Madrileño
nacido en 1582, Alonso de Guillén, que adoptó el apellido de su abuela materna
y se llamó Alonso de Contreras, pasó la
infancia en su Madrid natal hasta que con sólo doce o trece años debió cumplir
destierro en Ávila tras asesinar a cuchilladas a uno de sus compañeros de
estudios. Como no llegó a concluirlos, fue durante un breve periodo aprendiz de
platero, pero antes de cumplir los quince se alistó en el tercio para servir en
Flandes al infante cardenal, el archiduque Alberto de Austria. Corría el año de
1597.
Pareciéndole
poca la acción que por entonces hubo en tierras flamencas, abandonó su bandera
para marchar primero a Nápoles y luego a Palermo, donde se embarcó como paje de
rodela con Pedro Álvarez de Toledo y Colonna, que recibió del virrey patente de
corso para guerrear en el mar con los turcos y los piratas berberiscos.
Desde su base de Malta, los caballeros de la Religión, como se hacían llamar los integrantes de aquella partida de borrachos que robaban y asesinaban en nombre de Cristo, asaltaban las embarcaciones y las poblaciones costeras del Egeo, del Jónico y del norte de África. Generalmente actuaban por libre en un solo navío o en grupos de unos pocos. Otras veces se agrupaban con las galeras regulares españolas o venecianas para librar batallas como la que terminó con la toma de La Mahometa (actual Hammamet, en Túnez), en la que el joven Contreras se distinguió por su bravura.
Al
mando de una fragata recorrió los archipiélagos de Grecia y del Mediterráneo
oriental, alternando la labor de espionaje con el ejercicio del corso. Llegó a
dominar el griego y a defenderse en lengua turca. En Tesalónica secuestró a un
judío que recaudaba impuestos para el Gran Turco. Capturó también a la amante
húngara de Solimán, por lo que fue puesto precio a su cabeza, detalle que le
decidió a abandonar la mar y regresar a tierra firme.
Ascendido
al grado de alférez, residió por algún tiempo en Sicilia, donde tuvo una amante
y hasta una esposa, viuda de un oidor, a la que según confesión propia, mató en
1608 junto a un amigo suyo que no debía serlo mucho porque sorprendió a ambos
en el lecho. El suceso, según las leyes imperantes no mereció sanción alguna,
sin embargo, terminó de perfilar la mala fama que le precedía, por lo que optó
por regresar a España.
En la corte, primero pretendió la sargentería mayor de Cerdeña, y más tarde otros empleos que sistemáticamente le fueron negados. Atacado por una repentina afición al misticismo, Alonso de Contreras se retiró a una ermita cercana a la localidad soriana de Ágreda. Allí fue acusado de liderar una rebelión morisca de las muchas que por entonces surgían en Castilla y en Aragón. Se encontraron ciertas armas en una casa suya de Hornachos, pero finalmente fue absuelto. Regresó entonces a Flandes donde obtuvo una capitanía. Consiguió licencia para volver al Mediterráneo, y en la Valeta fue distinguido con el ingreso como caballero en la Orden de Malta. En 1611 fue encarcelado en Borgoña por un cargo de espionaje. Participó brevemente en una expedición a las Indias Occidentales, y en 1616 repelió en Puerto Rico una incursión del pirata inglés sir Walter Raleigh.
Otra vez en España, se le encargó romper el cerco del fuerte de La Mámora, en la costa marroquí, que estaba sitiado por moros, turcos y holandeses. Partiendo de Cádiz, su flotilla consiguió pasar el cerco en la oscuridad, llevando armas y vituallas a los sitiados. Resultó que muchos de los moros sitiadores eran hornacheros desterrados a los que había conocido en el episodio de Ágreda. En Italia obtuvo el cargo de gobernador de la ciudad rebelde de L’Aquila. Cumplió con el encargo acaso con excesiva dureza. Asistió por entonces a una erupción del Vesubio y allí socorrió a las monjas de un convento. Entre 1635 y 1642 fue capitán de los presidios de Sinaloa en el virreinato de La Nueva España, y gobernador del castillo de San Juan de Ulúa en Veracruz. Regresó definitivamente a España en 1645 y falleció en Madrid al final de ese mismo año.
En
cuanto a su obra literaria, Contreras fue autor de su autobiografía intitulada Vida, nacimiento, padres y crianza del capitán Alonso de
Contreras, natural de Madrid, Cavallero del Orden de San Juan, Comendador de
una de sus encomiendas en Castilla, escrita por él mismo. Añade
además el subtítulo: Discurso de mi vida desde que salí a servir al rey, de edad de catorce
años, que fue en el año de 1597, hasta el fin del año de 1630, por primero de
octubre, que comencé esta relación. El manuscrito permaneció inédito
hasta 1900 en que fue descubierto y publicado por Manuel Serrano y Sanz. Se
trata de un relato sin la menor concesión literaria, una crónica muy al estilo
de la que escribió Bernal Díaz del Castillo en su Conquista de la Nueva España. Contreras se limita a relatar los
hechos de armas y sucesos de su vida, uno tras otro, sin añadidos, adornos ni
justificación alguna. Según sus propias palabras, un estilo seco y sin llover. Con todo, no carece
de gracia, y se lee con agrado. Está la obra muy en la línea de las biografías
de soldados que abundaron en nuestro siglo de oro, seguramente con no pocas
exageraciones y fanfarronadas añadidas.
Precisamente
su estilo seco desmiente la sospecha de que tuviera alguna participación en el
relato Lope de Vega. El Fénix de los Ingenios fue amigo personal de Contreras,
le dedicó al menos una de sus comedias, y le alojó en su propia casa algunas
temporadas. Puede que Lope le animara a escribir, pero no parece verosímil que
participara en la redacción del manuscrito.
La Vida del capitán Alonso de Contreras es precisamente la obra que hoy en Bigotini os ponemos al alcance de un clic. Hacedlo sobre el enlace y disfrutad la lectura de esta magnífica versión digital tomada de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
(Mi madre) me compró una camisa y unos zapatos de carnero, y me dio cuatro reales y me echó su bendición, con lo cual, un martes 7 de septiembre de 1597, al amanecer, salí de Madrid tras las trompetas del Príncipe Cardenal.
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