Nacido
en Oxford en 1560, Thomas
Harriot fue
astrónomo, matemático, etnógrafo y uno de los científicos más
importantes de su generación. Estudió en el colegio St.
Mary Hall de su ciudad
natal, siendo un brillante estudiante, y en 1580, cuando sólo
contaba veinte años, llamó la atención de sir
Walter Raleigh,
influyente personaje al que podríamos calificar como una especie de
estrella del rock del siglo dieciséis. Raleigh le tomó como tutor y
se apoyó en sus conocimientos tanto en la navegación, como en el
diseño de nuevos navíos. Harriot fue un pionero de la observación
astronómica a través de telescopios, y como curiosidad, se adelantó
unos meses a Galileo en la publicación de mapas de nuestro satélite
donde figuraban “mares”, cráteres y otros accidentes lunares.
Sir Walter Raleigh |
En
matemáticas, se le atribuye la introducción de los signos “<”
y “>” para las expresiones menor
que y mayor
que. Tras sus viajes a
América acompañando a su mentor, hay quienes adjudican a Thomas
Harriot la introducción del cultivo de la patata en Irlanda y Gran
Bretaña.
Viajó
al Nuevo Mundo en 1585 con la expedición de Raleigh, y en 1588
publicó un tratado sobre la lengua y las costumbres de los indios
algonquinos de las costas de Carolina. Esta obra basta para
considerar a Harriot un pionero de los estudios etnográficos. Sus
observaciones, rigurosas y por completo libres de los prejuicios
culturales y raciales de otros viajeros de su tiempo, le convierten
en uno de los más importantes defensores de los indígenas, hasta el
punto de ser considerado por muchos como el Bartolomé de las Casas
inglés.
Harriot
se carteó con Johannes
Kepler sobre temas de
óptica, y a requerimiento de Raleigh, estudió la fórmula más
práctica para apilar balas de cañón en la cubierta de los buques
de guerra. De este encargo surgió su teoría
sobre el empaque cerrado de esferas,
y la semejanza de sus observaciones con la entonces incipiente teoría
atómica, tachada de
herética por las autoridades de la Iglesia Anglicana, le costó
algunos disgustos de los que pudo escabullirse gracias a la
influencia de su egregio protector.
En
1607, a raíz de la aparición del Cometa
Halley, volvió a
centrar su interés en las observaciones astronómicas. Además de
sus descripciones de la cara visible de la Luna, fue uno de los
primeros que llamaron la atención sobre la existencia de manchas
solares y su evolución.
En
la última década del siglo XVI nuestro hombre junto a otros
científicos como Hues,
Dee, Warner y Lower,
fue reclutado por el conde
Henry Percy que, en su
mansión de Syon House, se propuso crear un templo de la ciencia.
Desgraciadamente el proyecto se truncó por la implicación del conde
en la célebre Conspiración
de la pólvora.
Harriot fue detenido junto al resto de sus colegas, aunque finalmente
pudo probar su inocencia y recobrar la libertad. Falleció en 1621
víctima de un morbo que él atribuyó a su estancia en prisión. No
obstante, por la descripción que el mismo Harriot hizo de su
enfermedad en varias cartas dirigidas a un médico amigo suyo, cabe
interpretar que se trató de un cáncer de piel al que no puede
atribuirse un origen contagioso.
Harriot
fue el fundador de la Escuela
Inglesa de álgebra.
Fue también el primer inglés que estudió y tradujo un idioma
indígena americano como el algonquino. Fue sobre todo, un gran
científico y un hombre adelantado a su tiempo. Desde el blog de
Bigotini, queremos expresar nuestro modesto tributo de admiración.
Hoy
se cumplen exactamente once años desde que me acusaron de ser un
rencoroso.
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