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miércoles, 2 de diciembre de 2020

ANEMIA FERROPÉNICA. CÓMO CONSEGUIR UNA SALUD DE HIERRO

 

La hemoglobina es la proteína que forma parte como componente principal, de los hematíes o glóbulos rojos de nuestra sangre, y les confiere capacidad para transportar oxígeno desde los pulmones, a través del corazón, al resto de tejidos del organismo. La hemoglobina está compuesta por cuatro cadenas peptídicas (globinas), a cada una de las cuales se une un grupo hemo. Este grupo hemo es una molécula compleja que contiene un ión ferroso, es decir, un átomo de hierro. El átomo de hierro es capaz de establecer un enlace reversible con una molécula de oxigeno, para poder transportarlo.

De esta forma tan ingeniosa como eficaz, nos las arreglamos los animales para movilizar y metabolizar el oxígeno del aire atmosférico. En el reino vegetal obviamente no existe la hemoglobina. Su equivalente es otra molécula compleja llamada clorofila, que contiene un pigmento verde y faculta a las plantas para realizar la fotosíntesis, proceso por el que obtienen energía a partir de la luz solar.

Pero lo que hoy nos interesa es la hemoglobina. Cuando tenemos menos cantidad de hemoglobina de la necesaria, decimos que existe una anemia. El apellido anemia ferropénica indica la carencia en términos relativos de hierro, ya que al disponer de menos hemoglobina, consecuentemente nuestra sangre transportará una cantidad menor de este mineral. Los síntomas no se hacen esperar. Un profundo cansancio unido a una coloración pálida de la piel, son los más habituales. En los casos más graves pueden producirse otros signos carenciales, desnutrición y postración severa que entregada a su evolución natural, conduciría a la muerte.

Las causas más habituales son las dismenorreas con sangrado abundante, que se producen con mayor frecuencia en mujeres adolescentes y jóvenes, y en menor medida, en la época que precede inmediatamente a la menopausia. Otras causas de anemia ferropénica en mujeres incluyen los sangrados vaginales por endometriosis, miomas y otros tumores ginecológicos. En ambos sexos puede producirse anemia secundaria a sangrados del tubo digestivo: gastritis, úlceras gástricas o gastroduodenales, varices esofágicas, colitis ulcerosas, enterocolopatías, tumores digestivos, etc. Algo más raras en nuestro tiempo son las anemias de origen carencial, por malnutriciones (en niños o embarazadas), por vómitos provocados (en los trastornos del comportamiento alimentario), o las relacionadas con una dieta vegetariana estricta (vegana o macrobiótica).

El diagnóstico de anemia ferropénica se establece fundamentalmente por la analítica. Se objetiva un descenso de la hemoglobina. A menudo, aunque no siempre, se acompaña de una disminución del recuento de hematíes, así como del valor hematocrito. Pueden verse alterados los parámetros que forman parte del metabolismo del hierro: ferritina, transferrina, y por supuesto el propio volumen de hierro sérico.

¿Qué debes hacer si presentas los síntomas referidos o si te han diagnosticado una anemia? Sencillo, verás:

  • Consulta con tu médico. Los consejos de tu abuelita servirán de poco, por muy bienintencionados que sean. Tu médico indicará un tratamiento etiológico (que ataque a la causa de tu anemia), y un tratamiento de reposición de hierro.
  • Toma el fármaco (compuesto de hierro) que el médico te haya recetado. Debes ser constante y tomarlo diariamente. Los tratamientos, para ser eficaces y reintegrar los depósitos de hierro del organismo, deben durar un mínimo de 3 o 4 meses.
  • No sustituyas el fármaco específico por otro producto de parafarmacia o algún reconstituyente de los que se publicitan en la radio comercial o en la teletienda. Estas sustancias contienen cantidades muy reducidas de hierro, se absorben peor, y directamente son una porquería.
  • No tomes el fármaco mezclado con leche, lácteos o antiácidos, porque dificultan el paso del hierro a la sangre.
  • No te alarmes si tus heces adquieren un color negro o muy oscuro. Se trata de un efecto secundario habitual del fármaco.
  • Es preferible tomar el compuesto de hierro con el estómago vacío, porque se absorbe mejor. No obstante, si te produce molestias gástricas, prueba a tomarlo con las comidas. Últimamente parece demostrado que el hierro se absorbe mejor si se asocia a la vitamina C. Un zumo de naranja o un par de mandarinas pueden ser un buen acompañamiento del fármaco. Si aun así persisten la gastralgia, las diarreas o las náuseas, consulta con tu médico. Probablemente cambiará el preparado o la forma de administración.
  • Sométete a las pruebas analíticas programadas y los controles que indique tu médico.
  • Aliméntate bien: carnes rojas, hígado y otras vísceras, pollo, pescados de cualquier clase, yema de huevo… Todos estos alimentos tienen un alto contenido en hierro. No olvides nuestras muy tradicionales morcillas, salchichas, longanizas, butifarras  y otros embutidos elaborados con carnes y sangre. Existe una asombrosa variedad de ellos en nuestro país, y todos son exquisitos. Bon apetit.

Me casó un juez. Debería haber exigido un jurado imparcial.  Groucho Marx.

 


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