Otto
von Guericke nació en la germánica ciudad de
Magdeburgo cuando apenas se iniciaba el siglo XVII. Hijo de una
influyente familia burguesa, cursó estudios en las universidades de
Leipzig, Jena y Leyden. La física y las matemáticas, sus dos
pasiones, le llevaron a ser uno de los científicos más importantes
y célebres de su generación.
Particularmente
impresionado por los trabajos de Pascal y Torricelli sobre la presión
atmosférica, von Guericke se propuso llevar a cabo el que en
su tiempo fue acaso el más famoso y popular experimento científico.
Ajustando dos semiesferas huecas de cobre de 50 cm. de diámetro,
extrajo el aire de su interior, creando un vacío en la esfera. A
continuación dispuso que dos recuas de ocho caballos cada una,
tirara de cada una de las semiesferas. El asombroso resultado fue que
la fuerza de aquellos robustos animales no consiguió separar las dos
mitades de la esfera hueca.
La
fama del científico traspasó las fronteras de su patria chica, y se
vio obligado a repetir la demostración en diferentes escenarios, uno
de ellos la Dieta Imperial de Ratisbona, y siempre con idéntico
éxito. El experimento llegó a hacerse famoso en Europa entera,
conociéndose con el nombre de los hemisferios de Magdeburgo.
También se interesó nuestro hombre por otras materias tales como
las máquinas de vapor o el comportamiento de los émbolos en el
interior de los cilindros (fue un precursor en la construcción de
pistones). En electrostática experimentó sobre los fenómenos de
atracción y repulsión. Fue el inventor de la primera máquina
electrostática de que se tiene noticia, construyendo un
prototipo capaz de producir descargas de gran intensidad. Estudió
también la naturaleza de los relámpagos y realizó algunos notables
progresos en astronomía, trabajando en el cálculo de las
órbitas de los cometas.
Pero
además de su faceta científica, Otto von Guericke fue jurista y
político. Ejerció el cargo de alcalde (margrave) de su Magdeburgo
natal con notable acierto y popularidad. En 1631, durante el curso de
la Guerra de los Treinta Años, la ciudad fue literalmente arrasada
por las tropas imperiales, en lo que se conoce históricamente como
el Saco de Magdeburgo. De los más de 20.000 habitantes de la
población quedaron apenas 5.000 con vida. Bajo el competente
regimiento de von Guericke, la ciudad devastada volvió a ponerse en
pie después de una reconstrucción tan admirable que se vio
reconocida hasta por el bando enemigo en la contienda.
Así
pues, además de figurar por méritos indiscutibles en nuestra
galería de protagonistas de la ciencia, Otto von Guericke merece
también sin duda un lugar en el reducido número de gobernantes
sabios y honrados. Quede aquí constancia de nuestro tributo de
admiración por el científico y por el hombre de bien que fue.
Si
se sorprende a alguien practicando la corrupción sin que yo reciba
la comisión correspondiente, daré orden de fusilarlo. Groucho Marx.
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