Actualmente
existen ocho especies de osos en el mundo. El de mayor tamaño de los
vivos es el oso de Kodiak,
también llamado oso
gigante de Alaska, una
subespecie del oso pardo
americano o grizzly,
cuyos machos superan en envergadura y peso incluso al corpulento oso
polar. Pero no hace mucho
tiempo en términos geológicos (apenas hace 10.000 años) existían
varias especies todavía mayores. Se extinguieron porque no pudieron
competir con el empuje colonizador de los cazadores de dos patas,
unos monos desnudos que los exterminaron para comer su carne, vestir
sus pieles, adornarse con sus dientes y sobre todo, adueñarse de su
alma, el indomable espíritu del gran oso, totémico símbolo
aglutinador de las tribus y los grupos familiares. Os hablaré de dos
especies en concreto.
Ursus
spelaeus extendía su
dominio por la vieja Europa pleistocénica.
Se han encontrado sus restos en Austria, Alemania, Países Bajos,
España, Reino Unido, Rusia y Siberia. Durante el periodo Pleistoceno
el oso de las cavernas,
Ursus spelaeus,
constituía una especie muy numerosa e impresionante. Vivió en
Europa durante el punto culminante de la época
glacial y con frecuencia
hibernaba en las cuevas alpinas. Parece que se congregaban muchos
osos para dormir juntos este largo sueño invernal, según se deduce
de las pilas de huesos fósiles que se encontraron reunidos. En
Austria una sola cueva, la Drachenhohle
o cueva del dragón, contiene los restos de más de 30.000 osos
de las cavernas.
Muchos de ellos parecen haber muerto mientras dormían. A pesar de su
enorme tamaño y su aspecto aterrador, los estudios paleozoológicos
clásicos adjudican a Ursus
spelaeus la condición
de vegetariano. Lo cazaban los hombres de Neanderthal,
que al parecer daban gran importancia a los huesos de este animal en
sus rituales a juzgar por la asociación de diferentes restos de
Ursus spelaeus
a enterramientos humanos, y otros importantes indicios que arrojan el
arte y la industria paleolíticos.
Sin
embargo, recientes estudios llevados a cabo por investigadores de la
Universidad de Zaragoza hablan a favor de la alimentación omnívora
del oso de las
cavernas. El estudio
parte del análisis de las marcas dentarias aparecidas en los huesos
de la cueva Coro Tracito de la localidad de Tella (Huesca). Los
hallazgos tienen una antigüedad comprendida entre 150.000 y 24.000
años, y no dejan lugar a dudas acerca de que Ursus
spelaeus
complementaba su dieta vegetariana con carne. Posiblemente no era un
depredador activo, sino más bien un carroñero oportunista que en
caso de necesidad no desdeñaba el aporte proteico que proporciona la
carne.
El
otro gran oso del que os quiero hablar habitó en la misma época
América del Norte. Es Arctodus
simus, un soberbio
animal de 800 kilos de peso y más de tres metros y medio de altura
cuando se erguía sobre sus patas traseras. Completa el género
Arctodus
junto a su pariente Arctodus
pristinus, que moraba
algo más al sur. Se le conoce también como oso
de hocico corto y fue
el mayor oso y el mayor carnívoro terrestre de los últimos 800.000
años. Arctodus simus
era nativo de América
del Norte y se extinguió hace unos 12.000 años, o más bien lo
extinguieron (véase el post sobre la extinción
de la megafauna americana).
Análisis
de los restos de Arctodus
simus arrojan altas
concentraciones de nitrógeno-15, un isótopo que se acumula de forma
diagnóstica en animales que se alimentan exclusivamente de carne.
Puede afirmarse por lo tanto, que el oso
de hocico corto era
un carnívoro estricto y se calcula que un individuo adulto
necesitaría ingerir alrededor de 16 kilos de carne al día para
sobrevivir. Por su extraordinaria corpulencia pudo haber sido un
carroñero que intimidaba con su sola presencia a otros depredadores
y les desposeía de sus presas. Pero su estructura anatómica y la
longitud de sus patas también le permitían correr a la nada
desdeñable velocidad de 60 o 70 Km/h., por lo que estaría
perfectamente capacitado para abatir grandes herbívoros como
caballos, bisontes o perezosos terrestres.
Recientemente
se han hallado restos tanto de Ursus
spelaeus como de
Arctodus simus
relativamente bien conservados entre los hielos árticos. Podría
descifrase su genoma, por lo que no hay que descartar que en un
futuro no muy lejano ambas especies se incluyeran entre los animales
recientemente extinguidos, candidatos junto al mamut
o al thylacino,
a ser clonados y vueltos a la vida en una especie de Parque
Pleistocénico a mayor
gloria de la ciencia. Sólo es cuestión de tiempo y de dinero. Eso
si, de mucho dinero. Desde el clan
del oso cavernario
permaneceremos alerta esperando la aparición de los gigantes, con la
lanza dispuesta y murmurando entre dientes viejas salmodias
ancestrales medio olvidadas entre las brasas todavía humeantes de
las hogueras, y medio recordadas en las recónditas paredes de la
gruta, donde junto a caballos, renos y bisontes, bailan sus danzas
rituales los formidables osos.
La
política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un
diagnóstico falso, y aplicar después los remedios equivocados.
Groucho Marx.
Fascinante
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