En
nuestra anterior entrega de la serie sobre la evolución de los vertebrados,
dejamos a los reptiles instalados en la tierra firme. Los descendientes de
aquellos pioneros estaban llamados a fundar las dos grandes órdenes supervivientes
hasta la actualidad, la de los mamíferos y la de las aves.
Vamos hoy a ocuparnos del paso intermedio que condujo hasta esta última: los dinosaurios.
Los
precursores de todas las especies de dinosaurios cuyos restos fósiles han
llegado hasta nosotros, fueron los arcosaurios.
Debemos remontarnos a finales del periodo Pérmico, hace unos 250 millones de
años. Por aquel entonces evolucionó una línea de pequeños reptiles diápsidos,
llamados proterosuquios. A partir de
esta línea se ramificaron diversos reptiles que los taxonomistas han agrupado
bajo la denominación de tecodontos.
Los
tecodontos prosperaron durante el periodo Triásico, y algunos de sus miembros
fueron adquiriendo progresivamente la capacidad de caminar sobre sus patas
traseras. Los dinosaurios se desarrollaron a partir de este grupo de tecodontos
bípedos, llamados ornitosuquios. Los
cocodrilos descienden de la misma línea, de la que también procedían
probablemente los pterosaurios. En el árbol evolutivo podéis seguir de forma
gráfica, estos y los siguientes pasos.
Los
primeros restos fósiles de dinosaurios fueron descritos hacia 1824 o 1825. El
término dinosaurio (lagarto terrible) data de 1841, y se debe al gran
anatomista inglés sir Richard Owen, fundador del Museo Británico de Historia
Natural. Durante los siguientes cincuenta años se produjo una auténtica fiebre
paleontológica que condujo al descubrimiento de numerosas especies de
dinosaurios, tanto en Europa como en América. En 1887 otro anatomista inglés,
Harry Seeley, advirtió que estos animales presentaban dos tipos diferentes de
cintura pélvica. En algunos de ellos, la pelvis era la habitual de los reptiles
modernos, por lo que Seeley denominó a este grupo saurisquios
o pelvis de reptil. En otros, la
pelvis se parecía más a la de las aves modernas, por lo que recibieron el
nombre de ornitisquios o pelvis de ave. No confundáis los ornitisquios
con los ornitosuquios que mencionamos arriba, y son antepasados de ambos
grupos.
Curiosamente,
todas las investigaciones posteriores han demostrado que las aves descienden
del grupo de los saurisquios, así que no os dejéis engañar por el prefijo. Pero
esto ya pertenece a otro capítulo que veremos en otra ocasión. Ahora nos
centraremos en los dinosaurios. Ellos y otros grupos relacionados con ellos de
forma más cercana (caso de los pterodáctilos) o más lejana (caso de los grandes
reptiles marinos), dominaron literalmente el planeta durante un periodo
larguísimo, que abarca más de doscientos millones de años. Ninguna otra estirpe
de vertebrados ha conocido una longevidad y una prosperidad semejantes. En
efecto, dinosaurios, cocodrilos y pterosaurios voladores, dominaron el aire, la
tierra y los mares durante la práctica totalidad de la era Mesozóica. Aquella
era de los reptiles dominantes comenzó hace más de 200 millones de años y
terminó hace alrededor de 65, con la gran extinción del grupo en su casi totalidad
(recordad a las aves).
Durante
ese periodo evolucionaron algunas de las bestias más impresionantes de la
naturaleza: dinosaurios carnívoros de seis metros de altura, herbívoros de casi
treinta metros de longitud, o pterosaurios con unas alas de doce metros de
envergadura. También hubo dinosaurios pequeños como pajarillos. Ocuparon los
más diversos ecosistemas, desde las húmedas selvas a los áridos desiertos. Se
alimentaron de plantas, de insectos o de otros dinosaurios. Los hubo carroñeros
o ladrones de huevos. Unos fueron gregarios y formaron rebaños, otros adoptaron
la existencia del cazador solitario… Los únicos supervivientes del sobrecogedor
conjunto de los reptiles dominantes (arcosaurios) son los actuales cocodrilos,
con una historia evolutiva que se remonta a unos 230 millones de años.
Al
viejo profesor Bigotini (mamífero como tú) se le erizan los pelos del bigote
sólo de pensar en aquellas terribles bestias. A los diminutos mamíferos de la
era Mesozóica les ocurría exactamente lo mismo. Por eso vivieron refugiados en
sus oscuras madrigueras durante todo aquel interminable periodo, y solo se
atrevieron a asomar tímidamente sus hocicos cuando, hace unos 65 millones de
años, el impacto de un gran meteorito (o acaso algún otro desastre natural)
provocó la extinción masiva de la formidable estirpe de los dinosaurios.
Un
valiente es el que empieza a ser cobarde cinco minutos después que los demás.
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