<<En
el nomòs saíta (Salitis) fundó una ciudad al oriente del brazo del
Nilo de Bubastis, y la llamó Avaris.
Reconstruyó y fortificó con murallas este lugar, poniendo allí una
guarnición...>> Con estas palabras, Manetón, historiador
egipcio de la época tolemaica que cita Flavio Josefo, describe la
fundación de Avaris, la capital egipcia de los hicsos.
Pero,
¿quiénes eran los hicsos? La escasez de fuentes que se ocupen de
ellos y de este periodo del antiguo Egipto, convierten a estos
invasores en uno de los misterios más insondables de la Historia.
Manetón llamaba hicsos a los asiáticos que primero fueron
penetrando de forma pacífica, y luego invadieron violentamente la
región nororiental del delta del Nilo, fundando un estado que se
extendió hasta controlar una buena parte del país. Durante el
Imperio Medio los egipcios llamaban amu a los pueblos
asiáticos, e hikaukhoswet a sus jefes. De este último
término, que significa príncipes del desierto, deriva probablemente
el nombre griego de hicsos, con el que los conocemos.
Portadores
de una cultura de tipo sirio-palestina, los hicsos sintieron con
fuerza la fascinación del país ocupado, como lo prueba el que sus
líderes se integraron en su civilización, adoptando las costumbres
y tradiciones egipcias, y honrando a los dioses locales. Asumieron
los títulos oficiales y llegaron a cambiar sus propios nombres
semitas por otros de origen egipcio. Durante la XV dinastía, que
corresponde a los soberanos hicsos, el arte y la arquitectura
imitaron los modelos antiguos. Estos reyes procuraron además
integrase por completo por medio incluso de uniones de sangre, como
parece probarlo el matrimonio de la princesa Herit, hija del rey
Auserre Apopi I, con un príncipe de la dinastía tebana. Pero a
pesar de sus intentos de integración, la presencia de estos
extranjeros se sintió como una grave fractura en la tradición del
país. La propaganda producida durante la guerra que los expulsó, y
en los años posteriores, los presentó como gentes bárbaras que
habían contaminado el sagrado suelo de Egipto.
Avaris
fue ocupada hacia 1720 a.C. La dominación de los hicsos se prolongó
hasta 1567 a.C., cuando la ciudad fue reconquistada por los reyes
tebanos. Si hemos de creer lo que se cuenta en La lucha entre
Apopi y Seqenenre, una crónica novelada conservada
fragmentariamente en el papiro Sellier I, el pretexto de la guerra
habría sido la petición del rey de Avaris a Seqenenre de Tebas:
<<Haz que se deje el lago de los hipopótamos que está a
oriente de la Ciudad Meridional (nombre que los hicsos daban a
Tebas), porque no permiten que venga a mí el sueño ni de día ni
de noche. Su voz llena los oídos de la ciudad.>> Apopi
pedía que se renunciara al rito sagrado que garantizaba la salvación
de la monarquía egipcia, y que consistía en golpear con un arpón a
los hipopótamos del canal de Tebas. El rito ofendía a los soberanos
de Avaris, pues el hipopótamo era la personificación de Seth, su
dios principal.
El
rey tebano Seqenenre encontró la muerte en la batalla, y la victoria
final sobre los hicsos, que fueron definitivamente expulsados del
país, correspondió a su hermano Amosis. En las ruinas de la vieja
ciudad de Avaris, cuyo emplazamiento no ha sido establecido con
seguridad hasta 1966, se conserva la inscripción en la tumba de un
soldado egipcio que participó en su reconquista: <<Ellos
entraron a saco en Avaris; allí yo me quedé como botín un hombre y
tres mujeres, en total cuatro cabezas. Su Majestad me las dio como
esclavos.>>
Poco
se sabe sobre la cultura material, y aun menos sobre la espiritual de
los hicsos. Tenemos unos semitas que permanecieron casi dos siglos en
suelo egipcio, siendo finalmente expulsados. ¿No recuerda esta
historia a la narración bíblica de los israelitas en Egipto y su
posterior éxodo? Seqenenre murió en la batalla del mismo modo que
el faraón de Moisés murió al intentar atravesar el mar Rojo. El
delta del Nilo, región donde se produjeron los hechos reales, estaba
surcado por un gran número de canales y cauces de agua. Lo que los
cronistas egipcios narran como una gran victoria que terminó con la
expulsión de unos invasores extranjeros, y que seguramente está
deformada y exagerada, los primeros libros de la biblia y la
tradición judía, lo transforman en una liberación. Ya se sabe que
cada uno escribe la Historia a su gusto.
¿Y
si los hicsos históricos hubieran sido los israelitas bíblicos? El
profe Bigotini deja esta pregunta en el aire. No espera respuesta
alguna, sencillamente quiere (como siempre en estos modestos
artículos) estimular la imaginación y el espíritu crítico de sus
lectores. Quien escucha y lee, aprende a pensar por sí mismo, y el
pensamiento libre es la antesala del conocimiento y el estandarte de
la libertad.
Las
grandes victorias se cimientan sobre grandes crímenes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario