Gabriel
Bocángel y Unzueta, madrileño nacido en 1603, era
hijo del médico real Nicolás Bocángel, y nieto de Pietro
Bocangenino, un boticario y exportador de lana genovés, que en
tiempos de Carlos V había causado sensación en Toledo por su
apostura, según se desprende de la siguiente descripción: era
alto, enteco, de larga cabellera rubia y tan galán que no se hallaba
en qué dalle vejamen.
Si
hemos de juzgar por el retrato que nos ha llegado, y que aquí
reproducimos, su nieto Gabriel, nuestro protagonista de hoy en
Biblioteca Bigotini, no heredó precisamente las prendas de su
abuelo. Pero en fin, como quiera que Dios cuando cierra una puerta,
abre a cambio una ventana, Gabriel Bocángel resultó ser un gran
poeta. Por eso lo glosamos aquí, y a eso vamos.
Estudió
en Toledo, y Alcalá, donde aprendió el latín y el griego, bagaje
que añadió a su conocimiento del español y el italiano. A los
veintiséis años entró como bibliotecario al servicio de don
Fernando de Austria, el célebre Infante Cardenal hermano de Felipe
IV. A los treinta y cinco le nombraron Cronista Real y Contador de
Libros. Así que Bocángel fue una especie de escritor de cámara, y
efectivamente en esos años escribió diversos panegíricos sobre
bodas, bautizos y demás acontecimientos de la corte. Algunos no
pasan de simples ejercicios de adulación. Otros sin embargo, ofrecen
al historiador y al curioso, valiosa información sobre usos y
costumbres de la época, como en el caso de La fiesta real y
votiva de toros, que escribió en Madrid en 1648. Su primera
esposa murió prematuramente, y de la segunda, una nieta del médico
de cámara de Felipe III, tuvo al menos siete hijos. Toda la familia
durante varias generaciones, vivió, creció y se multiplicó al
amparo de la Real Casa.
Pero
lo que de verdad nos interesa es la faceta poética de Gabriel
Bocángel. Se codeó con genios de la talla de Lope y de Góngora,
entre otros. Fue sobre todo, un consumado autor de sonetos, que
los hacía salir de su pluma como quien fríe buñuelos. Se le
considera seguidor del culteranismo, miembro de la
escuela gongorina, si bien su poesía resulta algo menos alambicada
que la de su maestro don Luis. Se aplicó muy especialmente a la
poesía lírica, destacando entre otras obras suyas el Cancionero
petrarquista dedicado a Filis, y su Fábula de Leandro y Hero.
Algo más limitada fue su producción dramática, cabe citar
únicamente El nuevo Olimpo, publicada en 1649, acaso su mejor
pieza teatral, y El emperador fingido, que apareció
póstumamente en 1678. También se le considera precursor de la
zarzuela, ya que compuso una obra donde la música tuvo un papel
destacado, lo que al parecer entusiasmó a Felipe IV, que le concedió
una pensión vitalicia.
De
nuestra biblioteca virtual, os ofrecemos hoy la versión digital de
su Lira de las musas, de humanas y
sagradas voces, junto con las demás obras poéticas antes
divulgadas, que fue impresa en la madrileña imprenta
de Carlos Sánchez, el año 1637, y constituye una colección de su
poesía completa, que dedicó a su señor el Infante Cardenal don
Fernando. Haced clic en la imagen,
y dejad que la poesía de Gabriel Bocángel os empape los sentidos y
el alma.
Tu
obstinado cadáver nos advierte que hay vida muerta, pero no
vencida... Gabriel Bocángel.
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