viernes, 7 de abril de 2017

JUDY GARLAND, EL PAYASO TRISTE



En 1939, cuando protagonizó El Mago de Oz, Judy Garland tenía sólo dieciséis años, y ya era toda una veterana de Hollywood. A esa edad en la que muchos adolescentes todavía se hacen acompañar de su mamá cuando visitan al médico, Judy, o mejor, Garland a secas (como Garbo, Gable o Chaplin), pues ella ya se había ganado a pulso el título de estrella, negociaba sus contratos, se acostaba con quien le apetecía y sabía defenderse solita en aquella jungla de ambiciones y de cartón-piedra. Probablemente también en esa época se inició en las adiciones que habrían de conducirle a la tumba.
Garland vivió la vida al límite. Amó a muchos hombres, pero acaso no llegó a querer a ninguno como quiso a sus dos pasiones: el escenario y su hija Liza. Esa Liza Minnelli, hija de Judy y de Vincente Minnelli, que nos deslumbró años después subida en la tarima de aquel Cabaret berlinés, no heredó ni la mitad del talento escénico de su madre. Si Judy hubiera tenido la oportunidad de hacer un musical como ese… Pero lamentablemente en su tiempo todo era mucho más edulcorado. La Garland de las comedias cursis, cubierta de lazos, volantes y puntillas, se convirtió en uno de los primeros iconos gays de América. Después la sustituyó la Garland dramática. Maquillada de payaso triste, con el foco sobre su pequeña figura sobre un escenario vacío, su extraordinario talento alcanzó niveles insuperables. Hoy os brindamos el enlace (clic en la imagen) para visionar una breve actuación en la que una Judy Garland adolescente interpreta el célebre número musical de Cantando bajo la lluvia, el gran éxito de su amigo Gene Kelly, en una versión singular y sorprendente. Disfrutad unos minutos con ella y con su recuerdo.

Próxima entrega: Vincente Minnelli



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