados. Su trompa era también un poco más larga que la de moeritherium.
paleomastodon |
En pleno mioceno, hace unos 15 millones
de años, floreció platybelodon, uno de los más extraños
habitantes de la Tierra que jamás hayan existido. Era algo más pequeño que un
elefante asiático actual y debía habitar también las lagunas y zonas húmedas,
donde seguramente se alimentaba de grandes nenúfares y otras plantas acuáticas
parecidas, sirviéndose de su estrafalaria boca. Tenía los colmillos curvados
hacia atrás, pero lo más llamativo era su mandíbula inferior, tan larga como la
trompa y provista de dos formidables incisivos de forma plana. Probablemente
recogería el alimento con esta especie de paletas y se ayudaría de la flexible
trompa para introducirla en la boca.
platybelodon |
gonphotherium |
Gomphotherium vivió hacia finales del mioceno,
hará entre 10 y 5 millones de años. Era muy similar en tamaño y disposición
anatómica a los elefantes modernos, pero tenía una mandíbula inferior mucho más
alargada, con dos colmillos apuntando hacia delante en ella, y otros dos más
largos en la superior ligeramente curvados hacia abajo. Sus patas largas y su
trompa más desarrollada apuntan en la dirección de un hábitat no acuático, tal
vez de bosque con árboles. Probablemente su estilo de vida era similar al de sus
modernos descendientes.
El siguiente de nuestros
protagonistas, el colosal dinotherium,
evolucionó en el plioceno, hace unos 5 millones de años, pero sobrevivió
hasta hace tan solo un millón de años, en el comienzo de la era glacial. Fue un gigante de
cinco metros de alzada y diez toneladas de peso. Carecía de colmillos
superiores, y los inferiores le atravesaban por dos orificios la mandíbula,
sobresaliendo bajo su barbilla de la curiosa manera que podéis apreciar en la
imagen. Su gran tamaño y su aparato bucal lo convierten decididamente en un
devorador de árboles de una eficacia demoledora. Conviene resaltar que los
paleontólogos y especialistas en grandes mamíferos no consideran a dinotherium un antepasado directo de los elefantes
modernos, sino miembro de una rama colateral que debió desembocar en los
míticos mastodontes que desaparecieron en épocas relativamente recientes.
dinotherium |
También vivió en el plioceno anancus, un proboscidio extinguido hace 1,5
millones de años aproximadamente. Tanto en su porte como en su aspecto general
y en los demás detalles de su físico era muy similar a un elefante africano
actual. Eso si exceptuamos un importante detalle: sus colmillos. Anancus tenía unos descomunales colmillos de
más de cuatro metros de longitud. En algunos ejemplares fósiles los colmillos
son mayores que el resto del cuerpo. Eran prácticamente rectos y todo indica
que no habría nada que se opusiera a su empuje. Haciendo palanca con aquellos
colmillos, anancus debió
ser capaz de derribar los árboles más arraigados.
anancus |
El siguiente salto hacia adelante
nos sitúa ya en el oligoceno.
En este periodo surgieron los mastodóntidos (no se trata de una única especie,
sino de una extensa familia con multitud de especies). Pertenecientes como os
dije más arriba, a una rama colateral de los proboscidios,
los últimos mastodóntidos desaparecieron
hace sólo unos 11.000 años, en plena edad
del hielo. Una prehistoria relativamente
reciente en la que los humanos habían hecho en ciertas regiones la transición
al neolítico. No es en absoluto
descartable que en lugares como América nuestra especie haya tomado parte
activa en su extinción.
mastodontidos |
Los mamuts poblaron las estepas y los trópicos
desde el plioceno hasta hace tan solo 9.000 años. Se han
descrito varias especies entre las que destacan dos principalmente:
·
Mamut
lanudo o primigenius,
del tamaño de un elefante africano, pero cubierto de espeso pelaje. Lucía en lo
alto de la frente un vistoso tupé lanudo, tenía las orejas relativamente
pequeñas, y los colmillos muy largos y curvados. En excavaciones arqueológicas
de poblados primitivos se han hallado decenas de estos colmillos formando lo
que parecen estructuras o soportes de tiendas construidas con pieles,
probablemente pertenecientes al mismo animal.
mamut lanudo |
·
Mamut
imperial o imperator,
el más grande proboscidio que haya existido jamás. Un gigante de cinco metros y
medio y más de doce toneladas. Como habitaba los trópicos carecía de pelo, y
tenía los colmillos tan largos y retorcidos que llegaban a entrecruzarse.
mamut imperial |
De los mamuts siberianos conservados entre los hielos y el permafrost ártico se ha
conseguido ADN que recientemente ha podido ser descifrado en su totalidad. De
su análisis se desprende una sorprendente identidad entre los mamuts y los elefantes africanos modernos,
que alcanza una coincidencia casi absoluta. Algunos especialistas aseguran que
ambas especies podrían cruzarse sin ningún problema.
Bueno, espero que este breve
recorrido por la estirpe elefantina os haya hecho pasar cinco minutos de sano
entretenimiento. Sólo un último mensaje. Las dos especies de elefantes actuales
están en serio peligro de extinción. Se les persigue y asesina por el marfil de
sus colmillos. Los humanos somos así de insaciables y crueles. Somos también
desgraciadamente muy capaces de cortar de raíz una fantástica evolución de más
de 50 millones de años, con esa misma estúpida indiferencia nuestra de quien
incendia un bosque por fumarse un cigarrillo.
Una mañana me levanté y maté un
elefante en pijama. Me pregunto cómo pudo ponerse el pijama... Groucho
Marx.
No hay comentarios:
Publicar un comentario