En
la llamada cultura occidental el alcohol
es la droga por excelencia. En España y en los demás países de nuestro entorno,
bebidas como el vino, y crecientemente la cerveza, forman parte del proceso de
socialización comúnmente aceptado y se consideran prácticamente un alimento. De
entre las drogas legales, el alcohol es la que más se consume, y
una de las que más problemas causa. Desde procesos crónicos como alcoholismo o
cirrosis hepática, hasta accidentes de tráfico o laborales por intoxicación
etílica. En el ámbito laboral, sobre todo en determinadas actividades como la
construcción o el transporte, el alcohol se encuentra detrás de un
número muy elevado de accidentes de trabajo. Muchos más de los que salen a la
luz. Más a menudo de lo que pensamos la caída del andamio o de la escalera de
mano, están relacionadas con el vino, los carajillos o las copas consumidas
durante los almuerzos.
Se
calcula que en España cada año mueren cerca de 15.000 personas por problemas relacionados
de una u otra manera con el alcohol. Los efectos son más
intensos en menores de 18 años, porque su organismo todavía está en proceso de
desarrollo. También en mujeres, y en general en personas de bajo peso, sobre
todo si se toman grandes cantidades de alcohol en poco tiempo. Las unidades
de emergencia médica destacadas en fiestas multitudinarias, conciertos y otras
concentraciones similares, atienden fundamentalmente (en una proporción mayor
de 9 a 1) intoxicaciones etílicas.
La
mayor parte de las personas en nuestro medio son (somos) lo que se llama bebedores
sociales. Casi todas las celebraciones incluyen alcohol de alguna clase
en mayor o menor proporción. La línea que separa el consumo moderado,
socializado y responsable, de la conducta patológica, a menudo es tan sutil,
que pasa desapercibida para muchos. Por eso conviene que nos planteemos la
pregunta: ¿tengo un problema con el alcohol? En este post vamos a tratar
de ofrecer alguna pista para hallar la respuesta. En otra ocasión nos ocuparemos
con más extensión del alcoholismo
propiamente dicho.
¿Cuándo
debes preocuparte?
- Si
reconoces que el alcohol forma parte de tu vida, se ha convertido en una
necesidad, como comer o dormir, y sientes que no puedes o te será difícil
dejarlo.
- Si
sistemáticamente bebes por encima de los límites recomendados (ver más
abajo).
- Si
necesitas beber por la mañana.
- Si
tienes síntomas como pérdida de peso, falta de apetito, cansancio
constante, dolor de estómago, retención de líquidos en las extremidades,
abdomen hinchado o tinte amarillento de la piel.
- Si
las personas que te rodean te han hecho observaciones críticas sobre tu
forma de beber.
- Si
por causa del alcohol has llegado a faltar al trabajo o el alcohol te ha
causado algún problema laboral.
- Si
tienes problemas conyugales o familiares relacionados con el consumo de
alcohol.
Si
te identificas con alguna de las situaciones descritas, debes consultar lo
antes posible a tu médico. Infórmate de las posibles consecuencias del consumo
abusivo, y plantéate incluso la abstinencia. Las organizaciones y sociedades de
ex alcohólicos, alcohólicos anónimos o alcohólicos rehabilitados ofrecen casi
siempre el mejor apoyo y el más especializado. En cualquier caso, y aunque no
te encuentres en ninguna de las situaciones anteriores, conviene seguir los
siguientes consejos:
- Bebe
cuanto menos, mejor. El límite aceptable para personas adultas sanas está
en torno a las 5 bebidas. Una bebida equivale a una copa de vino, una
caña de cerveza o un carajillo. Las copas de licores (brandy, whisky,
ron…), los cócteles o los combinados equivalen a dos (a veces a tres)
bebidas.
- Bebe
aun menos si eres mujer. Las mujeres metabolizan peor el alcohol y son más
sensibles a sus efectos.
- No
bebas nada en absoluto si eres menor de edad, si estás embarazada, si
consumes algún medicamento, o si tienes enfermedades crónicas como
diabetes o hepatitis.
- Cuando
quedes con los amigos y sea previsible el consumo de alcohol, márcate un
límite de bebidas antes de salir de casa.
- No
tomes bebidas alcohólicas (por ejemplo cerveza) simplemente para aliviar
la sed. Cuando tengas necesidad de hidratarte toma agua o algún refresco.
- No
concentres en el fin de semana la bebida de la semana entera.
- Cuando
salgas y visites varios bares, una buena práctica es alternar bebidas con
refrescos.
- Procura
siempre comer algo (una tapa) con las bebidas.
- En
las comidas principales no consumas más de una unidad de bebida (cerveza o
vino) en cada comida.
- No
bebas en casa.
- No
bebas nunca solo/a.
- Bebe
despacio. Tómate tu tiempo para cada bebida. Conversa. Deja la copa en la
mesa o el mostrador, no la sostengas todo el tiempo en la mano.
Con la primera copa el hombre bebe vino, con la segunda
el vino bebe vino, y con la tercera el vino se bebe al hombre. Juvenal.
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