Hijo
de un matrimonio de comerciantes aragoneses, Vicente
Blasco Ibáñez nació en Valencia en enero de 1867.
Quería ser marino pero se le atragantaron las matemáticas. Terminó
sus estudios de Derecho aunque nunca llegó a ejercer la abogacía,
porque su verdadera vocación fue la literatura. También le
apasionaba la política, que mamó durante las rebeliones cantonales
de las que fue testigo en su infancia, y condujeron a la proclamación
de la Primera República. Sus primeras lecturas fueron La historia
de los girondinos de Lamartine y Los miserables de Víctor
Hugo, así que no es de extrañar que se exaltara el ánimo
revolucionario del joven Vicente. A los dieciséis años fundó su
primer periódico, que no podía firmar por ser aun menor de edad. A
lo largo de su carrera periodística dirigió algunos otros y
colaboró en muchos más. Ya sabéis que en estos artículos de
nuestra biblioteca Bigotini nos centramos en la faceta literaria de
los escritores, sin embargo, en el caso de Blasco no puede dejarse de
lado su actividad política, ya que desde la última década del XIX
hasta su muerte en 1928, fue sin duda el político más importante y
popular de la región valenciana, ganando una y otra vez todas las
elecciones a las que se presentó.
Blasco
Ibáñez fue durante toda su vida, básicamente un agitador. Desde
muy joven descubrió que tanto con la pluma como con su encendido
verbo, era capaz de enardecer al público. Promovió y participó en
numerosas acciones de agitación republicana y anticlerical. Fue un
socialista activo, primero en Unión Republicana, y más tarde en su
propio partido, el PURA (Partido de Unión Republicana Autonomista).
En su periódico El Pueblo, que fundó en 1894, llegó a
escribir miles de artículos con o sin firma. Allí se inició
también en la literatura folletinesca tan en boga en su tiempo, y
allí se fue fraguando su estilo desenfadado en el que se mezclan lo
pedagógico, lo cómico y lo melodramático. Valencia y lo valenciano
siempre estuvo presente en su obra. Recogió como nadie los tipos
populares y la particular idiosincrasia de su patria, de la que se
sentía profundamente orgulloso. Los valencianos le devolvieron su
cariño con idéntica o aún mayor entrega. Blasco fue el Sorolla de
la literatura. Ambos artistas supieron plasmar el espíritu y la
brillante luz que irradian sus tierras y sus gentes. Como político,
Blasco fue básicamente populista. Como literato fue popular. Para
algunos hasta populachero. Nosotros consideramos esta opinión
errónea. Ante todo fue un escritor de enorme talento, que supo
conectar a la perfección con los lectores, con su público. En esto
no solo no hay nada de malo, sino que por el contrario, es una
cualidad muy estimable.
Dotado
de un infalible instinto comercial, Blasco Ibáñez se convirtió en
un escritor de éxito, no solo en su Valencia natal y en España,
sino en el resto del mundo. Llegó a amasar una gran fortuna, la
perdió por completo en un proyecto de agricultura social que
emprendió en Argentina, y volvió a recuperarse tras el éxito
clamoroso de Los cuatro jinetes del Apocalipsis, novela que se
llevó al cine en el Hollywood más dorado y glamuroso. La obra
vendió en América millones de ejemplares y se convirtió en su
tiempo en la más leída después de la Biblia. El autor adquirió
una magnífica villa en la Costa Azul (dorado exilio de la dictadura
de Primo de Rivera), donde fallecería, conducía un Rolls-Royce
igual que el del rey de Inglaterra, y en fin, consiguió vivir
rodeado de lujo. Tras el fallecimiento de su primera mujer en 1925,
convivió con la esposa del embajador chileno, y se le atribuyeron
diferentes aventuras amorosas con mujeres espléndidas.
En
cuanto a su dimensión propiamente literaria, Vicente Blasco Ibáñez
podría encuadrarse por edad en la Generación del 98,
a pesar de que algunos de sus componentes no lo admitieron entre
ellos, por considerar su literatura un género menor. En nuestra
opinión, Blasco fue un escritor naturalista con
fuertes trazos costumbristas, sobre todo en su obra del
XIX, donde predomina el elemento popular y folclórico. Pertenecen a
esta etapa novelas tan notables como Flor de Mayo, La
barraca, Cañas y barro, Arroz y tartana o Entre
naranjos. También se prodigó en novelas de tema social como La
catedral, El intruso, La horda o La bodega;
novelas históricas como El Papa del mar, El caballero de
la Virgen o En busca del Gran Kan; de aventuras como La
reina Calafia, El paraíso de las mujeres, El fantasma
de las alas de oro...
Pero
Blasco, además de su incondicional público regional y nacional,
tuvo también un público internacional al que sabía cómo
complacer, y así escribió auténticos best-sellers tan
exitosos como Los cuatro jinetes del Apocalipsis, La maja
desnuda, Mare Nostrum o Sangre y arena, que
vendieron decenas de miles de ejemplares en cada reedición.
Biblioteca
Bigotini os invita hoy a leer (clic en la
portada) la versión digital de Noche
de bodas, uno de sus muchos relatos breves. Un
magnífico ejemplo de la prosa de Vicente Blasco Ibáñez, y de su
particular estilo. Buen provecho.
Yo
tengo confianza, porque el corazón justo y fuerte de las mujeres es
siempre piadoso con la debilidad y la ignorancia de los hombres.
Vicente Blasco Ibáñez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario