
¿Podría
encontrarse alguna medida objetiva de cómo la naturaleza humana cambia y se
perfila a lo largo del tiempo? Por sorprendente que pueda parecer, tales
medidas existen. Así, especialistas en historia económica como Botticini y
Eckstein han documentado el papel de la educación en la historia judía, y
Gregory Clark, a quien seguimos en este comentario, ha reconstruido el comportamiento económico
inglés en los 600 años que precedieron a la Revolución industrial. Una buena
parte de sus conclusiones podrían trasponerse con facilidad a muchas naciones
occidentales.

El
bucle malthusiano consistía en que
cada vez que la productividad mejoraba debido a algún adelanto tecnológico, y
la disponibilidad de alimentos era mayor con el consiguiente incremento de la
salud, sobrevivían más niños hasta la madurez, lo que significaba más bocas que
alimentar que consumían los excedentes. En la siguiente generación, todos
volvían a vivir justo por encima del nivel del hambre, que era el punto de
partida.

En
efecto, las tasas de homicidio entre hombres son muy elevadas en las sociedades
de cazadores recolectores primitivas. Valga el ejemplo de los aché de Paraguay
que registran tasas de 15 asesinatos por cada 1000 habitantes. Pues bien, la
tasa de homicidios que era de 0,3/1000 en la Inglaterra de 1200 (equiparable a
las sociedades agrícolas atrasadas), se redujo a 0,1/1000 en 1600, y a menos de
la décima parte de ese valor ya en 1800.
La
tasa de alfabetización de los hombres ingleses aumentó regularmente desde un
30% en 1580 hasta más del 60% en 1800. La de las mujeres, que partía de un
exiguo 10% en 1650, igualó la de los hombres en 1875.

Estos
cambios de comportamiento en la población inglesa de 1200 a 1800 tuvieron una
repercusión económica enorme, transformando gradualmente una población
campesina violenta e indisciplinada, en una fuerza laboral eficiente y
productiva. Madrugar cada día y soportar una jornada laboral completa dista
mucho de ser un comportamiento humano natural. Los cazadores-recolectores no
aceptan de buen grado este cambio. Los comportamientos disciplinados han
evolucionado de forma gradual, y una mejor tecnología desempeñó también un
papel crucial en el aumento de la eficiencia.
Clark
nos desvela el mecanismo genético a través del cual la economía malthusiana
operó tales cambios en la población inglesa. Los ricos tenían más hijos que
sobrevivían que los pobres. Un estudio testamentario entre 1585 y 1638 desvela
que los que dejan en testamento 9 libras o menos, tenían por término medio
menos de dos hijos, mientras los testamentos de más de 1000 libras, dejaban
algo más de cuatro hijos.
Como
la población se mantuvo bastante estable durante el periodo estudiado, el hecho
de que los ricos tuvieran más hijos que los pobres condujo a un descenso social
incesante. Muchos de los hijos de ricos descendían en la escala social, ya que
la clase acomodada nunca superaba el diez por ciento del total. Y el descenso
social tuvo la consecuencia genética de que llevaban con ellos la herencia de
los comportamientos que habían hecho ricos a sus padres, menor agresividad,
mayor formación y mayores capacidades de trabajo y de ahorro. Que cambios
evolutivos tan profundos en el comportamiento social puedan materializarse en
unos pocos siglos, puede parecer sorprendente, pero resulta perfectamente
posible a la luz de los experimentos llevados a cabo por los conductistas
soviéticos sobre domesticación de animales, que obtuvieron resultados
espectaculares sólo en unas pocas generaciones.

-A
mí, el ser tan guapo me ha generado muchos enemigos.
-Pero
hombre, si tú eres muy feo.
-¿Lo
ves? Otro más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario