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sábado, 14 de junio de 2014

APOGEO Y CAÍDA DEL IMPERIO RUMANO

¿Creéis que el viejo profe Bigotini sucumbe al Alzheimer y se ha equivocado al escribir el título, eh? Pues no. No se trata de un error. Hubo un Imperio rumano, que aunque ciertamente efímero, floreció en los Balcanes durante unas cuantas décadas del siglo I a.C.
Su fundador fue un monarca oscuro del que conocemos poco más que su nombre: Burebitsa. Un caudillo que unió las distintas y dispersas tribus geto-dacias que habitaban el norte de los Balcanes, para integrarlas en un imperio que no sobrevivió a su creador, pero que constituye el primer antecedente histórico de la nación rumana.

Su reinado comenzó hacia el año 80 a. C. El primer documento existente que menciona a Burebitsa es una inscripción en mármol en honor de Acornion, un patricio de la ciudad griega de Dionisopolis que actuó como embajador ante la corte del caudillo rumano. La inscripción lo describe como el primero y más grande de los reyes de Tracia, dominador del territorio que se extiende a ambas orillas del Danubio. También se refirió a él Estrabón un siglo después, juzgándolo como un gran rey que levantó a su pueblo arruinado por las guerras, y que por la abstinencia, sobriedad y obediencia a la ley, creó en pocos años un gran reino, temido incluso por los romanos. Otro historiador griego, Dion Crisóstomo, buen conocedor del país, dejó testimonio de que el monarca llegó a conquistar todas las colonias comerciales griegas en la costa occidental del mar Negro. Por lo demás, no existen representaciones pictóricas o escultóricas de Burebitsa, ni siquiera una descripción física por la que podamos hacernos una idea aproximada de su aspecto.


Aquellas tribus geto-dacias no eran ni mucho menos las hordas de salvajes que algunos historiadores han pretendido. Su evolución hacia formas culturales más avanzadas se inició tempranamente. En el siglo VII a.C. mantenían ya intensas relaciones comerciales con las colonias griegas del Ponto Euxino, y recibían una importante influencia helénica. La instalación de tribus celtas en la Dacia en el siglo IV a.C. terminó de configurar una sociedad razonablemente tecnificada con el uso del hierro, culturalmente mixta por sus influencias griegas y célticas, y políticamente avanzada, con la superación de la estructura tribal, la creación de ciudades y el establecimiento de una economía monetaria. La necesidad de la unidad nacional ante el creciente avance de Roma, terminó por plasmarse en el nacimiento de un Estado y la formación de un ejército poderoso bajo la fuerte personalidad catalizadora de aquel mítico Burebitsa.

En las guerras civiles romanas el caudillo balcánico tomó partido por Pompeyo, quien reconoció las conquistas del monarca dacio a cambio de su nada despreciable ayuda militar, pues según Estrabón, el ejército de Burebitsa contaba con doscientos mil hombres. Dos meses después de que se estableciera esta alianza, y antes de que las tropas dacias hubieran intervenido, César obtuvo su decisiva victoria en Farsalia, lo que significó el principio del fin del caudillo rumano. Los romanos prepararon una expedición contra Burebitsa, concentrando un gran ejército en Macedonia. César fue asesinado (¿tú también, Bruto, hijo mío?), y la campaña nunca se llegó a producir. Sin embargo, coincidiendo casi exactamente con la muerte de César, es decir, en el mismo año 44 antes de nuestra Era, Burebitsa cayó también derribado por los rebeldes. Murió a manos de sus propios opositores internos y compatriotas. Tras su desaparición, su efímero imperio se fraccionó en mil pedazos, y literalmente la nación que había fundado no volvió a resurgir hasta la unificación rumana realizada en 1600 por Miguel el Bravo.

Las conquistas de Burebitsa llegaron a incluir  gran parte de los Balcanes y grandes territorios de las actuales Hungría y Eslovaquia, hasta los Cárpatos. Durante la reciente etapa socialista en Rumania, la figura histórica de este caudillo se mitificó por obra de la propaganda nacionalista del régimen de Ceaucescu. Sirva esta pequeña pincelada histórica como modesto tributo del blog de Bigotini a nuestros muchos amigos rumanos. Ellos se han integrado perfectamente en nuestra sociedad, y es justo que conozcamos también algunas páginas de su Historia, no menos rica e interesante que la nuestra.

El patriotismo es la virtud de los depravados. Oscar Wilde.



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