Andrés Vesalio es el nombre
latinizado de Andries van Wesel, un
bruselense de familia brabanzona, nacido en 1514. Procedía de una antigua y
prestigiosa dinastía de médicos. Su tatarabuelo Pierre fue médico de Federico
III y autor de un comentario a Avicena muy célebre en su tiempo. Su bisabuelo
Johannes fue profesor de matemáticas y medicina en la universidad de Lovaina, y
médico de Carlos el Temerario, ennoblecido por el emperador, introdujo en sus
armas las tres comadrejas de las que blasonó la familia. Su abuelo Everard fue
médico de María de Borgoña y del archiduque Maximiliano. Pero a partir de ahí
se enturbió un tanto la nobleza familiar, puesto que Andreas van Wesel, el
padre de Andrés Vesalio, fue un hijo concebido fuera del matrimonio, con el
consiguiente escándalo. El emperador Carlos Quinto tuvo el detalle de
legitimarlo, pero a pesar de ello, tanto él como su hijo Andrés siempre fueron
mirados por encima del hombro en la Corte imperial.
Nuestro hombre creció empeñado en
devolver el lustre a aquella dinastía de profesores universitarios y galenos
reales que, como escribió en el prefacio de su obra, estaban lejos de ser oscuros médicos. Andrés fue un joven arrogante
continuamente enzarzado en disputas para limpiar su honor y su nombre. Terminó
convertido en médico personal del emperador, y fue nombrado conde palatino en
1556, con lo que al fin pudo lucir en su escudo otra vez las anheladas tres
comadrejas. Su carácter desconfiado e irascible le llevó a discutir, a veces
acaloradamente, con maestros, colegas y discípulos a lo largo de su andadura
profesional.
Estudió en Bruselas, Lovaina,
Estrasburgo, París y Padua, y además de ser el médico de cámara del emperador
Carlos, lo fue también de su hijo Felipe II. En 1543 Vesalio publicó la obra a
la que dedicó gran parte de su vida, y por la que es conocido universalmente: De Humani Corporis Fabrica, que
habitualmente se conoce simplemente como Fabrica.
Se trata fundamentalmente de una colección de dibujos anatómicos
extraordinariamente detallados, y tomados del natural durante la disección de
cadáveres, una práctica muy extendida en su época, tanto entre los médicos y
cirujanos, como entre los artistas, que procuraban conocer a fondo la anatomía
humana, para reproducirla con la mayor fidelidad en sus obras de arte. Por
cierto que esta práctica condujo a la muerte a no pocos de ellos, al pincharse
o cortarse accidentalmente con algún instrumento de disección, y contraer sepsis mortales que les llevaban a la
tumba en pocas horas.
La Fabrica de Vesalio resultó una
fuente de inspiración y un instrumento de consulta indispensable en su tiempo.
No obstante, curiosamente fue mucho más popular entre los artistas que entre
sus colegas médicos. Los dibujos de Vesalio se copiaron y reprodujeron hasta la
saciedad por una legión de dibujantes y grabadores. Paradójicamente se prescindió
muy a menudo de su texto, y la razón de ello hay que buscarla en que Andrés
Vesalio realmente no aportó nada nuevo a las ideas y principios anatómicos de
Galeno que imperaban aun en aquellos años. En un episodio oscuro de su
biografía, Vesalio fue condenado a la hoguera por prácticas hechiceriles (se
desconoce con qué argumentos). Felipe II sustituyó benévolamente la sentencia
por la imposición de peregrinar a Tierra Santa. Tras una accidentada travesía,
Andrés Vesalio falleció en la isla griega de Zante, cuando apenas tenía
cincuenta años.
Tan solo unas décadas después, el texto
de su Fabrica quedó por completo relegado al olvido, mientras que las
ilustraciones de Vesalio fueron amplia y brillantemente superadas por artistas
como Leonardo de Vinci, Miguel Ángel o Rafael. Ya veis en definitiva en que
queda la vanidad y que poco aprovechan el orgullo y la arrogancia. Toda una
vida dedicada a ascender socialmente y hacer continua protesta de nobleza, para
acabar olvidado, condenado y con tres cochinas comadrejas en el escudo, que no
sirven para maldita la cosa.
La humildad es el vestido del pobre y el
adorno del príncipe.
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