Apodada
la Marilyn Monroe británica, Diana Dors
fue durante los años 50 un sex-symbol
para consumo exclusivamente interno. Dueña de un físico prodigioso y de uno de
esos escotes memorables, la Dors lo intentó también en La Meca del cine, pero
Hollywood, que a veces es caprichoso, no llegó a encapricharse de ella. Su
aventura americana no pasó de una discreta comedia con Dany Kaye que cosechó un
discreto fracaso.
Pero
aquella delicada flor de Wiltshire no siempre fue la exuberante vampiresa cuya
imagen recordamos. Ni mucho menos. La pequeña Diana había debutado en el cine
británico a la tierna edad de quince años haciendo un papelito en la versión de
Oliver Twist que dirigió David Lean en 1948. Lucía entonces su natural cabello
castaño, todavía no oxigenado. Apuntaba aquella jovencita buenas maneras,
recibió entusiastas críticas y hasta se subió a las tablas para interpretar una
Ofelia muy decorosa en un Hamlet muy aplaudido. Pero aquello duró muy poco.
Diana fue tentada por el oropel, la lentejuela y el glamour tapizado de
alfombras rojas. Se tiñó de rubia y emprendió una meteórica carrera que la
convirtió en una de las mujeres más deseadas de los años cincuenta.
Para recordar a Diana Dors os dejamos un breve montaje de música e imágenes que rinde tributo a la estrella. Haced clic sobre el enlace y disfrutad contemplando a aquella belleza rubia inolvidable.
https://www.youtube.com/watch?v=wWBT2C1jn18
Próxima
entrega: Jayne Mansfield
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