Estudiando
el registro fósil de los últimos 540 millones de años, fecha de la llamada explosión cámbrica, en que aparecieron
formas de vida capaces de dejar huella en rocas y sedimentos, los paleontólogos
han identificado cinco grandes extinciones masivas y unas veinte menores. Es muy
posible que antes de aquella fecha se hubieran producido otras extinciones
importantes, pero como los organismos precámbricos debían ser mayoritariamente
unicelulares y microscópicos, no
contamos con indicios fehacientes o bien estos son insuficientes y dudosos,
para hacernos siquiera una idea aproximada de aquellos hipotéticos sucesos. Así
que las investigaciones han de hacerse necesariamente a partir de los últimos
540 millones de años.
La
primera de las extinciones importantes identificadas es la llamada ordovícico-silúrica, ocurrida en algún
momento entre hace 450 y 400 millones de años. Por entonces la vida se
desarrollaba en los océanos, por lo que la mayoría de las especies
desaparecidas (aproximadamente el 85% de las existentes) eran acuáticas. Los
especialistas calculan que esta extinción sucedió en dos etapas durante un
periodo de unos 3,5 millones de años. Las causas pudieron ser las bajas
temperaturas y glaciaciones masivas que provocaron un descenso dramático del
nivel del mar. La segunda etapa probablemente se debió a un posterior
calentamiento que acabó con las especies que en esos 3,5 millones de años se
habían adaptado al frío. Desaparecieron en esta gran extinción gran parte del
plancton, los crinoideos, los corales, los trilobites, los peces acorazados y
los braquiópodos.
La
segunda gran extinción comenzó hace unos 380 millones de años y duró alrededor
de 20, al final del periodo Devónico. Fue la extinción devónico-carbonífera,
en realidad varias extinciones (entre 3 y 7) cada una de las cuales debió durar
unos pocos millones de años. En esta extinción perecieron también
mayoritariamente las especies marinas. Los organismos que habían comenzado a
colonizar la tierra firme, como plantas, insectos y primitivos protoanfibios,
corrieron algo mejor suerte, aunque también se extinguieron muchos de ellos.
La
tercera gran catástrofe ocurrió hace unos 250 millones de años y fue la más
devastadora en términos de porcentaje de especies desaparecidas, más del 90%.
Fue la extinción pérmico-triásica que representó el final de muchos anfibios y
reptiles primitivos, tanto en los mares como en tierra firme. Perecieron las
especies moradoras de los fondos marinos, briozoos y corales, muchos crustáceos
y trilobites, y el plancton de superficie. Para los insectos fue una hecatombe,
perdiéndose la mayor parte de los géneros y especies entonces existentes. Sobre
las causas de esta extinción existen muchas controversias, pero los cambios
climáticos con elevación de la temperatura de hasta 8 grados, parecen ser los principales
responsables. También se produjeron cambios químicos, descendiendo el pH de los
mares hasta niveles muy ácidos. La extraordinaria actividad volcánica que se
produjo en lo que mucho después sería Siberia pudo estar detrás de la
catástrofe. Gases tóxicos, emisiones de dióxido de carbono y metano.
Esta
extinción casi acaba con la vida en el planeta, pero los escasos supervivientes
medraron y encontraron terreno abonado para prosperar. Fue el caso de los
helechos y los hongos, o de los arqueosaurios, que después darían lugar a los
dinosaurios. Los grandes reptiles mamiferoides perecieron, pero quedaron con
vida sus parientes más pequeños de los que descendemos todos los mamíferos
actuales.
La
cuarta extinción masiva se produjo hace unos 200 millones de años, a finales
del periodo Triásico. En esta extinción triásico-jurásica perecieron alrededor del 75% de las especies. Los
niveles marinos mucho más bajos, y el inicio de la hendidura o grieta que daría
lugar con el tiempo al océano Atlántico, pudieron desempeñar un papel
importante en el suceso. Murieron muchos de los grandes predadores marinos,
esos monstruosos reptiles con dientes terroríficos que pueden verse en las
ilustraciones que recrean ese periodo. Además perecieron esponjas, corales,
ammonoides, braquiópodos y nautiloides. También se perdieron casi todos los
reptiles mamiferoides que quedaban con vida. En tierra firme, la eliminación de
la competencia dejó a los dinosaurios el camino libre para expandirse,
diversificarse y prosperar. Los pocos mamíferos supervivientes eran criaturas
pequeñas y medrosas que habitaban oscuras madrigueras, y así iban a continuar
durante casi 150 millones de años más, periodo en el que los dinosaurios
dominaron literalmente la Tierra.
La
quinta de las grandes extinciones, y por supuesto, la más famosa, es la que
tuvo lugar hace unos 66 millones de años, en la frontera entre el final del
periodo Cretácico y el comienzo de la era Terciaria. Esta extinción cretácico-terciaria (K-T) o bien cretácico-paleogénica (K-Pg) como suele llamarse últimamente, porque al
Terciario se llama ahora Paleogeno, fue la que acabó con la práctica totalidad
de los dinosaurios, de los que sólo sobrevivieron los emplumados antepasados de
las aves. Tuvo la virtud, si es que así puede decirse, de dejar el camino
expedito a los mamíferos, que finalmente se aventuraron a abandonar sus
madrigueras y diversificarse en diferentes territorios. La desaparición de los
dinosaurios, el orden de criaturas más exitosas de la historia del planeta,
puesto que lo dominaron durante nada menos que 150 millones de años, resulta
tan llamativa que eclipsa al resto de especies y grupos extintos. Lo cierto es
que en el suceso también muchas otras criaturas, animales y plantas tanto
terrestres como marinas, acompañaron a los grandes reptiles a la tumba.
Las
causas de esta quinta gran extinción, o mejor dicho, la causa única, parece
estar meridianamente clara. Ha sido estudiada en profundidad por multitud de
expertos y el resultado no deja lugar a dudas. Un gran meteoroide del tamaño de
una gran ciudad (entre 10 y 15 kilómetros) impactó a una velocidad superior a
la del sonido, en el Golfo de México, produciendo un enorme cráter y sumiendo
al planeta Tierra en un prolongado periodo de oscuridad.
Pues
bien, estas fueron las cinco grandes extinciones conocidas. La pregunta que
surge a continuación es si habrá una sexta. Miro al profe Bigotini y el hombre
tuerce el bigote en un gesto que no presagia nada bueno. Nos ocuparemos del
tema en un próximo artículo.
El mundo mejora día a día con el esfuerzo de los sabios, pero son los imbéciles quienes más lo disfrutan.
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