Tan
enamorado estaba de España que se hizo enterrar en Ronda. En realidad, lo que a
Orson Welles le gustaba era la buena vida,
los toros, el flamenco, los cocktails de Chicote y la juerga de los
sanfermines, émulo irredento de Hemingway, sin que lo mismo que al escritor
aventurero, le importaran gran cosa el franquismo, la dictadura y todo aquello.
Welles
fue escritor como Hemingway, fue actor, fue por supuesto, cineasta (por eso nos
ocupamos aquí de él), fue muchas cosas, pero sobre todo, fue un bon vivant
desmesurado que se comió todas las langostas de las marisquerías y se bebió
varias cosechas de Rioja, de manzanilla de Sanlúcar y qué se yo. También se
acostó con Rita Hayworth, bien es cierto que por poco tiempo, sí, pero… que me
quiten lo bailao, debió pensar el muy canalla.
Genio
de la comunicación y comunicador genial, se sacó de la manga aquella mítica
emisión radiofónica de costa a costa, con la que mató de miedo a media América
haciéndole creer que les invadían los marcianos. Si el programa lo hubiera
emitido aquí en aquellos años, la gente se lo habría tomado a risa, como lo
tomaron a risa Carmen Sevilla o Dominguín (Ava Gardner tenía una faena de
lucimiento, pero este chalado…).
Impresionados
por su éxito en la radio, los directivos de la RKO, que entonces andaba en
horas bajas, le dieron carte blanche
y cheques al portador para hacer la película que le diera la gana. Y a Welles
le dio la gana de hacer Ciudadano Kane,
que pasa por ser uno de los mejores filmes de todos los tiempos. A mí no me
entusiasma tanto como para ponerla en mi top ten, pero hay que reconocer que
por sí sola, CK es todo un máster de cinematografía. Como actor sus mejores
papeles fueron los de carácter. Inolvidable el poli corrupto y porcino que hizo
en Sed de mal. Inolvidable la escena
de los espejos de La dama de Shanghai,
con una Rita Hayworth a la que se atrevió a cortar el pelo y teñirla de rubia,
patético aprendiz de Pigmalión rompiendo espejos como para asegurarse siete
siglos de mala suerte. Se dice que apostó con el mandamás de la Columbia a que
era capaz de hacer una gran película de una novela barata. Eligió una al azar
en el kiosco más próximo, y resultó ser The
lady from Shanghai, una novelucha de un tal Sherwood King. Dicen otros que
Welles ya conocía bien la novela, y se compinchó con el kiosquero para que la
tuviera a mano.
Pero trampas aparte, aquí en Bigotini nos quedamos con el Orson Welles de El tercer hombre. La productora inglesa London Films le ofreció dirigirla, pero él declinó el ofrecimiento en favor de Carol Reed. También prefirió cobrar su trabajo en dinero contante y sonante, en lugar de aceptar una parte en los beneficios de taquilla. Se arrepintió el resto de su vida, porque El tercer hombre sí es una de esas películas con mérito para estar en cualquier lista de las mejores. Hoy os proponemos visionar el tráiler oficial con Welles, con Cotten, con aquella deliciosa Alida Valli, y con la música genial de Anton Karas. Disfrutadla un par de minutos (clic en el enlace), y sirva como recuerdo a aquel golfo tramposo que fue el gran Orson Welles.
https://www.youtube.com/watch?v=zEZPP5-sJGE
Próxima
entrega: Rita Hayworth
No hay comentarios:
Publicar un comentario