En
1939, cuando protagonizó El
Mago de Oz, Judy
Garland tenía
sólo dieciséis años, y ya era toda una veterana de Hollywood. A
esa edad en la que muchos adolescentes todavía se hacen acompañar
de su mamá cuando visitan al médico, Judy, o mejor, Garland a secas
(como Garbo, Gable o Chaplin), pues ella ya se había ganado a pulso
el título de estrella, negociaba sus contratos, se acostaba con
quien le apetecía y sabía defenderse solita en aquella jungla de
ambiciones y de cartón-piedra. Probablemente también en esa época
se inició en las adiciones que habrían de conducirle a la tumba.
Garland
vivió la vida al límite. Amó a muchos hombres, pero acaso no llegó
a querer a ninguno como quiso a sus dos pasiones: el escenario y su
hija Liza. Esa Liza Minnelli, hija de Judy y de Vincente Minnelli,
que nos deslumbró años después subida en la tarima de aquel
Cabaret
berlinés, no heredó ni la mitad del talento escénico de su madre.
Si Judy hubiera tenido la oportunidad de hacer un musical como ese…
Pero lamentablemente en su tiempo todo era mucho más edulcorado. La
Garland de las comedias cursis, cubierta de lazos, volantes y
puntillas, se convirtió en uno de los primeros iconos gays
de América. Después la sustituyó la Garland dramática. Maquillada
de payaso triste, con el foco sobre su pequeña figura sobre un
escenario vacío, su extraordinario talento alcanzó niveles
insuperables. Hoy os brindamos el enlace (clic
en la imagen) para
visionar una breve actuación en la que una Judy Garland adolescente
interpreta el célebre número musical de Cantando
bajo la lluvia, el
gran éxito de su amigo Gene Kelly, en una versión singular y
sorprendente. Disfrutad unos minutos con ella y con su recuerdo.
Próxima
entrega: Vincente Minnelli
No hay comentarios:
Publicar un comentario