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martes, 18 de noviembre de 2014

LOS HERMANOS QUINTERO Y SU ANDALUCÍA IDÍLICA

Serafín y Joaquín Álvarez Quintero fueron dos sevillanos de Utrera, nacidos en 1871 y 1873, que durante el primer cuarto del pasado siglo XX se convirtieron en la principal referencia de la escena teatral española. Prolíficos autores de comedias, sainetes, entremeses, juguetes cómicos y libretos para zarzuela o piezas musicales, los hermanos Quintero, como eran conocidos popularmente en toda España, cultivaron como nadie el llamado género chico, al que supieron dar la relevancia y el empaque del que este género menor había carecido hasta la irrupción de los utreranos.
El entremés teatral, la pieza breve, tiene una larga trayectoria en las letras españolas. Concebido como un divertimento de corta duración que precedía a las comedias y autos sacramentales, fue en sus orígenes género cultivado por autores tan importantes como Lope de Rueda o el mismo Miguel de Cervantes. Pero, como diría cierto banderillero metido a político, con el tiempo fue degenerando hasta convertirse en un artículo menor, un recurso teatral de relleno, a menudo chusco y hasta grosero en ocasiones. En la España finisecular de la Restauración, el género chico había tocado fondo. Dos autores (tres) tomaron a su cargo la tarea de insuflarle nueva vida: Carlos Arniches reinventó el sainete madrileño; los Quintero recrearon la comedia andaluza.

Juan González Alacreu. Alfareras

José García Ramos. Cortejo español
En 1897 saborearon su primer gran éxito popular con el estreno en Madrid de El ojito derecho. Llegaron después títulos tan célebres y tan celebrados como Malvaloca, El genio alegre, Las flores, El patio, Amores y amoríos, Las de Caín, La Puebla de las mujeres, La boda de Quinita Flores, Doña Clarines, Los Galeotes, Ventolera o Mariquilla Terremoto, entre las más de doscientas obras que pusieron en escena. El estilo de los hermanos Quintero se ha calificado como naturalismo ingenuo. Se trata de un costumbrismo particular, trasladado al peculiar dialecto andaluz, y sin embargo escrito en un castellano, no solo impecable, sino incluso por momentos de una elegancia singular. Serafín y Joaquín ocuparon con todo merecimiento sendos sillones en la Real Academia de la Lengua Española.

En la España convulsa y prebélica de los años veinte y treinta, los hermanos Quintero fueron etiquetados no sin fundamento, como autores de derechas. Efectivamente, la Andalucía que se refleja en sus obras aparece por completo libre de miseria, lacras sociales y conflicto de cualquier tipo. Es una visión idílica y colorista en la que destaca la gracia, la sal andaluza. Su tímida crítica social, si es que en puridad puede decirse que existió, quedó detenida en una especie de ternurismo melodramático. Los Quintero no quieren inquietar al espectador burgués (su principal clientela). Por eso insisten en su visión idealizada y amable de una Andalucía inexistente.
Pese a todo, en esto acaso radique la esencia de su éxito y su valor literario. En la invención de un país, un paisaje y un paisanaje falsos pero encantadores, fingidos pero teatralmente creíbles. En definitiva, hay en la obra de los Quintero una arrolladora alegría de vivir, que la redime y la eleva. Por eso críticos tan implacables como Azorín, Cernuda o Pérez de Ayala, pese a sus objeciones de fondo, terminan por aceptar y aplaudir el teatro de los hermanos.

Manuel García y Rodríguez. Patio andaluz

Fallecidos ya ambos, con el franquismo llegó en los cuarenta y los cincuenta un reflorecimiento de sus obras y su estilo. Las piezas de los Quintero volvieron a reponerse en los escenarios y se adaptaron al cine a mayor gloria de Cifesa, la productora oficial, y de rutilantes estrellas como Paquita Rico, Imperio Argentina o Estrellita Castro.
En Biblioteca Bigotini ofrecemos hoy una versión digital de El patio, simpática comedia estrenada con gran éxito en 1900. Se trata de una de las piezas más representativas del teatro de los Quintero. Haced clic en la portada y paladead el sabor de esa elegante prosa cargada de fina ironía y humor sin aristas.

He disfrutado mucho con esta obra de teatro. Especialmente en el descanso. Groucho Marx.



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