Una
vez le preguntaron a Borges para qué sirve la poesía. El gran Jorge
Luis contestó con otra pregunta: ¿para qué sirve el sabor del
café? Felicidad.
La poesía, el café, la música y un sinfín de otras cosas de la
vida, pequeñas, medianas o grandes, proporcionan su dosis pequeña,
mediana o grande de felicidad. Lo que nos lleva a proclamar la
absoluta inutilidad
del sufrimiento.
Con treinta siglos de civilización a nuestras espaldas, no parece
que tenga demasiado mérito alcanzar esta conclusión. Apuleyo,
un africano romanizado nacido en Madaura (en la actual Argelia) en el
año 180, la obtuvo por sus propios medios en aquel tiempo remoto.
El
nombre de Lucio Apuleyo, por el que se le suele designar,
probablemente no le corresponde, puesto que el prenominal Lucio se ha
tomado del protagonista de Asinus
aureus, El
asno de oro,
su obra más conocida. Una obra que por cierto no es del todo
original. Existe una novela griega anterior, titulada Lucio
o el Asno, ,
posiblemente obra de
Lucio de Pratae, aunque se atribuyó erróneamente a Luciano de
Samosata. En cualquier caso, Apuleyo se aprovechó únicamente del
argumento para construir la que con toda probabilidad es la que
podríamos llamar primera novela de la Historia de la Literatura. El
asno de oro, que se
conoce también por el subtítulo de La Metamorfosis,
constituye un prodigio de imaginación y de sentido del humor. Le
cabe también el mérito de ser la única novela latina de la época
clásica que ha llegado completa hasta nuestros días. No sólo eso.
El asno de oro es la precursora de lo que siglos después se dio en
llamar novela
picaresca.
Gigantes literarios como Rabelais, Alemán, Bocaccio, Cervantes,
Quevedo, Voltaire o Defoe han paladeado el sabor de la obra de
Apuleyo y han seguido sus huellas.
El
asno de oro narra los
avatares del joven Lucio, un entusiasta de la magia que viaja a
Tesalia (considerada la cuna de las artes mágicas), y allí es
accidentalmente transformado en asno. Bajo esta apariencia, pero
conservando su entendimiento humano, Lucio se ve envuelto en una
serie de ridículas peripecias, y es testigo de toda clase de sucesos
prodigiosos. Se trata de una novela amena, ingeniosa, fantástica,
rebosante de humor y no carente de episodios que ahora calificaríamos
de sexualmente explícitos. En la narración se intercalan algunas
historias divertidas al margen de la trama principal, una
característica que ya en el Renacimiento y en el Barroco adoptarán
también otros muchos escritores. El último capítulo, de estilo tan
completamente distinto del resto, que ha hecho a muchos críticos
dudar de su autoría, relata la iniciación de Lucio en los misterios
de Isis. Está cargado de fervor religioso y de un singular aroma
poético.
Biblioteca
Bigotini tiene el honor de ofreceros una magnífica versión digital
de la inmortal obra de Apuleyo. Haced clic en la portada y deleitaos con la amable lectura de un grandísimo texto clásico.
Seguid las peripecias y las picardías del pícaro Lucio encerrado en
la piel del asno. Se trata de una de esas obras imprescindibles que
no pueden dejar de leerse. Que os aproveche, y sed felices. Ya sabéis
que nacemos condenados a la felicidad. Resistirse a la condena no es
una buena idea. El sufrimiento es en definitiva, completamente
inútil.
-Oiga,
¿averías? No me funciona el ruter.
-Veamos.
¿qué luces tiene ahora mismo encendidas?
-Pues
las del salón y la cocina…
-…Entendido.
Le mandamos un técnico.
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