Nacido
en 1900 en Pawnee, Oklahoma, Chester Gould
era hijo de un ministro de la Iglesia de los Hermanos Unidos. Sus abuelos
habían sido pioneros en la colonización del territorio. Atraído por el dibujo
desde muy joven, realizó ilustraciones para varias publicaciones, hasta
alcanzar el éxito en 1931 dibujando para el Chicago Tribune las primeras tiras
de Dick Tracy, una serie llamada a
convertirse en un clásico de la historia del cómic.
Confesó
haber basado el personaje en un policía real, el célebre agente federal Eliot
Ness, de quien dio cumplida noticia la prensa en esa época. Sin duda no se
trató de una base demasiado sólida, pues muy pronto la serie derivó hacia lo
fantástico, caracterizándose por unos personajes, criminales y villanos, que
Gould caricaturizó y deformó hasta convertirlos en auténticos monstruos.
Introdujo también en las historietas elementos tecnológicos futuristas, como
relojes con teléfono y televisor, o viajes regulares a la Luna. El artista se
ocupó por completo de la serie desde 1931 a 1977. Falleció en 1985.
En cuanto a las tiras diarias y las páginas semanales de Dick Tracy, hay que decir que gozaron del favor del público durante todo ese tiempo. Contó con algo menos de admiración por parte de los editores de prensa. Algunos dejaron de publicar la serie hartos de la anarquía de los guiones de Gould. Fue el caso de Joseph Patterson, que vetó las tiras tras el final de la llamada trampa del cajón. Gould, apremiado por la obligación de dibujar una tira diaria, no guionizaba las historias de principio a fin, sino que producía una viñeta tras otra con lo que se le iba ocurriendo. En una de las aventuras, Dick Tracy acabó en un cajón mortal forrado de pinchos que se iba cerrando. No había posibilidad de salvación, y el héroe llamó a gritos al dibujante que lo liberó con una simple goma de borrar. Aquello colmó la paciencia de muchos seguidores y de varios editores.
Año
tras año, la serie fue hallando acomodo en los diarios más conservadores del
país. Los argumentos eran cada vez más reaccionarios, presentando una policía
autorizada a cualquier violencia, y unos delincuentes deformados hasta la
animalidad, con lo que prevalecía la tesis del exterminio del mal por cualquier
medio. Demasiada sangre y cierta dosis de fascismo. Artistas más liberales como
Al Capp, dibujaron historietas que satirizaban y ridiculizaban a Dick Tracy.
El
gran éxito de Dick Tracy lo condujo hasta la pantalla, tanto en cortos de
animación para la tv, como en películas con actores, como la que protagonizó
Warren Beatty en 1990.
En
nuestra historia del cómic no podían faltar un clásico como Dick Tracy, ni
Chester Gould, su creador. Os dejamos un manojo de sus páginas.
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