Gerónimo,
Hieronymus, Gerolamo o Girolamo
Cardano, pues
con todos esos nombres podemos encontrarle según las distintas
fuentes, nació en Pavía en 1501. Fue el hijo ilegítimo de Fazio
Cardano, un jurista aficionado a las matemáticas que gozaba de buena
posición. El joven Girolamo inició sus estudios en su Pavía natal,
para pasar más tarde a Padua, donde estudió medicina. Ejerció su
arte en Milán, Bolonia y Roma, llegando a ser el médico personal
del Papa. Además de su profesión médica, se interesó vivamente
por muchas otras materias, hasta el punto de que podemos considerar a
Cardano como el prototipo perfecto de sabio renacentista. Destacó
como astrólogo, matemático, físico, filósofo y escritor. También
cultivó las ciencias naturales y fue un precursor del
enciclopedismo. Girolamo se divertía con el estudio de los astros.
La leyenda dice que llegó a predecir el día exacto de su muerte.
Como mero pasatiempo, publicó en 1554 en Bolonia nada menos que un
horóscopo de Cristo, lo que le costó un penoso proceso
inquisitorial y varios meses de prisión.
Aunque
la sentencia llevaba aparejada la prohibición de publicar, Cardano
se valió de la protección del Papa Gregorio XIII para continuar
ejerciendo la medicina y firmando muchas otras obras. En medicina
destacan sus comentarios a Galeno e Hipócrates y su descripción de
la fiebre tifoidea. Su trabajo más importante en este campo fue El
libro de los sueños,
donde recogió todas las aportaciones de los autores clásicos en
esta materia. El texto de Cardano es tan valioso, que el mismo
Sigmund Freud lo reconoció como una de sus principales obras de
consulta, cuando publicó en 1900 su Interpretación
de los sueños. En
filosofía se centró en la inmortalidad del alma. También estudió
la hidrodinámica y publico dos enciclopedias de ciencias naturales.
Pero
donde verdaderamente brilló Girolamo Cardano fue en el campo de las
matemáticas. Su contribución a las ecuaciones de tercer y cuarto
grado, así como la profundización en los números imaginarios, le
consiguió una merecida reputación entre los matemáticos de su
tiempo y de los siglos posteriores. Fue el padre de la rejilla
de Cardano, una
herramienta criptográfica precursora de los modernos mecanismos
basados en la combinación numérica, utilizados por ejemplo, en las
cajas fuertes. Fue también el inventor de la suspensión
de Cardano, un
dispositivo de dos ejes que giran en ángulo, y que se sigue
utilizando actualmente en millones de vehículos. Cardano escribió
dos autobiografías de notable calidad literaria, y por encima de
cualquiera otra de sus obras, un libro, el Liber
de ludo aleae,
que no se llegó a publicar hasta después de su muerte, y que
constituye una auténtica joya científica, por tratarse del primer
trabajo serio sobre cálculo de probabilidades en los juegos de azar.
Las ideas y principios contenidos en la obra resultan
sorprendentemente actuales y vigentes, al punto de que su tardío
redescubrimiento, supuso un notable impulso del moderno cálculo
probabilístico. Vaya desde aquí nuestro humilde y sincero tributo
al gran Girolamo Cardano, y que rueden en su honor los dados sobre el
tapete.
El
que juega por diversión no necesita ganar. El que juega por
necesidad perderá necesariamente.
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