viernes, 14 de noviembre de 2014

DINOSAURIOS. LOS DUEÑOS DEL PLANETA

En nuestra anterior entrega de la serie sobre la evolución de los vertebrados, dejamos a los reptiles instalados en la tierra firme. Los descendientes de aquellos pioneros estaban llamados a fundar las dos grandes órdenes supervivientes hasta la actualidad, la de los mamíferos y la de las aves. Vamos hoy a ocuparnos del paso intermedio que condujo hasta esta última: los dinosaurios.
Los precursores de todas las especies de dinosaurios cuyos restos fósiles han llegado hasta nosotros, fueron los arcosaurios. Debemos remontarnos a finales del periodo Pérmico, hace unos 250 millones de años. Por aquel entonces evolucionó una línea de pequeños reptiles diápsidos, llamados proterosuquios. A partir de esta línea se ramificaron diversos reptiles que los taxonomistas han agrupado bajo la denominación de tecodontos.

Los tecodontos prosperaron durante el periodo Triásico, y algunos de sus miembros fueron adquiriendo progresivamente la capacidad de caminar sobre sus patas traseras. Los dinosaurios se desarrollaron a partir de este grupo de tecodontos bípedos, llamados ornitosuquios. Los cocodrilos descienden de la misma línea, de la que también procedían probablemente los pterosaurios. En el árbol evolutivo podéis seguir de forma gráfica, estos y los siguientes pasos.


Los primeros restos fósiles de dinosaurios fueron descritos hacia 1824 o 1825. El término dinosaurio (lagarto terrible) data de 1841, y se debe al gran anatomista inglés sir Richard Owen, fundador del Museo Británico de Historia Natural. Durante los siguientes cincuenta años se produjo una auténtica fiebre paleontológica que condujo al descubrimiento de numerosas especies de dinosaurios, tanto en Europa como en América. En 1887 otro anatomista inglés, Harry Seeley, advirtió que estos animales presentaban dos tipos diferentes de cintura pélvica. En algunos de ellos, la pelvis era la habitual de los reptiles modernos, por lo que Seeley denominó a este grupo saurisquios o pelvis de reptil. En otros, la pelvis se parecía más a la de las aves modernas, por lo que recibieron el nombre de ornitisquios o pelvis de ave. No confundáis los ornitisquios con los ornitosuquios que mencionamos arriba, y son antepasados de ambos grupos.


Curiosamente, todas las investigaciones posteriores han demostrado que las aves descienden del grupo de los saurisquios, así que no os dejéis engañar por el prefijo. Pero esto ya pertenece a otro capítulo que veremos en otra ocasión. Ahora nos centraremos en los dinosaurios. Ellos y otros grupos relacionados con ellos de forma más cercana (caso de los pterodáctilos) o más lejana (caso de los grandes reptiles marinos), dominaron literalmente el planeta durante un periodo larguísimo, que abarca más de doscientos millones de años. Ninguna otra estirpe de vertebrados ha conocido una longevidad y una prosperidad semejantes. En efecto, dinosaurios, cocodrilos y pterosaurios voladores, dominaron el aire, la tierra y los mares durante la práctica totalidad de la era Mesozóica. Aquella era de los reptiles dominantes comenzó hace más de 200 millones de años y terminó hace alrededor de 65, con la gran extinción del grupo en su casi totalidad (recordad a las aves).


Durante ese periodo evolucionaron algunas de las bestias más impresionantes de la naturaleza: dinosaurios carnívoros de seis metros de altura, herbívoros de casi treinta metros de longitud, o pterosaurios con unas alas de doce metros de envergadura. También hubo dinosaurios pequeños como pajarillos. Ocuparon los más diversos ecosistemas, desde las húmedas selvas a los áridos desiertos. Se alimentaron de plantas, de insectos o de otros dinosaurios. Los hubo carroñeros o ladrones de huevos. Unos fueron gregarios y formaron rebaños, otros adoptaron la existencia del cazador solitario… Los únicos supervivientes del sobrecogedor conjunto de los reptiles dominantes (arcosaurios) son los actuales cocodrilos, con una historia evolutiva que se remonta a unos 230 millones de años.


Al viejo profesor Bigotini (mamífero como tú) se le erizan los pelos del bigote sólo de pensar en aquellas terribles bestias. A los diminutos mamíferos de la era Mesozóica les ocurría exactamente lo mismo. Por eso vivieron refugiados en sus oscuras madrigueras durante todo aquel interminable periodo, y solo se atrevieron a asomar tímidamente sus hocicos cuando, hace unos 65 millones de años, el impacto de un gran meteorito (o acaso algún otro desastre natural) provocó la extinción masiva de la formidable estirpe de los dinosaurios.

Un valiente es el que empieza a ser cobarde cinco minutos después que los demás.



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