Estamos acostumbrados a
recibir información acerca de las enfermedades que nos transmiten los insectos
o aquellas en las que intervienen como vector. A nuestros ojos los insectos y
en general los invertebrados, son seres pequeños, poco interesantes, y en
muchas ocasiones molestos, por eso no solemos interesarnos por las enfermedades
que les afectan. Cómo enferman los insectos y el resto de los “bichos”, es algo
que habitualmente nos trae sin cuidado. Y sin embargo, cuanto más vamos
conociendo acerca de las patologías de los invertebrados, y sobre todo, de las
estrategias que adoptan para combatirlas, más y más nos asombramos de su
extraordinaria eficacia.
La mayor parte de los
insectos encuentran la muerte por causas que podrían calificarse de no
naturales. Muchos son parasitados por otras especies de insectos, como en el
caso de ciertas avispas que inoculan sus huevos en el interior del cuerpo de
pulgones, para que sus larvas se nutran de los tejidos de sus víctimas. Algunas
colonias de hormigas y otros insectos gregarios organizan auténticas
expediciones de caza para capturar y devorar a sus prisioneros. Una legión de
insectos e invertebrados sirve de alimento a reptiles, pájaros y pequeños
mamíferos. Por último, son infinidad los que perecen a nuestras manos, abatidos
por insecticidas, plaguicidas, o directamente aplastados cuando nos incomodan.
Cabe preguntarse si los
insectos padecen como los animales vertebrados, infecciones bacterianas o
causadas por otro tipo de microorganismos. La respuesta es sí. Naturalmente
padecen infecciones, pero no llegan a afectarles como a nosotros, porque poseen
un sistema inmunitario extraordinariamente eficaz. Según explica Deborah Kimbrell, profesora de Biología de la
Universidad de Houston, cuando una bacteria penetra en una herida de un
insecto, sus células sanguíneas (equivalentes a nuestros leucocitos) se
movilizan con urgencia para rodear y digerir al invasor antes de darle tiempo a
reproducirse. La mayor parte de los invertebrados poseen un órgano llamado cuerpo
graso, en cierto modo equivalente al hígado de los mamíferos, que es
capaz de producir grandes cantidades de proteínas antibacterianas que actúan
contra la infección incipiente como lo haría un antibiótico.
Lo más curioso es que el
mecanismo de respuesta inmunitaria de los insectos que se han investigado,
resulta muy similar en esencia a nuestras propias estrategias inmunológicas.
Esto constituye una prueba más de nuestros remotos orígenes comunes. En efecto,
como ya hemos dicho aquí en otras ocasiones, vertebrados e invertebrados
descendemos de un antepasado común, y en definitiva todos y cada uno de los
seres vivos que conformamos la biomasa del planeta Tierra, nos hemos originado
a partir de un único y remotísimo ancestro unicelular. En los últimos años
entomólogos, inmunólogos, biólogos y genetistas están estudiando a la mosca Drosophila
melanogaster, que entre la fauna invertebrada es la auténtica vedette de los laboratorios, al objeto
de profundizar en el conocimiento de su asombrosamente eficaz sistema inmune, y
en la esperanza de hallar soluciones prácticas a nuestros propios problemas.
Entre amigas:
-¿Qué me das por mi
marido?
-Absolutamente nada.
-¡Trato hecho!
No hay comentarios:
Publicar un comentario