Edward Lorenz,
a quien se atribuye la paternidad de la teoría del caos,
trabajaba en el desarrollo de un modelo matemático que resultara de utilidad
para realizar predicciones sobre el clima. El modelo, extraordinariamente
complicado, constaba de doce ecuaciones. Corría el año 1961 cuando Lorenz tuvo
necesidad de comprobar unos datos de sus ecuaciones. Los sistemas de
computación en aquellos años eran todavía muy lentos, así que, para ahorrar tiempo,
pensó simplificar los cálculos introduciendo tres decimales en lugar de los
seis con los que habitualmente trabajaba. Su sorpresa fue mayúscula al
comprobar que esa insignificante diferencia en los datos de partida, tenía un
efecto enorme en los resultados finales. Esas soluciones ampliamente
divergentes a partir de mínimas alteraciones en los valores iniciales, evocaban
el tenue vuelo de una mariposa, provocando un huracán a miles de kilómetros de
distancia. Lorenz describió el fenómeno como efecto
mariposa, expresión que se popularizó inmediatamente.
Edward Lorenz |
En
la predicción del clima, lo mismo que en el estudio de multitud de fenómenos
naturales y biológicos, existe un aparente caos que impide que los cálculos
sean precisos y que las predicciones sean exactas. Para comprender y abarcar
esta naturaleza caótica, surgió una nueva disciplina llamada ciencia o teoría del caos. Pretende ofrecer un
método para descubrir pautas y hallar orden allí donde antes sólo se veía el azar,
lo aleatorio, lo irregular y lo impredecible. La teoría del caos es la ciencia
de lo cotidiano, como la formación de las nubes o el crecimiento de los
cristales de hielo. Procesos aparentemente caóticos, presentan ciertas
características cuantificables que partiendo de la observación del estado presente,
permiten aventurar qué ocurrirá en el futuro. Isaac
Asimov en su serie de relatos sobre La
Fundación, esbozó los rudimentos de una ciencia llamada psicohistoria que, a través de cálculos
matemáticos, era capaz de predecir sucesos o acontecimientos futuros.
Georg Grosz. Caos |
Sin
embargo, mientras la mariposa siga aleteando, no podremos estar seguros al cien
por cien de qué ocurrirá finalmente. El matemático Douglas
Hofstaedter vaticina que una
misteriosa clase de caos acecha detrás de una fachada de orden, y en lo más
profundo del caos acecha una clase de orden todavía más misteriosa. El
científico que visitaba el Parque Jurásico
de Spielberg era experto precisamente en
teoría del caos. Si algo puede salir mal,
saldrá mal, sentenciaba. Y ya
sabéis cómo acabó aquello…
En
esas interminables noches en que la luna reina en el firmamento, y las
malévolas criaturas nocturnas susurran al oído del profe Bigotini impidiéndole
conciliar el sueño, nuestro sabio se levanta sigiloso de la cama y con el
corazón palpitante, acerca el oído a la puerta sin atreverse a abrirla. Sabe
que allá afuera acechan los fantasmas del caos. Sabe también que un día
conseguirán su propósito: hacer que triunfe la entropía y no quede piedra sobre
piedra. Los átomos se dispersarán y el caos se adueñará del universo. Sólo
sobrevivirá el vacío, frío y eterno silencio de la muerte.
Me
interesa mucho el futuro. Es el sitio donde voy a pasar el resto de mi vida.
Woody Allen.
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